Las importaciones del beisbol invernal venezolano están cambiando drásticamente.

Sea por la crisis social y política o por cualquier otro motivo, cerca de la mitad de los jugadores extranjeros contratados hasta ahora en la LVBP proceden de América Latina.

No se trata de una muestra pequeña. Casi 90 nombres de refuerzos forasteros han trascendido de manera oficial o extraoficial en el país suramericano, cuyo torneo abrirá fuegos la semana entrante, el 6 de octubre.

De los 89 peloteros anunciados por las divisas o por los medios de comunicación, 35 son nacidos en la región. Eso representa 40 por ciento.

¿Cuán diferente es eso, respecto a la tendencia histórica?

De acuerdo con la cuenta que lleva el sitio PuraPelota.com, unos 4.170 jugadores nacidos fuera de Venezuela han actuado en la LVBP. De ellos, 687 son no estadounidenses. Contando incluso a los canadienses, japoneses o europeos, se trata de apenas 17 por ciento.

El incremento es notable.

La cifra ha crecido a más del doble de la cantidad documentada entre 1946 y 2016. Abarca a dos brasileros, seis colombianos, 18 cubanos, dos nicaragüenses, un panameño y seis dominicanos.

ÁGUILAS DE ZULIA

Más de la mitad de los 11 extranjeros anunciados por los occidentales proceden del Caribe, sin contar al lanzador californiano Carlos Hernández, un veterano de la LVBP de obvia ascendencia latinoamericana.

Allí están el dominicano Julio De Paula, el nicaragüense Carlos Teller y los colombianos Tayron Guerrero, Reynaldo Rodriguez, Giovanny Urshela y Ernesto Frieri.

Otros importados: Mike Tauchman, Boone Whiting, Jason Leblebijian, Keith Couch y Carlos Hernández.

BRAVOS DE MARGARITA

Cuatro de los primeros diez extranjeros contratados por los orientales proceden de la región, incluyendo a dos peloteros que tratan de encaminar su carrera profesional, tras salir de Cuba.

Se trata de los antillanos Pavel Quesada y Edwin Vasell, además de los dominicanos Manny Corpas y José Arredondo.

Otros importados: Casey Lawrence, Cade Gotta, Rudy Flores, Matt Tracy, Nick Greenwood y Cody Decker.

CARDENALES DE LARA

A pesar de la deserción del brasilero Thyago Vieira, a quien los Marineros de Seattle de finalmente decidieron enviar a la Arizona Fall League, más de la mitad de los forasteros asegurados por los pájaros rojos son latinoamericanos.

Entre ellos se cuentan los cubanos Rangel Ravelo, Jorge Martínez y Yoanner Negrín, el colombiano Dayán Díaz y los amazónicos Tiago Da Silva y Paulo Orlando.

Otros importados: John Kuchno, Mike DeMark, Hoby Milner, Darren Ford y Cedric Hunter.

CARIBES DE ANZOÁTEGUI

La tribu es una excepción, porque es la divisa con menos refuerzos caribeños esta temporada en la LVBP, al menos en el inicio del campeonato.

Únicamente cuentan con el cubano José Julio Ruiz y el dominicano Dennis Phips.

Otros importados: Niko Goodrum, Cody Hall, Daryl Thompson, Matt Tomshaw, Evan Reed, David Kubiak, Kyler Newby, Patrick Johnson y Shane Youman.

LEONES DEL CARACAS

Los melenudos esperan que su conexión con Cuba les dé un lugar entre los seis equipos clasificados para los playoffs, previstos para disputarse en enero.

Yandy Díaz es una cara nueva. Pero los aficionados conocen muy bien a Felix Pérez y Henry Urrutia, dos favoritos del público, bates temibles hasta ahora a su paso por la LVBP.

Otros importados: Nyjer Morgan, Deunte Heath, Aharon Eggleston, Joe Gardner, Paul Voelker, Mark Montgomery, Seth Frankoff y Ruben Alániz.

NAVEGANTES DE MAGALLANES

Casi 50 por ciento de los importados turcos proceden de los países vecinos, incluyendo a dos protagonistas indiscutibles de la pelota venezolana en los últimos años: los cubanos Hassán Pena, ganador por tres veces seguidas del premio al Cerrador del Año, y el grandeliga Adonis García, que promete subirse a la nave en noviembre.

Sus compatriotas Dayron Varona y Gerardo Concepcion les acompañarán esta vez, junto al panameño Ariel Jurado.

Otros importados: Tommy Pham, Toru Murata, Dustin Antolin, Chris Leroux, Mitch Lively y Matt Zielinski.

TIBURONES DE LA GUAIRA

El único equipo que no ha querido anunciar oficialmente a sus importados tiene tratos, sin embargo, con varios peloteros caribeños. De hecho, la mitad de sus refuerzos conocidos hasta ahora son de la región.

Resaltan el colombiano Jorge Alfaro, los cubanos Pedro Echemendia, Ronnier Mustelier y los dominicanos Sammy Gervacio y Alexis Candelario, aunque este último fue tomado en el draft de su país natal y está en duda.

Otros importados: Greg Ross, Thomas Collier, Ryan Kussmaul, Brian Burgamy y Jake Hale.

TIGRES DE ARAGUA

Los primeros forasteros concretados por los campeones defensores fueron caras conocidas, procedentes de América Latina.

Los cubanos Armando Rivero y Dariel Álvarez, de hecho, contribuyeron a conquistar la corona en la campaña 2015-2016 y estarán acompañados por su compatriota Raudel Lazo y el nicaragüense Kevin Gadea.

Otros importados: Lindsay Caughel, Austin Adams, Scott Shuman, Tim Dillard, Matt Sergey, Marcus Walden, Austin Bibens-Dirkx y extraoficialmente David Adams, Forrest Snow y Kyle Hunter.

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Orlando Arcia es un predestinado. Así lo piensan los Cerveceros de Milwaukee, la organización que decidió hace algunos días entregarle las paradas cortas, a pesar de su corta edad.

Arcia acaba de cumplir 22 años de nacido y está a búsqueda del secreto para descifrar el pitcheo de las Grandes Ligas. En sus primeros 60 turnos al bate bateó para .167, con .470 de OPS, aunque en las menores y en la pelota invernal ha demostrado que puede ser un bateador de peligro.

Las publicaciones especializadas le otorgan el estatus de prospecto número uno de Venezuela en 2016. No puede perder, aseguran.

Pero el camino de los grandes prospectos a veces es difícil. Su inicio arriba lo demuestra. Y hasta tiene una historia familiar que refuerza esa idea.

Al shortstop de los lupulosos le toca mirarse en el espejo de aquellos otros venezolanos que fueron considerados como los mejores talentos de sus promociones, a lo largo de la década actual.

No todos han triunfado, como se esperaba. ¿Qué le aguarda al más joven de los Arcia?

2010, ALCIDES ESCOBAR

Tiene un Guante de Oro y fue el shortstop abridor del Juego de Estrellas de 2015 por Liga Americana.

No puede discutirse el papel protógonico que el campocorto varguense ha jugado en Kansas City, su segunda organización, a la que le enviaron los Cerveceros en diciembre de 2010.

Todavía tiene deudas pendientes. Mientras crecía en las menores llegó a ser una promesa del bateo y hasta un título consiguió en la pelota invernal, con casi .400 de average.

Fue, en un momento, un habilidoso robador de bases, pero ha mermado en sus cosechas y su promedio de embasado de .289 aún resulta francamente bajo.

Dicho eso, es uno los paracortos más reputadas de su generación, fue el Jugador Más Valioso de la última Serie de Campeonato en la Liga Americana y resultó una pieza clave en la conquista de la última Serie Mundial.

2011 y 2012, JESÚS MONTERO

Pocos venezolanos han crecido con mayores expectativas y pocos han hecho esperar más a sus parciales.

Montero llegó a las Grandes Ligas en 2011, entre batazos de largo metraje. Poco duró el ensueño con los Yankees de Nueva York. Fue cambiado a los Marineros unos meses después y cayó en un marasmo desde entonces.

Su primer torneo con los occidentales no fue un total desastre. Hay muchas cosas rescatables en un muchacho que a los 22 años de edad da 15 jonrones, empuja 62 carreras y cierra con .260 de average, jugando la mitad del tiempo en el Safeco Field.

Entonces comenzó el espiral descendente. Abrió 2013 con un severo slump. Fue enviado a Triple A. Recibió un llamado de atención por tener sobrepeso. Dejó de ser receptor y tuvo que aprender una nueva posición, la inicial. Apenas tomó 17 turnos arriba en 2014. Fue centro de un escándalo en Triple A y le suspendieron sin paga. Bateó para .235 sin boletos en 2015 y fue dejado ir en 2016.

El joven que tanto prometía no ha podido conseguir un OPS cercano a aquel .685 de 2012, que ya era escaso. Aunque aún espera saldar la deuda, ahora en las granjas de los Azulejos de Toronto.

2013, OSWALDO ARCIA

Hubo un tiempo en que la familia aplaudía a Oswaldo y le recomendaba a su hermano Orlando que siguiera el ejemplo del mayor.

El jardinero y designado sacó 14 cuadrangulares en 2013 y agregó 20 en 2014. Tenía 23 años de edad, patrullaba el outfield de los Mellizos de Minnesota Twins y, aunque le sobraban ponches y le faltaban bases por bolas, mostró sin ambages el poder legítimo que le convirtió en prospecto.

El promedio no levantó. La paciencia de la gerencia se agotó y, según analistas de la prensa regional, eso desorientó al patrullero, desatando una crisis de confianza.

Sea cierto o no, el hermano mayor terminó sin lugar en el lineup y, finalmente, pasó a los Rays de Tampa Bay, donde sufrió el mismo destino, al ser sacado del roster y puesto en asignación.

2014, ROUGNED ODOR

No se suponía que Odor comenzara tan pronto su recorrido en las mayores, pero la lesión de Jurickson Profar cambió los planes de los Texas Rangers de Texas y quizás haya cambiado también la vida del zuliano.

El entonces veinteañero defendió con éxito la intermedia de los Vigilantes y formó una adecuada llave de dobleplays con su compatriota Elvis Andrus. A los 21, sacó 16 pelotas del parque y consiguió un OPS de .781, a pesar de un pavoroso slump entre abril y mayo.

Pero lo de 2016 ha sido clamoroso. Su tercera justa en la MLB ha sido la de la consagración, con una línea de .274/.296/.489. Mejor todavía, alcanzó el récord de 22 vuelacercas que impuso Bobby Doerr en 1940 para intermedistas con 22 años de nacido.

El futuro pertenece al zuliano. Los texanos quieren firmarlo a largo plazo y sus agentes prefieren esperar.

2015, JOSÉ PERAZA

Peraza parecía indetenible tiempo atrás, con dos torneos seguidos sobre 60 bases robadas y averages consistentemente por arriba de los .300 puntos.

La inestabilidad asaltó al barinés últimamente, a pesar de sus notables cosechas.

Los Bravos de Atlanta decidieron convertirlo de torpedero en camarero, pensando en Andrelton Simmons como el campocorto de largo plazo. Luego lo enviaron a los Dodgers de Los Angeles, que finalmente lo embarcaron con destino a los Rojos de Cincinnati.

En el ínterin, debutó en la gran carpa y fue señalado como el inminente segunda base de los escarlatas, hasta que el veterano Brandon Phillips vetó un cambio casi consumado y Peraza quedó en el aire.

Todavía le ven como el camarero del futuro en el Great American Ballpark y ha recibido el chance de mostrarse como utility, incluyendo varios encuentros en el outfield. Pero su nueva organización prefiere que actúe a diario en las menores, antes que tenerle en la banca en la MLB. Habrá que esperar.

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"Me siento el Félix Hernáandez de antes", exclamó el lanzador venezolano esta semana, al ser entrevistado por ESPN Deportes. Es la frase que miles de aficionados querían escucharle, tras ver al as de los Marineros de Seattle sufrir en una temporada que ha sido atípica para él.

Pero ¿es eso verdad, realmente? ¿Tiene razón el derecho de Flor Amarillo al proclamar su vuelta al trono?

Hernández cree que sí, con buenas razones. En sus últimas dos presentaciones ha llegado al menos al séptimo inning, suma 16 ponches en esos 13.2 actos y sólo ha permitido siete hits y tres carreras, para 1.98 de efectividad.

Ese es un retrato hablado del Rey Félix de siempre, el autor de un juego perfecto, el perenne aspirante al premio Cy Young.

El carabobeño llegó esta semana a 150 victorias en las mayores, una cifra que sólo otro venezolano había conseguido. Pero él lo hizo con dos campañas de antelación respecto a Freddy García, cuyo récord de 156 juegos ganados tiene ya al alcance de la mano.

"Otros 150 más y llegaré a 300, esa es la meta", comentó en Anaheim, minutos después de vencer a los Angelinos de Los Angeles.

Otros 36 monticulistas han llegado a 150 lauros a los 30 años de edad o antes, de acuerdo con Baseball Reference. Pero únicamente dos eran latinos: los inmortales dominicanos Pedro Martínez (152) y Juan Marichal (170).

¿Metido entre récords, repartiendo ponches y aislando unos pocos batazos? Ese es el Félix de antes.

El problema está en lo que muestran otras pistas, señales que parecen demostrar con claridad que este Rey de ahora es otro diferente, por más que acumule dos juegos seguidos de ocho fusilados.

No es necesariamente mejor o peor. Pero sí es diferente.

Ya Hernández se quejaba en 2015 del exceso de bases por bolas. Por primera vez desde 2008, entregó una media de 3,72 pasaportes por cada nueve entradas.

Su velocidad también bajó. Sin que mediaran lesiones, tiró la recta a un promedio de 91,8 millas por hora, según Fangraphs. Nunca antes su bola rápida viajó a esa velocidad.

Ambas tendencias se han mantenido en 2016. Hernández repartió ocho boletos entre sus últimas dos presentaciones y muestra una inédita rata de 4,5 por cada nueve tramos en este campeonato. Además, su recta ha viajado a 90,3 millas por hora.

¿Cuán distintos son esos datos respecto a lo hecho por el diestro antes del torneo pasado?

Hernández promedió 2,30 pasajes gratis entre 2009 y 2014, sus años más brillantes. Sus rectas, que fueron registradas a más de 95 millas por hora al llegar a la MLB, todavía caían sobre el plato a 92,4 millas dos temporadas atrás.

¿Es eso malo? No necesariamente. Posiblemente sea parte de la evolución a la que se enfrenta todo tirador, conforme pasa el tiempo.

Especialmente uno como él, que llegó a 350 juegos, todos como abridor, precisamente en la victoria contra los querubines. Alguien que, además, suma casi 2.400 innings, pese a estar en lo que podría ser la mitad exacta de su trayectoria.

"No he tenido la mejor temporada", admitió Hernández. "Estuve lesionado por dos meses. Pero estoy agarrando mi ritmo otra vez".

Sólo ha recibido 12 hits en los últimos 26.2 pasajes. Esa es una señal clara de dominio, tan irrefutable como lo son el exceso de bases por bolas y la merma de velocidad.

Un analista del diario Seattle Times preguntó la opinión de varios scouts, hace semanas, y obtuvo una respuesta unánime: ya Hernández no tiene la recta para pasar como antes a los contrarios, necesita adaptarse a la nueva realidad; pero sus otros pitcheos siguen siendo excepcionales, y podrá seguir dominando, si cambia su perfil.

Francisco Rodríguez, otro exitoso lanzador venezolano, es la prueba viviente de cómo se puede evolucionar, sin perder el sitial entre los mejores. Con frecuencia relata cómo llega a cada Spring Training con un nuevo plan de vuelo.

El cerrador caraqueño no se acerca a las 95 millas por hora desde hace mucho. Su velocidad se parece más a la de su compatriotas. Pero es el segundo mayor salvador de la Liga Americana hoy, con los Tigres de Detroit.

¿Es ese el camino que se abre delante de Hernández? Parece que sí.

Ya no es el mismo de antes. Pero si asume el reto, tiene otras armas para seguir siendo el Rey.

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El segunda base venezolano Rougned Odor es célebre por el episodio de su pelea en pleno terreno de juego con el dominicano José Bautista. Pero otros golpes van a darle mayor reconocimiento en el beisbol de las Grandes Ligas: los que asesta con el bate a los lanzamientos que le hacen los pitchers rivales.

Odor ya era un talento en bruto cuando, hace menos de seis años, firmó con los Vigilantes de Texas un contrato por varios cientos de miles de dólares que le sirvió para comenzar su carrera en el beisbol profesional.

Los evaluadores sabían de sus capacidades con el guante y de la velocidad del swing.

También conocían la estirpe de su sangre: es pariente del ex infielder Rouglas Odor y de los antiguos jardineros Eduardo, Roberto y José Luis Zambrano, protagonistas en la pelota invernal, el primero de los cuales, en su momento, también llegó a las mayores.

Lo que posiblemente nadie imaginaba entonces era que el camarero nacido en Maracaibo terminaría emulando nada menos que a Miguel Cabrera.

Odor le disputa a Cabrera y a Carlos González el privilegio de ser el máximo jonronero venezolano en 2016. Ya eso es una feliz sorpresa.

Pero a finales de julio hizo algo todavía más notable: convertirse en el tercer pelotero venezolano con una temporada de 20 cuadrangulares antes de cumplir los 23 años de edad.

Cabrera sacó 33 pelotas del parque cuando contaba 21 años, en 2004, y volvió a hacerlo a los 22, un campeonato después.

Luego de él, sólo Pablo Sandoval había podido escalar la veintena en un torneo, antes de su celebrar su vigésimo tercer cumpleaños. El 11 de agosto de 2009, cuando sopló 23 velitas, amaneció con 20 bambinazos exactos.

Ya Odor superó ese registro de Sandoval, lo que le deja únicamente detrás de Cabrera y con la posibilidad de convertirse apenas en el segundo venezolano con una cosecha de 30 tablazos de vuelta completa tan temprano en su vida.

Además, quedó a uno de igualar la marca para intermedistas de su edad en la MLB, un tope que Bobby Doerr impuso en 1940, con 22, con los Medias Rojas de Boston Red Sox.

¿Odor en los récords jonroneros junto a Cabrera? Nadie lo habría pensado hace seis años. Pero ya está sucediendo.

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Mucho antes de firmar para jugar beisbol profesional, mucho antes de convertirse en esta sorpresa feliz que ha sido para los Medias Rojas de Boston, Sandy León fue un bateador de cuidado.

Al menos es lo que dice uno de los cazatalentos que siguió sus pasos en el campo aficionado.

"No era catcher, sino tercera base y jardinero", recordó Jorge Urribarrí. "Y era buen bateador, como también lo era su padre, que fue un buen pelotero aficionado".

León se ha adueñado transitoriamente de la posición en el Fenway Park, gracias a su inesperado despliegue ofensivo.

No es poca cosa, tratándose de alguien que tenía una línea de .187/.238/.202 en 75 encuentros con los Nacionales de Washington y los propios patirrojos, antes de 2016.

"El Johnny Bench de Venezuela", expresó el lunes con alegre ironía el periodista Pete Abraham, del Boston Globe, luego de otro cohete del zuliano.

¿Quién anticipó que esto estaba por venir?

León comenzó la temporada como el cuarto aspirante en la línea de sucesión de los bostonianos detrás del plato. Pero cuando por fin recibió una oportunidad, debido a las lesiones de sus compañeros, se largó a batear. Eso fue hace un mes, y no ha parado.

El martes amaneció con .400/.442/.650 en 86 apariciones, con nueve dobles, un triple y tres jonrones. Por la noche se fue de 3-0 y finalmente cayó por debajo de las cuatro centenas.

Urribarrí, que lo tuvo bajo su mando cuando fue parte de la gerencia deportiva de las Águilas del Zulia, en el beisbol invernal venezolano, no está sorprendido con la demostración del nativo de Maracaibo.

"Ha desarrollado su bateo por el trabajo realizado (en el Caribe) con (el coach cubano) Bárbaro Garbey", señaló. "No va a batear .400, pero es muy organizado, cree en su trabajo y tiene condiciones para estar entre .260 y .275".

Lo que más gusta a Urribarrí es la defensa de su compatriota. Por eso, cuando pudo, se lo llevó a los Tigres de Aragua, la divisa donde ahora forma parte del alto mando.

"No lo dudé", relató el veterano evaluador de talentos, uno de los arquitectos en la reciente conquista de los felinos, la pasada campaña. "Cuando supe que las Águilas estaban dispuestas a cambiarlo, le dije a Carlos (Guillén, presidente de los felinos) que necesitábamos tenerlo. Los fanáticos me criticaron. Pero nadie gana sin un buen catcher, y él es inteligente, tiene brazo, gran puntería y buena defensa".

Esa madurez es, para Urribarrí, la diferencia que le ha permitido al marabino pasar de ser el tercer careta en Washington a disputar la titularidad en Boston.

"Con los Tigres dio batazos importantes", recordó. "Y jugó hasta la Serie del Caribe. Está más motivado y sin presión".

León tiene 27 años de edad. Disputa su quinta zafra en la MLB y es protagonista por primera vez.

"Se está haciendo más pelotero", aseguró Urribarrí.

Un histórico de los aragüeños, Alex Romero, pasó al Zulia en el cambio por el receptor, en octubre. El tiempo, por ahora, le da la razón al autor intelectual de aquella negociación.

Quizás Urribarrí esté disfrutando tanto de este episodio feliz como debe estar disfrutándolo el propio León.

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El novato Willson Contreras no ha dejado de jugar, desde que llegó a las Grandes Ligas con los Cachorros de Cachorros de Chicago. Su buen momento con el bate ha obligado al manager Joe Maddon a usarlo en la receptoría, su posición natural, pero también en los jardines y la inicial.

El miércoles, por ejemplo, estuvo detrás del plato. Fue su duodécimo encuentro en 13 días. Desde que tomó su primer turno al bate, el 19 de junio, ha sido una presencia habitual en el lineup, incluso como cuarto en el orden.

¿Cómo culpar a Maddon? Después de todo, la carta de presentación de este joven prospecto venezolano fue un jonrón con el primer pitcheo que vio en las mayores, algo que únicamente 30 bateadores han conseguido en la historia.

El vigoroso estreno de Contreras plantea una interrogante: ¿es el latinoamericano con mejor debut? Al menos es uno de los más notables entre sus compatriotas.

El nativo de Puerto Cabello sacó 3 cuadrangulares en sus primeros 10 juegos, igual que Alex Cabrera, Magglio Ordóñez, Eliézer Alfonzo, Jesús Montero y Eugenio Suarez.

Empujó 9 carreras, tantas como Cabrera, una menos que Wilmer Flores y más que todos sus otros paisanos.

Consiguió un brillante OPS de 1.226, únicamente por debajo de Suárez y Cabrera entre aquellos que al menos fueron a batear 10 veces en ese período inicial.

Su línea total fue de .370/.485/.741.

Este miércoles, al embasarse, llegó a 11 cotejos al hilo poniéndose en circulación por hit o por base por bolas, todos aquellos en los que al menos había ido una vez al plato con el barquillo entre las manos.

Gerardo Parra, entre los venezolanos, lo hizo en 17 juegos seguidos a su llegada a la gran carpa. Enzo Hernández sumó 13. La de Contreras iguala con Luis Salazar la tercera hilera más larga para debutantes del país suramericano.

Lo de Contreras es respetable incluso en el ámbito latinoamericano.

El boricua Luis Alicea se embasó en sus primeros 23 partidos en las mayores, en 1988, de acuerdo con Baseball Reference. Le sigue nada menos que Bernie Williams, con 13, en 1991.

Gabe Alvarez tiene el tope entre los mexicanos, con 7, en 1998.

El dominicano que se ha embasado en más duelos corridos desde su estreno en la MLB es Abraham Almonte. Lo hizo en sus primeros 18 choques, en 2013.

El colombiano Edgar Rentería (4 en 1996), el legendario panameño Manny Sanguillén (5 en 1967) y el nicaragüense Cheslor Cuthbert (5, este año) tienen las marcas en sus respectivas expediciones.

Pero es que este inicio de Contreras va más allá de eso, al ponerlo en ese contexto regional.

Sólo los quisqueyanos José Oliva, Manny Ramírez y Carlos Peña; los boricuas Carlos Delgado, Javier Báez, José Cruz Jr. y Raúl Casanova; el mexicano Álvarez y el panameño Orlando Miller dieron al menos 2 vuelacercas en sus primeros 10 choques en las Grandes Ligas. Ninguno sacudió 3. Ninguno empujó 9.

Contreras firmó como antesalista y luego fue convertido en receptor. Con este sorprendente inicio que ha tenido en el plato, se entiende por qué Maddon ha decidido aprovechar aquella anécdota para así ponerlo a jugar en varias posiciones, buscando mantener su bate en el lineup.

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La Serie del Caribe nunca se ha celebrado en Barquisimeto, la casa de los Cardenales de Lara. Esa omisión histórica está por terminar.

Los barquisimetanos han pasado casi 70 años viendo de lejos la competencia, a pesar de las cuatro coronas de los pájaros rojos en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional y aunque se trata de una región con una rica historia beisbolera.

Barquisimeto fue seleccionada la semana pasada por los equipos de la LVBP para fungir como sede del clásico de febrero en la próxima ocasión en que este país suramericano sea anfitrión de la competencia, en 2018.

La decisión es justa. Aunque Margarita es considerada como la plaza ideal por muchos, incluyendo al mismísimo comisionado Juan Francisco Puello Herrera, por sus playas y plácidos atractivos vacacionales, el hogar de los Cardenales tiene hondas raíces beisboleras y cuenta con hermosos lugares que visitar.

TIERRA DE BEISBOL

Lara fue parte del beisbol profesional en América Latina desde incluso antes de su entrada a la LVBP.

Venezuela es el único país de la región que ha contado simultáneamente con dos circuitos invernales con el aval oficial de la MLB, gracias a la desaparecida Liga Occidental, que reunía a las divisas de más raigambre en el vecino estado Zulia. A ella se sumaron los pájaros rojos en 1962, tras la desaparición del histórico Gavilanes.

Más de medio siglo antes había llegado el beisbol a la población de los crepúsculos, así reconocida por la peculiaridad de sus atardeceres.

Legendarios elencos, como el América y el Japón, escribieron páginas de brillo en la pelota amateur de este país. Con sus uniformes llegaron a jugar verdaderas estrellas, como el boricua Orlando "Perucho" Cepeda, padre del inmortal "Peruchín", y el cubano Martín Dihigo o Jesús "Chucho" Ramos, el segundo venezolano en llegar a las Grandes Ligas.

Hoy, la Liga Tradicional Caroreña mantiene viva esa llama, con un torneo semi profesional que anualmente se disputa en la cercana ciudad de Carora.

Allí topan elencos de abolengo: Torrellas, Buenos Aires, Liceo y La Guzmana. Las tribunas se llenan y la final de cada justa es un suceso en la zona. Con esos uniformes han jugado muchos ex bigleaguers, en busca de recuperar el impulso que les lleve de vuelta a la alta competencia, como en su momento hicieron Tomás Pérez y Luis Jiménez.

Los Cardenales nacieron precisamente en Carora, en 1942, en esos tiempos del beisbol aficionado, tomando su nombre del ave que típica del estado.

Desde muy temprano, los plumíferos contaron con el decidido apoyo de Antonio Herrera Gutiérrez, quien consiguió llevar la novena al seno de la LVBP, en 1966, y en cuyo honor se rebautizó el estadio donde en 2018 se jugará la Serie del Caribe.

¿CÓMO ES BARQUISIMETO?

La ciudad está ubicada en el occidente de Venezuela, a unos 400 kilómetros de la capital Caracas. El trayecto a las urbes centrales puede recorrerse casi de manera íntegra por amplias autopistas.

Dispone de un aeropuerto pequeño, para los estándares internacionales, pero adecuado. La mayor parte de los visitantes llegan haciendo escala primero en otros puntos, principalmente en el aeropuerto caraqueño de Maiquetía.

El clima es seco y cálido todo el año, sin llegar a ser sofocante.

¿QUÉ HACER EN BARQUISIMETO?

Barquisimeto es una ciudad musical, muy ordenada y llena de atractivos para sus pobladores y visitantes. Esta es una pequeña sugerencia de las cosas que pueden hacerse allí, en las horas que deje libre la Serie del Caribe.

Saludar a la Divina Pastora: La patrona de la ciudad se encuentra en el Santuario de Santa Rosa. Cada 14 de enero se lleva a cabo la mayor procesión que conozca América Latina, con millones de fieles -y algunos turistas- acompañando a la imagen mariana en su recorrido hasta la Catedral. La historia de la Divina Pastora es tan hermosa y conmovedora como la fe de sus seguidores.

Recorrer los principales monumentos: El Manto de la Virgen es el monumento mariano más grande del mundo. La Flor de Venezuela es una hermosa y gigantesca obra de arte, que en su momento engalanó el pabellón de Venezuela en la Exposición Mundial de Hannover, Alemania, y que hoy despliega sus 16 coloridos pétalos retráctiles en Barquisimeto. El museo de la Divina Pastora, en Santa Rosa, también es imperdible, como lo son la Catedral y el Museo de Barquisimeto, ubicado en el centro, cerca de la casa de gobierno, el Palacio Municipal y la Plaza Bolívar. Los organizadores de la Serie del Caribe quieren hacer de la Flor de Venezuela y su bello bulevar un punto de referencia durante el clásico regional.

Comprar un cuatro: Se trata del instrumento más utilizado en la música venezolana, desde el joropo llanero a la gaita zuliana o el galerón oriental. Barquisimeto es una ciudad musical y por doquier se consigue el popular instrumento, fabricado por artesanos y lutieres.

Visitar Tintorero: Es un pequeño poblado situado en la salida de la ciudad hacia occidente, conocido por sus fabulosos artesanos, especialmente aquellos que trabajan la madera o las coloridas telas, que allí mismo hilan.

Conocer El Tocuyo: La urbe fue fundada en 1545 y llegó a ser un centro poblado de importancia vital en los tiempos de la conquista española, capital transitoria de Venezuela. Aún pueden verse edificaciones coloniales y ruinas históricas que dejó uno de los varios terremotos que han azotado la región. Los lugareños recomiendan conocer igualmente la zona colonial de Carora.

Caminar por Las Trinitarias, el Metrópolis o el Sambil: Porque también se puede salir de compras o conseguir un buen restaurante en alguno de los modernos centros comerciales de Barquisimeto.

Recorrer los viñedos en Altagracia: En esta localidad se produce un vino exquisito, algo impensable en este país caribeño hace dos o tres décadas. Bodegas Pomar permite conocer el lugar y realizar catas.

Recorrer Destilerías Unidas, en La Miel: El lugar queda en la vía hacia Acarigua. Allí se produce el célebre Ron Diplomático y es factible conocer cómo es su elaboración, así como llevar a cabo una cata guiada.

Probar queso crineja y probar el cocuy: En cualquier carretera o autopista, saliendo de Barquisimeto o llegando a la ciudad, es factible conseguir ventas de estos típicos productos de la zona. También hay lugares más formales donde adquirirlos. Hay productores de cocuy de muy alta factura, como Miguel Jaime o Na'guará. Dice una leyenda que fue la bebida favorita del emperador Carlos Quinto. Es prima hermana del tequila, ya que es producto de la destilación del agave típico de la región, y resulta una verdadera delicia para los catadores.

Disfrutar la paz de Sanare: La zona queda a unos 40 minutos de la ciudad, en la vía a Quíbor, subiendo la cordillera Andina. Sus posadas son espectaculares. Muchos venezolanos visitan los Altos de Veracruz y Jabón, a donde acuden a volar en ícaro.

Comer: La gastronomía tocuyana y caroreña es reconocida por su exquisita tradición mantuana. El chivo es típico de la mesa regional. Recomiendan probar los pepitos en alguna de las muchas ventas existentes; se trata de sabrosos emparedados de carne picada, que muchos barquisimetanos acostumbran a comer como epílogo a sus noches de fiesta.

Retratarse en El Obelisco: Fue por mucho tiempo la gran atracción de la ciudad, en una época en la que no abundaban las edificaciones de gran altura en el estado Lara. Sigue siendo símbolo de esta urbe tranquila y queda muy cerca del estadio. Así que no hay excusa.

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Francisco Rodríguez se tomó muy en serio su cita con la historia esta semana, en Detroit.

El relevista venezolano de los Tigres de Detroit se hizo fabricar un par de zapatos especiales, unos spikes Nike Air con la bandera de Venezuela en las puntas, el número 400 a un costado y el nombre de su benefactor espiritual, Changó.

"Esto significa mucho para mí", admitió después del encuentro, rodeado de reporteros y medios de comunicación, entre ellos ESPN.com.

Rodríguez no solamente se convirtió en el sexto integrante del exclusivo club de lanzadores con cuatro centenares de salvados. Lo hizo, además, con 34 años y 138 días de edad. Y eso da aún más valor a su hazaña.

Lee Smith llegó a 400 rescates el 17 de septiembre de 1993. Lo hizo en 848 encuentros. Tenía 35 años y 280 días de nacido.

John Franco siguió sus pasos, el 14 de abril de 1999. Lo consiguió en su aparición número 837. Contaba 38 años y 209 días de edad.

Trevor Hoffman completó la cima el 6 de mayo de 2005, en su presentación 707, a los 37 años y 205 días.

Mariano Rivera se le unió el 16 de julio de 2006, apenas en 697 choques, a los 36 años y 229 días.

Billy Wagner fue el último en acudir a la cita. Lo hizo el 25 de junio de 2010, después de 813 cotejos, a los 38 años y 335 días.

Quiere decir que Rivera es el primero en la lista en cuanto al número de choques que necesitó para salvar 400, sólo 697, lo que se explica con el poco tiempo que esperó para heredar de manos de John Wetteland el puesto de cerrador de los Yankees de Nueva York, en 1997, apenas en su tercera temporada en las Grandes Ligas.

El panameño, sin embargo, no era el más joven en asegurar 400 rescates. Ese privilegio, quedó demostrado, permaneció en manos de Smith por más de dos décadas, aunque ha sido el nombre del canaleño el que ha sido citado insistentemente por la prensa venezolana, a propósito de esta faena.

Rodríguez acaba de aventajar a Smith por algo más de un año. Además, ha sumado 14 salvamentos consecutivos en este torneo, a pesar de haber comenzado con mal pie el Día Inaugural y aunque su recta ya no rebasa las 90 millas por hora, lo que enaltece su accionar.

El caraqueño llegó a la meta tras 878 presentaciones. Es curioso, pero necesitó más salidas que el resto de los integrantes del club de los 400, aunque lo hiciera con menos edad.

Eso tiene su motivación en las dos zafras que pasó como escudero de Troy Percival, formándose como futuro cerrador de los Angelinos de Los Angeles, y especialmente por las dos justas que perdió, si se quiere decir así, como preparador de los Orioles de Baltimore y los Cerveceros de Milwaukee, entre julio de 2011 y julio de 2013.

Rodríguez llegó a las mayores con 20 años de nacido. Gracias a eso, a su consistencia y a que Anaheim no tardó mucho en darle la responsabilidad del noveno inning, pudo escalar la meseta de los 400 salvados más temprano que nadie en la historia.

Ese es también el mayor acicate para quienes piensan que algún día podrá contar con una placa en Cooperstown. Si Rivera preservó 252 victorias más en los siguientes siete torneos, si Hoffman sumó 201 en seis campeonatos más, ¿es muy difícil creer que el venezolano puede llegar a 650 y amenazar al rey de todos los tiempos?

Necesita rescatar 36 encuentros durante otras siete justas a partir de 2017, es decir, hasta los 41 años de edad.

No es imposible. Pero para eso necesita exhibir lo que le faltó a Smith, a Wagner y a otros grandes apagafuegos en la historia, que no tienen un lugar en el Salón de la Fama, a pesar de haber protagonizado momentos brillantes: durabilidad.

Rodríguez dio la respuesta cuando le preguntaron por el récord que impuso el martes: "No voy a parar".

De eso, que no se detenga, depende su opción para aspirar a la inmortalidad.

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El brevísimo bajón ofensivo sufrido por Victor Martinez terminó de modo clamoroso en la sexta semana de acción.

El bateador ambidiestro e inicialista eventual de los Tigres de Detroit, que ligó apenas para .173 con el madero en el período inmediatamente anterior, disparó 13 hits entre el lunes 9 y el domingo 15 de mayo, para cerrar el lapso con .520 de average y ser el venezolano con el mejor desempeño ofensivo.

Ha sido un verdadero carrusel, este de V-Mart, en 2016. Porque justo antes de caer en el transitorio slump, conectó para .519 en el período anterior, lo que ayudó a darle el premio al Jugador de la Semana de la Liga Americana.

Martínez ha hecho lo posible por ayudar a su escuadra a superar el mal momento que atraviesa, con 11 derrotas en los últimos 13 encuentros. De hecho, y aunque no dio cuadrangulares en estos últimos días, empalmó tres choques al hilo con al menos tres hits y puso un OPS de 1.131 entre lunes y domingo.

Magglio Ordóñez es el único venezolano con más cosechas seguidas de tres cohetes por duelo. El ya retirado outfielder tuvo una seguidilla de cuatro duelos así, en su época con los propios felinos.

Martínez disputa hoy el liderato de bateo en el joven circuito, con una brillante línea ofensiva de .352/.411/.555 y una reiterada proclama de que este año está de vuelta al tope.

LÍDERES DE LA SEMANA

Bateadores

Mejor average: Víctor Martínez, .520 (13 hits en 25 turnos)

Más anotadas: José Altuve, 7

Más impulsadas: Miguel Cabrera, 7

Más hits: Víctor Martínez, 13

Más dobles: Gerardo Parra, 4

Más triples: Gerardo Parra, Rougned Odor y Odúbel Herrera, 1

Más jonrones: Miguel Cabrera, 2

Lanzadores
Mejor efectividad: Williams Pérez, 1.13 (una carrera en 8.0 innings)

Más victorias: Félix Hernández, Williams Pérez y Leonel Campos, 1

Más salvados: Jeanmar Gómez, 3

Más holds: Felipe Rivero, 2

Más innings: Félix Hernández, 14.1

Más ponches: Félix Hernández, 13

EN HORAS BAJAS
Aunque sacudió su primer jonrón desde el 16 de abril, Carlos González (Rockies de Colorado) cerró la semana con 4 cohetes en 21 viajes, solamente.

Francisco Cervelli (Piratas de Pittsburgh) tuvo el más bajo average entre sus compatriotas, con .118 en 17 turnos.

Oswaldo Arcia falló en sus 12 ocasiones en el home, con 7 ponches recibidos.

Pasaron a la lista de incapacitados: Wilmer Flores (Mets de Nueva York) y David Peralta (Diamondbacks de Arizona).

Fueron bajados a las menores: Luis Sardiñas (Marineros de Seattle) y Leonel Campos (Padres de San Diego), quien fue reclasificado al día siguiente de haber sido subido a las mayores.

LOGROS, DATOS Y CURIOSIDADES • Félix Hernández (Marineros) ganó y perdió. El triunfo del martes le dio 146 ganados en la MLB, superando los 145 que tenían a Jamie Moyer en el tope de la franquicia. El domingo consiguió ocho outs consecutivos por la vía del ponche, tope para pitchers venezolanos.

• Jeanmar Gómez (Philadelphia Phillies) se adueñó del liderato en ambas ligas con sus 3 salvados de la semana, para llegar a 13 en la campaña.

• Gerardo Parra (Rockies de Colorado) escoltó a Martínez con 1.040 de OPS y superó a Miguel Cabrera (Tigres), quien, gracias a sus 2 jonrones, dejó .892 de OPS, pese a batear para .261 de average.

• José Altuve (Houston Astros) sigue encendido y ligó para .400 en 30 turnos.

• Alcides Escobar (Reales de Kansas City) parece encontrar el camino de salida del slump inicial que sufrió, gracias a 9 incogibles en sus últimos 31 turnos.

• Jhoulys Chacín fue cambiado por los Bravos de Atlanta a los Angelinos de Los Ángeles y tuvo un estreno en grande, con 7.0 innings y 2 carreras merecidas, sin boletos.

• El novato Junior Guerra (Cerveceros de Milwaukee) trabajó en blanco en su tercera apertura en las mayores, durante 6.0 pasajes.

• Avisail García (Medias Blancas de Chicago) dejó en 11 su seguidilla de juegos con hits, igualando la más larga entre sus compatriotas en 2016.

• Wilson Ramos (Nacionales de Washington) se convirtió en el primer receptor en la historia que, además de recibir tres juegos sin hits ni carreras, también resulta el catcher en un encuentro de 20 ponches, gracias a la gema de su compañero Max Scherzer contra los Tigres.

• Héctor Sánchez fue sacado del roster activo y puesto en asignación por los Medias Blancas. Tomado en waivers por los Padres de San Diego, fue activado como tercer catcher de ese equipo.

• Fueron llamados a las Grandes Ligas: Williams Pérez (Bravos), José Peraza (Rojos de Cincinnati), Gregorio Petit (Angelinos) y Campos. Pérez tiró ocho actos de una rayita, con sólo 85 envíos.

Salió de la lista de incapacitados: Miguel Montero (Cachorros de Chicago).

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Francisco Rodríguez tenía 14 juegos salvados en su cuenta, luego de que los Angelinos de Los Ángeles llegaran a 35 encuentros disputados en 2008, el año en que K-Rod quebró el récord de Bobby Thigpen.

El lanzador caraqueño no bajó nunca el ritmo y tuvo la fortuna de que los querubines tampoco dejaron de ofrecerle oportunidades para sumar rescates, dándole multitud de ventajas en pizarras estrechas.

La marca de Thigpen era de 57 salvamentos. Es historia patria en Venezuela que Rodríguez le pasó por encima el 13 de septiembre, para finalmente dejarla en 62, desde entonces el tope vigente.

John Smoltz tenía 15 en los primeros 35 cotejos de los Bravos de Atlanta, en 2003. También el dominicano Francisco Cordero sumaba 15, luego de que los Cerveceros de Milwaukee llegaran a esa cantidad de choques, en 2007.

Eso quiere decir que las 13 victorias que Jeanmar Gómez preservó para los Filis de Filadelfia hasta este jueves no representan la máxima cantidad para un pitcher en ese lapso, casi una cuarta parte del calendario regular. Y sin embargo, ¿cómo no admirar lo que ha hecho el venezolano?

Gómez creció en las granjas de los Indios de Cleveland con la encomienda de algún día formar parte de la rotación de la tribu. De hecho, exceptuando dos ocasiones en la Liga de la Costa del Golfo, categoría Novatos, cuando tenía 18 años de edad, jamás fue usado como relevista en las menores.

Ya no tenía opciones cuando pasó a los Piratas de Pittsburgh y luego a los cuáqueros. No está claro si esas divisas llegaron a verle como un abridor a futuro, aunque todavía en 2013 fue usado ocho veces como tal por los bucaneros.

Eso sí, nunca fue visto como cerrador. El único juego salvado de su carrera, antes de abril pasado, ocurrió en 2014, casi por casualidad, el 12 de julio, en un extrainning contra los Rojos de Cincinnati.

Ya el cerrojo Mark Melancon había lanzado por los bucaneros ese día, y también sus principales preparadores: Tony Watson, Jaret Hughes y Justin Wilson. Al manager Clint Hurdle no le quedó más que apelar al caraqueño en la parte baja del episodio número 13, tras sacar a Wilson por un bateador emergente en la alta de ese capítulo.

Gómez ya no era por entonces el swingman de los filibusteros. Había sido convertido en relevista intermedio a tiempo completo por Hurdle. Pero ni antes ni después de aquella noche de verano, el estratega consideró la idea de probarle como cerrojo.

Tampoco los Filis pensaron en ello. Ni en 2015, cuando llegó a la organización como agente libre, ni en el Spring Training de 2016. Ni siquiera consideraban la idea el Día Inaugural.

Se suponía que ese puesto estaba cubierto con el veterano David Hernández. Pero Hernández tuvo problemas para poner la pelota donde quería y el cubano Dalier Hinojosa también fracasó, cuando fue llamado a cubrirle la espalda.

¿Qué habrá pensado Gómez aquel 7 de abril, cuando el manager de Filadelfia, Pete Mackanin, abrió su corazón ante los reporteros y, consternado, admitió que probaría a todos sus monticulistas, hasta hallar a quien pudiera hacer el trabajo?

''Cualquier rol que me asignen, cualquier oportunidad que me den, estoy listo para aceptar'', señaló el venezolano, escogiendo bien sus palabras. ''No importa si es el séptimo, el noveno o el cuarto inning, no pienso mucho en eso. Todo pitcher debe tener la capacidad de poder aparecer en cualquier situación donde nos quiera usar el piloto. Creo que todos en este bullpen estamos listos''.

Mackanin se ha abstenido desde entonces a hacer una designación oficial y el tirador suramericano se ha cuidado de autoproclamarse. Incluso ha pedido a la prensa de su país que no le llamen cerrador.

Es un cerrojo atípico, ciertamente. No sólo por la escasez de antecedentes antes de esta justa. Tampoco es dueño de una recta explosiva y, en consecuencia, trabaja más como artista que como francotirador. No busca ponches, sino outs. De por vida ha fusilado a 5,4 rivales por cada nueve episodios y en esta temporada apenas ha subido ese registro a 6,5.

No importa. Lo que vale es la efectividad. Y la capacidad para hacer el trabajo. Y su promedio de carreras limpias era de 2.61, y únicamente había desperdiciado una ocasión de rescate en los primeros 35 juegos de los Filis.

Sí, porque Gómez, salvó 13 de 14 victorias de su equipo desde que le entregaron ''transitoriamente'' el cargo, para así adueñarse del liderato de ese departamento en ambas ligas y revivir el recuerdo de que alguna vez el Kid Rodríguez tuvo un comienzo semejante, el año en que salió en la búsqueda del récord de Thigpen.

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