La Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) anunció ya los nombres de los finalistas a los principales premios de la temporada del 2018 y de golpe, como una bofetada artera, resalta la ausencia de J.D. Martínez entre los candidatos al Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Martínez, de los Medias Rojas de Boston, estuvo coqueteando gran parte de la temporada con la Triple Corona, aunque al final terminó como líder en carreras impulsadas (130) y fue segundo en average (.330) y jonrones (43).

Contra el cubanoamericano de los Medias Rojas conspira su función de bateador designado, pero ello abre el sempiterno debate de por qué alguien con su responsabilidad no puede ser MVP y en cambio en ocasiones se lo dan a un lanzador, que no batea.

Su compañero de equipo Mookie Betts, el dominicano José Ramírez, de los Indios de Cleveland, y Mike Trout, de Angelinos de Los Ángeles, integran el trío de candidatos.

Nadie discute la calidad de Trout, quizás el pelotero más completo de todo el béisbol, pero lo primero que habría que definir es qué significa ser más valioso.

Porque los Medias Rojas, sin el aporte de J.D. posiblemente no hubieran llegado a donde llegaron, mientras que la actuación de Trout no valió de mucho para los Angelinos.

En la Nacional, Christian Yelich, de los Cerveceros de Milwaukee, podría haber asegurado el premio en las últimas dos o tres semanas de la campaña, cuando parecía que nadie se lo discutiría al boricua Javier Báez, valiosísimo para los Cachorros de Chicago, no sólo con el madero, sino por su capacidad de defender de manera excelsa la intermedia, el campocorto y la antesala.

El tercer candidato es Nolan Arenado, de los Rockies de Colorado, presencia permanente entre los candidatos, pero a quien muchos votantes de la BBWAA miran injustamente con cierto recelo por jugar la mitad de sus juegos en la altura de Denver.

No hubo sorpresas entre los tres aspirantes a Novato del Año de la Liga Americana: el dominicano Miguel Andújar y el venezolano Gleyber Torres, ambos de los Yankees de Nueva York, así como el japonés Shohei Ohtani, de los Angelinos.

La lucha debe ser entre Andújar y Ohtani, con Torres relegado a la tercera posición. El quisqueyano fue fundamental en la actuación de los Yankees, echándose sobre sus hombros la ofensiva del equipo cuando se lesionó Aaron Judge y Giancarlo Stanton entró en un profundo slump.

Pero Ohtani deslumbró por su rara capacidad de batear y lanzar, aunque una lesión lo limitó en la lomita y su tiempo de juego en total fue brevísimo, comparada con la de Andújar.

El trío de la Liga Nacional lo componen el venezolano Ronald Acuña Jr, de los Bravos de Atlanta, el quisqueyano Juan Soto, de los Nacionales de Washington, y Walker Buehler, de Dodgers de Los Ángeles.

Lo de Acuña y Soto era esperado, pero la gran sorpresa aquí fue la exclusión de Brian Anderson, de los Marlins de Miami, quien encabezó a los debutantes del viejo circuito en hits (161), dobles (34) y carreras anotadas (87), además de ser segundo en remolcadas (65) y bases por bolas (62).

Bud Black, de los Rockies, Craig Counsell, de los Cerveceros, y Brian Snitker, de los Bravos, son los candidatos a Manager del Año en la Nacional.

Aquí no hay sorpresas tampoco, aunque debería ganarlo Snitker, quien llevó a Atlanta a ganar la División Este, a pesar de tener un equipo en pleno proceso de reconstrucción, mientras que Colorado, que ya había estado en la postemporada del 2017, y Milwaukee, reforzado notablemente en el invierno, tenían etiquetas de contendientes desde el inicio de la campaña.

Kevin Cash, de los Rays de Tampa Bay, Bob Melvin, de los Atléticos de Oakland, y el debutante puertorriqueño Alex Cora, de los campeones Medias Rojas, conforman el trío de aspirantes en la Americana.

Lo de Cash fue extraordinario, con un equipo que en el papel lucía como uno de los más débiles de todo el béisbol y si los Rays no llegaron a los playoffs fue por estar en una división en la que dos conjuntos, Boston y los Yankees, ganaron más de 100 juegos.

Como sobresaliente también fue el trabajo de Cora, que llevó a los Medias Rojas a la mejor temporada de su historia, con 108 triunfos, para superar la marca de 105 que databa desde 1912, el año en que se inauguró el Fenway Park.

Gran responsabilidad en la labor de Tampa Bay la tuvo el zurdo Blake Snell, quien debe ganar el Cy Young en la Liga Americana por encima de Corey Kluber, de los Indios, y Justin Verlander, de los Astros de Houston.

Snell encabezó las Grandes Ligas en victorias (21) y tuvo la mejor efectividad en la Americana, con 1.89.

Y en la Nacional se establecerá una lucha entre sabermétricos y tradicionalistas.

Jacob deGrom, de los Mets de Nueva York, tuvo una efectividad de otros tiempos, apenas 1.70 carreras limpias por cada nueve entradas de actuación, aunque solamente consiguió diez triunfos con nueve derrotas en 32 aperturas, un WHIP de 0.91 y 269 ponches en 217 episodios.

Fue apoyado pobremente por sus compañeros a la ofensiva, lo cual lo privó de unas cuantas victorias más.

Max Scherzer, ganador del premio los últimos dos años, lideró la liga en abanicados, con 300, un récord personal, además de compartir el primer lugar en triunfos (18).

Fue el que más innings trabajó (220.2) y su WHIP fue también de 0.91, mientras que su efectividad de 2.53 fue la tercera mejor del viejo circuito.

En un punto intermedio entre deGrom y Scherzer está Aaron Nola, de los Filis de Filadelfia.

Nola fue segundo en victorias (17), efectividad (2.37) y WHIP (0.97), tercero en entradas lanzadas (212.1) y quinto en ponches (224).

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En su afán por tratar de reinventar el béisbol desde una computadora, algunos sabermétricos, esos adultos que cuando niños eran los dueños del bate, los guantes y la pelota y ni aun así los pedían para jugar un partido de barrio, aseguran que Mike Trout se encamina a tener la mejor temporada de bateador alguno en la historia.

Para sustentar semejante afirmación apelan al WAR, esa inexacta estadística que arroja una cifra distinta si es calculada por Baseball-Reference.com o por Fangraphs y que compara el supuesto rendimiento de un jugador con lo que pudiera hacer su reemplazo, en caso de ausencia.

Según ello, Trout, jardinero de los Angelinos de Los Angeles, va en camino a terminar la temporada con un WAR de 14.2, una cifra única, pues nadie ha llegado a 12 en medio siglo.

El jugador considerado el más completo de todo el béisbol en la actualidad tiene el WAR más alto en ambas ligas, con 4.0, a pesar de no aparecer entre los líderes de casi ninguna categoría ofensiva.

Permítanme reírme de semejante disparate. ¿Cómo es posible que el aporte de Trout a los Angelinos sea mayor, por ejemplo, que el de Mookie Betts o J.D. Martínez a los Medias Rojas de Boston?

Trout es vigesimocuarto en hits en la Liga Americana (48), va en el lugar 47 en dobletes, séptimo en triples (3), vigésimo en carreras impulsadas y decimoséptimo en average (.294).

Solamente figura entre los tres primeros del joven circuito en jonrones (segundo con 14), carreras anotadas (segundo también con 38), bases por bolas recibidas (primero con 41) y promedio de embasamiento (primero con .440).

Además, en 163 turnos al bate se ha tomado 40 ponches, que representa casi el 25 por ciento de sus apariciones en el plato por la vía de los strikes.

Entonces, con esos números y sobre todo, con la temporada que están teniendo Betts y Martínez, asegurar que la de Trout es la mejor de la historia es insultar la inteligencia de quienes entienden que el béisbol no es una ciencia exacta que pueda determinarse en el estrecho marco de la pantalla de una computadora.

Betts, el pequeño jardinero derecho de los Medias Rojas, encabeza la Liga Americana en average (.365), dobletes (19), carreras anotadas (48), slugging (.760) y es colíder en jonrones (15).

Además, es segundo en hits (61), OBP (.438), tercero en bases robadas (11) y décimo en impulsadas (32), a pesar de desempeñarse como primer bate en la alineación de Boston.

Que venga alguien con sentido común y me explique cómo es posible que su WAR de 3.8 sea inferior a los 4.0 de Trout y sobre todo, en qué sentido puede ser mejor la campaña que está teniendo el de los Angelinos, comparada con el de los Medias Rojas.

Vamos ahora a J.D. Martínez. Colíder en cuadrangulares, segundo en average (.343), impulsadas (41) y slugging (.680), y tercero en hits (60).

A palo limpio ha sido factor fundamental en la trayectoria de su equipo en lo que va de campaña y sin embargo, su WAR es de apenas 2.3, como evidencia de cuán inconsistente en esta estadística moderna.

Pregúntenle al manager Alex Cora si cambiaría el aporte de Martínez por un WAR más alto. O a los fanáticos de Boston que celebran con delirio cada bambinazo del cubanoamericano. La respuesta suena obvia.

Pero aún hay más. El dominicano Manny Machado entra en la conversación también, con números extraordinarios, tal vez los mejores de su carrera, que deben garantizarle un obeso contrato cuando llegue en el invierno a la agencia libre.

Machado es puntero en remolcadas (43), en hits (62) y colíder en jonrones (15), segundo en average (.343) y tercero en slugging (.663) y en OBP (.420).

Pero aun así, ellos insisten en Trout, quien ni siquiera tiene una proyección mejor en departamentos reales (entiéndanse cuadrangulares, impulsadas, anotadas, etc) que en otras campañas anteriores cuyas.

No se trata de negar lo positivo que puedan tener las nuevas estadísticas, pero lo que molesta es que actúan como esos revisionistas de la historia que quieren borrar el pasado e incluso el presente para imponer sus criterios de manera forzada, como si fueran los dueños de la verdad absoluta, muchas veces sin haber tomado en su mano jamás una pelota de béisbol.

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FORT MYERS, Fla. -- Mayra Bazavilvazo quería hacer algo inolvidable para su hermano en su 19º cumpleaños. Así que, en el verano del 2006, le dio el regalo que tantos de sus amigos en la escuela dental en Boston University le habrían dado para una ocasión especial.

Le regaló boletos para un juego en el Fenway Park.

Tampoco era cualquier partido. Era el choque entre los Medias Rojas de Boston y los Yankees de Nueva York a finales de agosto en medio de la dura contienda por el banderín. Y los asientos no eran baratos. Le pertenecían al antesalista de los Medias Rojas Mike Lowell, cuyo hermano estaba haciendo su residencia en el mismo programa de dentistas que Bazavilvazo.

"Si vas a ir a Fenway y experimentarlo por primera vez, ¿qué mejor manera de hacerlo con un partido entre Yankees y Medias Rojas?", dijo Bazavilvazo vía telefónica. "Mi hermano es un estudioso del juego en todas sus formas y facetas posibles. Yo siempre le digo, 'Tú comes, duermes y sueñas con todo en el béisbol'. Siempre ha sido de esa forma. La oportunidad era demasiado buena para dejarla pasar. A él le encantó".

Doce años más tarde, J.D. Martínez pasará muchos más días en el Fenway. Y como el nuevo toletero de Boston a un costo de $110 millones, se espera que cree nuevas memorias en el estadio de 106 años de edad.

Martínez, de 30 años, era exactamente el tipo de jugador que los Medias Rojas tenían que añadir a su alineación. Ellos terminaron últimos en la Liga Americana en cuadrangulares la temporada pasada, y él viene de su mejor campaña en la que conectó 45 bambinazos en 432 turnos y lideró las mayores con .690 de slugging. Y Martínez también necesitaba a los Medias Rojas gastadores de dinero, especialmente con la poca disposición de los equipos en ofrecer contratos de nueve cifras en una temporada baja históricamente frugal.

Pero al escuchar a Martínez y Bazavilvazo contar la historia, se podría pensar que esta historia estaba predestinada a ocurrir, por razones que van más allá de los prodigiosos cuadrangulares y una nómina en aumento. La misma se remonta al 21 de agosto de 2006, el día en el que Martínez cumplió 19 años. Y en honor a la verdad, la misma se extiende mucho antes de eso, cuando sus amigos lo molestaban por utilizar una camiseta de los Medias Rojas en la escuela secundaria en Pembroke Pines, Florida.

"Oh sí, yo era fanático de los Medias Rojas en ese momento. Ellos eran demasiado buenos", dijo Martínez, quien también se identifica como "fanático de Tom Brady" y, aunque no es demasiado aficionado al football, cataloga al mariscal de campo de los New England Patriots como el mejor que jamás haya disputado ese deporte. "Eso era cuando ellos tenían a Pedro [Martínez] y Manny [Ramírez] y Papi (David Ortiz).

"Yo le dije a Pedro esta historia: Yo solía utilizar una camiseta de Pedro Martínez porque tenía el apellido 'Martínez' en la espalda. La usaba cada fin de semana cuando estaba en escuela intermedia o en mi primer año de secundaria. Ibamos a jugar a los bolos o a cualquier otro lado y ahí iba yo con mi camiseta de Pedro. Mis amigos se pasaban burlándose de mí. Me llamaban un fanático casual o 'bandwagon'".

Bazavilvazo, ocho años mayor que Martínez, conocía del fanatismo de su hermano. Él también era un buen jugador. Los Mellizos de Minnesota lo seleccionaron en la 36ª ronda del sorteo de 2006, y si hubiese firmado, probablemente habría celebrado su cumpleaños en la carretera con un equipo de la liga de novatos en Florida. En cambio, decidió utilizar su beca para Nova Southeastern, un programa de Division II en Fort Lauderdale.

En ese entonces, los boletos de los Medias Rojas eran difíciles de conseguir -- y boletos para los partidos Medias Rojas-Yankees eran casi imposibles de obtener. Los Medias Rojas habían cortado su sequía de 86 años sin ganar una Serie Mundial dos años antes y estaban en el medio de una racha de 820 partidos con llenos totales.

Bazavilvazo ya había comprado boletos para un juego del fin de semana entre Medias Rojas y Yankees en un portal de internet cuando Víctor Lowell le mencionó que su hermano no estaba planificando utilizar sus asientos para el partido final de la serie el lunes durante el día. Lowell no tuvo que decir nada más. Bazavilvazo compró boletos de avión y llevó a su hermano amante del béisbol a Boston para ver no uno sino dos partidos.

"Yo ni siquiera conocía a Mike Lowell", dijo Martínez riéndose. "Quiero decir, sabía quién era, pero no Io conocía personalmente. Estoy esperando verlo para poder decirle".

Los asientos para el juego del lunes el 21 de agosto - el día del cumpleaños de Martínez - eran muy buenos: sección 21 en las gradas principales, justo a la izquierda del plato. Pero antes que Martínez siquiera pasara por los tornos, él pudo sentir que había algo único sobre el Fenway Park.

"Recuerdo que pensé, '¿Hay eventos ocurriendo en las afueras del estadio antes de entrar? ¿Qué rayos es esto?'", dijo, al referirse a los puestos de venta de salchichas y tiendas de mercancía que llenan las calles del vecindario alrededor del estadio. "Era algo totalmente diferente. Yo pensé, 'Esta gente está loca. Me encanta'".

Los Yankees ganaron 2-1 para completar una barrida de cinco juegos. Para el record, Lowell se fue de 3-0, Ortiz de 3-1 con un boleto, y Wily Mo Peña conectó cuadrangular. Ramírez salió de juego por calambres en la corva derecha. Y el noveno bate y campocorto de los Medias Rojas: Alex Cora, quien es ahora el manager de Martínez.

Pero hubo algo más completamente diferente que se quedó con Martínez todos estos años.

"El maíz hervido con azúcar (conocido en inglés como Kettle corn). Eso es lo más que recuerdo", dijo. "El kettle corn detrás del jardín derecho, ellos lo movían con un bate. Recuerdo haber pensado, '¿Qué rayos pasa aquí?'"

Bazavilvazo dijo: "Apuesto que él está esperando por probar eso de nuevo".

Martínez ha estado de vuelta al Fenway Park varias veces a través de los años. Se fue de 4-2 con un doble en su debut como jugador en Fenway el 18 de mayo de 2014, con los Tigres de Detroit. En siete juegos en su carrera ahí, se ha ido de 39-12 (.444) con dos dobles y dos boletos.

Como uno de los mejores toleteros en el béisbol en los pasados cuatro años - y ahora, también uno de los jardineros mejores pagados -- Martínez puede compartir una carcajada con Pedro Martínez sobre la camiseta que alguna vez estuvo en su armario. Y está ansioso por ver a Lowell, un amigo cercano de Cora que vino a los entrenamientos como instructor invitado pocos días antes que Martínez firmara su contrato de cinco años, y agradecerle personalmente por esos boletos.

Pero más que todo, Martínez dice que está listo para igualar la pasión de los fanáticos que conoció fuera del Fenway Park en ese día de verano de 2006.

El béisbol es diferente en Boston. No es para todo el mundo, como pueden atestiguar los grandes fallos en la agencia libre como Carl Crawford y Pablo Sandoval. Bazavilvazo también puede dar fe de eso. Como estudiante, ella vivió en el Lado Sur de la ciudad y recuerda a Victor Lowell siendo molestado ocasionalmente por fanáticos que criticaban y "hablaban basura" sobre su hermano.

"Esa es la parte desafortunada de esto, pero lo mejor de todo es que no hay seguidores como ellos en todo el béisbol", dijo Bazavilvazo, quien tiene un consultorio de dentista en Newport Beach, California. "Cuando él firmó, básicamente le dije, 'Ya no estás más en Kansas', porque esto es un juego de pelota completamente nuevo".

Y luego de verlo desde la perspectiva de un fanático en los asientos, Martínez insiste que está listo para ello.

"Yo crecí en Miami viendo mucho béisbol, así que lo puedo ver desde un extremo hasta el otro", dijo Martínez. "Es algo así como, 'Bueno, de eso es que se trata el béisbol'".

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Durante el año pasado, cuando Hanley Ramírez se preparaba para los entrenamientos primaverales y lo que sería su primera experiencia como bateador designado, David Ortiz le impartió varios consejos de forma amistosa.

"¿Quieres de verdad saber qué me dijo?", expresó Ramírez, con una sonrisa iluminando su rostro. "Honestamente, lo que me dijo fue: 'Habrá días en los que te volverás loco. Porque todo lo que puedes hacer es batear y, cuando las cosas no van bien, pues, ¿qué puedes hacer?' Solo sales y tratas de no pensar en ello hasta tu próximo turno".

Pues bien, siendo Ortiz como es, probablemente puso varias palabrotas de grueso calibre con el único fin de enfatizar lo que quería decir. Sin embargo, el mensaje a Ramírez no pudo ser más claro: Ser bateador designado es difícil. Mucho más difícil, de hecho, de lo que la mayoría piensa.

Por ello, fue oportuno el momento escogido por Ortiz para visitar el campamento de los Medias Rojas de Boston la semana pasada, días después de la llegada de J.D. Martínez, acabando de firmar su contrato por $100 millones, como nuevo toletero encargado de estar en el corazón defensivo. Martínez, quien fuera jardinero durante su carrera de siete años con los Astros de Houston, Tigres de Detroit y Diamondbacks de Arizona, se espera sea en mayor medida bateador designado con los Medias Rojas, y entiende bien que deberá hacer ciertos ajustes.

Martínez, de 30 años, tiene promedio ofensivo de por vida con OPS de .857 y 152 cuadrangulares en 2.828 turnos al bate. En 38 partidos como designado (pequeña muestra, seguramente), ha conectado 35 imparables en 140 turnos (.250) con OPS de .756 y seis cuadrangulares.

Si hay un pelotero que puede hacer la transición a un rol solamente ofensivo, debería ser Martínez, cuya preparación como bateador es una de las más meticulosas del béisbol. Graba diariamente en video su práctica de bateo, para enviársela a su coach de bateo personal Robert Van Scoyoc a fin de asegurarse que su swing esté funcionando correctamente. Incluso mantiene un registro en un cuaderno durante los partidos, con sus observaciones sobre los estilos y planes de ataque de varios lanzadores.

Y eso es solo una parte de la rutina diaria de Martínez.

"Es muy diligente con lo que hace cada día", afirma Van Scoyoc, quien ayudó a Martínez a cambiar su swing tras la temporada 2013, lo cual transformó su carrera de forma dramática. "Hay una lucha constante en todas las cosas que necesita hacer. Me cuesta identificar otro pelotero que hace cosas así de manera diaria".

Martínez es sin duda estudioso. Sin embargo, está a punto de enfrentar su mayor reto mental. Si antes podía quitar su mente de un mal turno ofensivo al tomar su guante y trotar hacia las praderas, ahora deberá buscar otros métodos para ocupar su tiempo entre cada turno, formas que no involucren el obsesionarse con las múltiples inseguridades que suelen apilarse en un deporte en el cual los mejores entre los mejores fallan casi en el 70 por ciento de sus oportunidades.

Por lo menos Martínez ahora contará con mayor tiempo para hacer lo que parece disfrutar más: perfeccionar su swing en la jaula de bateo, analizar videos de turnos previos y estudiar tendencias de los pitchers.

"Solía hacer eso cuando jugaba al jardín derecho también. Eso nunca me detuvo", expresó Martínez en su primera rueda de prensa como miembro de los Medias Rojas. "Siempre estoy hambriento de nueva información y cosas así. Diría que el reto de ser bateador designado consiste en aprender la rutina y mantenerse suelto, calentar y estar listo para (el próximo turno al bate). Pero sin duda esto podría ser algo positivo".

Al menos Martínez cuenta con buenos modelos a seguir. De hecho, tiene a dos de los mejores.

Durante tres temporadas y media en Detroit, mientras maduraba para ser uno de los mejores sluggers de la Liga Americana, bateó detrás de Víctor Martínez, cuyos hábitos de estudio son similares a los de J.D. Desde 2011, Víctor Martínez está en segundo puesto entre todos los bateadores designados en porcentaje de embasado (.357) e impulsadas (486), además de ubicarse en el tercer lugar en cuadrangulares (106) y porcentaje de slugging (.453).

"Era muy bueno el poder verle", expresó J.D. Martínez a los periodistas la semana pasada. "Me dio un modelo a seguir. Creo que será un poco diferente con respecto a Víctor porque éste es un poco mayor que yo. Soy más joven. Entonces, creo que deberé intentar más el mantenerme suelto y hacer otras cosas".

Además, cuenta con el ejemplo de Ortiz, quien a principios de su carrera fuera inicialista para luego convertirse en el decano de los bateadores designados en sus 14 campañas con Boston. Tras su retiro luego de la zafra 2016, Big Papi tiene los récords de todos los tiempos en las categorías de hits (2.191), carreras anotadas (1.254), jonrones (485) y empujadas (1.569) para un bateador designado. Ahora, con Ortiz presente de manera ocasional con el equipo patirrojo como asistente especial del Fenway Sports Group, Martínez tendrá acceso a Ortiz como recurso asesor.

Las primeras lecciones se impartieron el jueves pasado, alrededor de una jaula de bateo en el complejo primaveral de los Medias Rojas.

"Estuve sentado allí durante la práctica de bateo, toda la práctica, y pensé: 'Me voy a sentar a su lado y sólo le escucharé", dice Martínez. "Porque uno nunca sabe. Podría hablar durante 40 minutos y podría decir una sola cosa que uno siempre recordará. Fue muy agradable".

Hasta ahora, Martínez conocía a Ortiz solo por haber jugado en su contra. Sin embargo, lograron forjar nexos la semana pasada, al comparar sus similares trayectorias de carrera. Ortiz no se convirtió en un slugger temido por todos sino hasta haber sido cesanteado por los Mellizos de Minnesota luego de la temporada 2002. Entonces contaba con 27 años, uno más que Martínez cuando los Astros lo liberaron al final del entrenamiento primaveral de 2014.

"Su carrera ha sido básicamente similar a la mía", dice Ortiz. "Uno pasa de ser uno más a llegar a convertirse en súper estrella si uno nunca olvida su origen, y yo creo en esa clase de peloteros. Y sé que ellos vienen acá, no dan nada por sentado y aportan sus mejores esfuerzos. Por eso, me gusta contar con J.D. aquí".

El sentimiento es mutuo. Martínez comparó la presencia de Ortiz dentro del campamento de Boston a jugar al lado de la estrella de los Tigres Miguel Cabrera. Martínez describe a Cabrera como una persona tan conocedora del bateo, que podría evitar la práctica y aun así, ligaba tres imparables en un partido.

"Le digo: 'Miggy, ¿no vas a tomar práctica de bateo hoy?' Y me respondía, 'No, hermano. Estoy relajado'", indicó Martínez a los periodistas. "Está sentado frente a su armario con un bate en la mano y dice: 'Estoy tomando práctica de bateo'. Es todo el tema de la visualización mental. Nunca olvidaré las cosas que Miggy solía hacer".

"Víctor no era así. Víctor, por su parte, tenía que batear cada día. Víctor era muy estudioso. Uno aprende cosas distintas. En mi caso, debo entender qué me va a funcionar (como bateador designado). Aún no sé qué será".

El coeficiente intelectual de Martínez en lo que a bateo respecta es sumamente alto, sus hábitos de trabajo tan diligentes, que es muy probable que lo entienda en poco tiempo. Por si acaso, Ortiz estará allí para recordarle que su búsqueda no será sencilla.

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Demoró demasiado, pero finalmente, los Medias Rojas de Boston consiguieron dar la respuesta ideal a la llegada de Giancarlo Stanton a sus archirrivales Yankees de Nueva York.

Luego de largas negociaciones, a que a ratos se calentaban y a ratos se enfriaban, los Medias Rojas anunciaron este lunes la firma del toletero cubanoamericano J.D. Martínez por cinco temporadas y 110 millones de dólares.

Martínez, de 30 años, viene de la mejor campaña de su carrera, en la que disparó 45 cuadrangulares y remolcó 104 carreras en 119 juegos con los Tigres de Detroit y los Diamondbacks de Arizona.

Su contratación le da a Boston el bate poderoso que necesitaba en el medio de su alineación, que fue la de menos jonrones (168) en el 2017 en la Liga Americana.

El cubanoamericano nacido en Miami fue el tercer máximo bombardero del año pasado en las Mayores, sólo superado por Stanton (59), entonces con los Marlins de Miami, y Aaron Judge, de los Yankees (52).

Aunque no se han revelado todos los detalles, el contrato concentraría la mayor cantidad del dinero en los dos primeros años, tras los cuales JD podría optar por salirse e ir nuevamente a la agencia libre.

Su llegada a la 'Nación Medias Rojas' le daría a la gerencia también la posibilidad de reforzar otras áreas de la plantilla, pues es muy probable que Jackie Bradley Jr. sea puesto como pieza de cambio en el mercado.

Bradley ha estado todo el invierno en medio de rumores de cambio y ha despertado interés en varios equipos.

Boston movería a Andrew Benintendi a la pradera central, mantendría a Mookie Betts en el derecho y le daría al recién llegado la tarea de custodiar el bosque izquierdo.

Este sería el orden al bate que presentarían los Medias Rojas el Día Inaugural ante los Rays de Tampa Bay: Betts (RF), Benintendi (CF), Xander Bogaerts (SS), Martínez (LF), Hanley Ramírez (BD), Mitch Moreland (1B), Rafael Devers (3B), Christian Vázquez (R) y Eduardo Núñez (2B).

Si la gerencia decide quedarse con Bradley, entonces el debutante manager Alex Cora podría usar a Martínez como bateador designado y alternar a Hanley y a Moreland en la inicial, en dependencia del pitcher abridor del equipo contrario.

Y como "a río revuelto, ganancia de pescadores", quién sabe si el más beneficiado termina siendo el cubano Rusney Castillo.

Tuvo una gran campaña en las Menores en el 2017 y no fue llamado al equipo grande en septiembre, cuando se expandieron los rosters.

Después disfrutó de un gran invierno en Puerto Rico y se coronó campeón de la Serie del Caribe con los Criollos de Caguas.

Tiene sobre sus hombros el peso de un contrato de 72.5 millones de dólares, que hasta el momento no ha logrado justificar.

Pero si Boston se deshace de Bradley, el cubano Castillo es el hombre ideal para ocupar la cuarta plaza de jardinero de los Medias Rojas.

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Los Boston Red Sox le ofrecieron a J.D. Martínez un contrato por cinco años y $125 millones, lo cual, de acuerdo con el periodista Ken Rosenthal de la web The Athletic, hizo que Martínez expresara estar "harto" de los Medias Rojas y que preferiría firmar con otro equipo. Evan Drellich de NBC Sports Boston habló con el agente de Martínez, Scott Boras, el martes pasado. Boras indicó que Martínez estaba preparado a comenzar los entrenamientos primaverales sin contrato.

Mientras el diálogo entre Boras y los Medias Rojas sigue su curso, quizás ya sea hora de admitir que no se concretará un pacto, tal como hemos especulado durante todo el invierno. Entonces, es hora de conseguir una nueva casa para Martínez.

Aquí les presentamos cinco lugares potenciales en los cuales Martínez podría aterrizar:

Diamondbacks de Arizona: ¿Por qué no volver al lugar en el cual Martínez bateó durante tres meses como si fuera Lou Gehrig? Martínez tuvo porcentaje de slugging de .741 en sus 62 partidos en el desierto; y si desea jugar como pelotero de posición, debería regresar entonces a la Liga Nacional. Sabemos que los Diamondbacks han expresado interés en tener a Martínez de vuelta, por ende, a pesar de que su nómina haya aumentado en $25 millones con respecto al año pasado sin la presencia de Martínez, deberían lograr cierta flexibilidad.

Además, lo necesitan. Los Diamondbacks, similar al caso de los Rockies, sufren de la tendencia de sobreestimar a su ofensiva debido a la inflación de cifras que producen sus estadios en casa. Los únicos jugadores que mostraron un OPS por encima del promedio el año pasado fueron Paul Goldschmidt, Jake Lamb y Chris Iannetta, y Lamb no puede batear contra zurdos y Iannetta firmó con los Rockies. Los jardineros A.J. Pollock y David Peralta no han sido precisamente imágenes de durabilidad, y mientras menos juegue Yasmany Tomás, mejor para ellos. El problema aquí es poder darle a Martínez lo que desea sin inflar su presupuesto en exceso.

Indios de Cleveland: Muy bien, admitimos que es poco probable, debido al hecho que el mayor contrato al cual se ha comprometido Cleveland es el extendido a Edwin Encarnación la pasada temporada baja por tres años y $60 millones. Sí, la nómina ha llegado a $130 millones, sin embargo, es básicamente la misma cifra del año pasado y recuerden que cada franquicia recibirá una prima de $50 millones este año gracias a la venta de la mayoría accionaria de BAMTech a Disney. Incluso una gran cantidad de este dinero saldrá de los libros contables tras la conclusión de la temporada: Michael Brantley ($11.5 millones), Cody Allen ($10.5 millones) y Andrew Miller ($9 millones). Si pensamos en las consecuencias a largo plazo, pues bien, los Indios ya firmaron a José Ramírez hasta 2023 en lo que terminará siendo una ganga al mejor estilo de José Altuve. Eso deja a Francisco Lindor, pero no será agente libre hasta 2021, por lo cual no habrá mucho cruce entre el final del contrato de Martínez y la agencia libre de Lindor.

La razón principal para firmarle: Esta bien podría ser la mejor oportunidad que tienen los Indios de ganar la Serie Mundial. Cuentan con Ramírez, Lindor y Corey Kluber en su apogeo, cuentan con dos buenas armas en el bullpen y cuentan con una gran rotación. Lo que necesitan es otro gran toletero. ¿Quiere Larry Dolan terminar con esa sequía de 70 años sin un título de Serie Mundial? ¿Cuán mejor se ve esta alineación con Martínez en el corazón ofensivo?

SS Francisco Lindor
3B José Ramírez
BD Edwin Encarnación
RF J.D. Martínez
1B Yonder Alonso
LF Michael Brantley
2B Jason Kipnis
CF Bradley Zimmer
C Yan Gomes

Banca - Lonnie Chisenhall, Roberto Pérez, Yandy Díaz, Brandon Guyer

Bravos de Atlanta: Los Bravos contaron con 10 peloteros en la lista de los 100 mejores prospectos hecha por Keith Law, incluyendo al número 1, el venezolano Ronald Acuña. Sin embargo, ocho de esos 10 prospectos son lanzadores y si bien los Bravos no se consideran listos para ser contendores en 2018, e incluso Acuña asume el puesto en una de las esquinas de los jardines en algún momento de la próxima temporada, seguirán necesitando ayuda ofensiva en el futuro, especialmente con la incertidumbre que existe alrededor del bate de Dansby Swanson.

El dinero no es problema, incluso para los propietarios Liberty Media, que han mostrado ser muy discretos con los gastos. Los únicos peloteros comprometidos más allá de 2018 son Freeman, Ender Inciarte y Julio Teherán, e Inciarte ganará $9 millones en 2022. Todos estos prospectos ganarán sueldos muy bajos tras llegar a las Mayores. Con Inciarte en el jardín central y Acuña en una esquina, los Bravos pueden darse el lujo de tolerar la defensiva de Martínez, la cual se muestra por debajo del promedio. Esto crearía un núcleo con Freeman, Acuña, Inciarte y Ozzie Albies como bases. Si el pitcheo se desarrolla de la manera esperada, los Bravos estarán en plena cacería por un puesto en los playoffs, incluso este 2018.

Marineros de Seattle: Tiempos desesperados reclaman medidas desesperadas. Los Marineros no solamente cuentan con la sequía más larga de las Grandes Ligas sin apariciones en postemporada, su ausencia es la mayor de franquicia alguna en los cuatro grandes deportes profesionales en Estados Unidos. FanGraphs maneja proyecciones de 81 victorias para los Marineros, cinco menos que los Angelinos para un puesto de comodín. Los Marineros potencialmente tienen más que ganar al tener unos pocos triunfos más que cualquier otro equipo.

Una combinación de Ben Gamel y Guillermo Heredia en el jardín izquierdo no es un obstáculo. Además, con ambos presentes y Dee Gordon en el center field, los Marineros tienen poder en dos puestos de los jardines. Sus jardineros sumaron 46 cuadrangulares el año pasado y Martínez podría tener una cifra similar por sí solo. Muy bien, Seattle aumentaría su nómina fuertemente por un año, pero Nelson Cruz será agente libre tras concluir la temporada y probablemente lo dejarán ir, considerando su edad. La gerencia está pagando la suma de $15 millones por David Phelps, Marc Rzepczynski y Erasmo Ramírez, y le quedan dos temporadas al mega contrato de Félix Hernández. Jerry Dipoto no ha hecho un solo movimiento en 2018. ¡Ustedes saben que le pican las manos!

Yankees de Nueva York: La mejor forma en la cual Martínez podría vengarse de los Medias Rojas: ¡Firmar con los Yankees! Cierto, los Yankees tienen ya una buena dosis de jardineros. Claro, están tratando de permanecer por debajo del límite para no ser pechados con el impuesto al lujo. Sin embargo, hay que ser francos: los Yankees pueden darse el lujo de superar el límite de $197 y pagar dicho impuesto sin sudar. Pero no están obligados a hacerlo.

La web Cot's Contracts estima la nómina de los Yankees aproximadamente en $162 millones. Sumamos cerca de $10 millones para algunas bonificaciones y otras obligaciones que impactan el límite para el impuesto y ya nos ubicamos en $172 millones. Si Martínez necesita un contrato por 6 años y $150 millones, totalizamos un valor estimado de $25 millones, lo cual lleva acerca a los Yankees a esa cifra de $197 millones. Entonces, se necesita hacer una negociación: Jacoby Ellsbury ganará $21 millones al año durante las siguientes tres temporadas y por ello, se convierte en el hombre al cual querrán negociar. Sin embargo, eso no va a ocurrir a menos que los Yankees asuman una parte importante de ese salario. Incluso si Nueva York está dispuesto a hacerlo, ¿habrá algún equipo que querrá tomar a Ellsbury y pagarle $30 millones por tres años? Probablemente no. Por ello, habrá que negociar a Brett Gardner, quien ganará $11.5 millones en 2018 con una opción para 2019 por $12.5 millones. Ese es un contrato que se puede canjear.

En consecuencia, esta sería la alineación en el Bronx:

SS Didi Gregorius
LF Aaron Judge
RF Giancarlo Stanton
BD J.D. Martínez
C Gary Sánchez
1B Greg Bird
CF Aaron Hicks
2B Gleyber Torres
3B Miguel Andujar

Hay otro aspecto interesante: Firmar a Martínez podría hacer que los Yankees, de hecho, ahorren dinero a largo plazo ya que no se verían obligados a contratar a Manny Machado (tal como todos creen que hará la gerencia en Nueva York). Martínez provee un bate similar al de Machado por un valor anual promedio menor, y si Andújar resulta ser lo esperado, no necesitarán de un antesalista en todo caso.

Además, Brian Cashman hará que los aficionados de los Medias Rojas rompan en llanto y crear un maravilloso grupo de sluggers, digno de ser considerada la reencarnación de aquella temible alineación llamada "El Callejón de los Criminales". ¿Quién apuesta por 300 cuadrangulares?

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Huelga, esa temida palabra, se cierne en el horizonte de las Grandes Ligas.

A principios de esta semana, en conferencias telefónicas que los funcionarios del sindicato de peloteros sostuvieron con los representantes de los jugadores de cada equipo, se habló sobre la viabilidad de negarse colectivamente a presentarse en los entrenamientos de primavera hasta el 24 de febrero.

Aunque no se trata de una huelga como la que paralizó la temporada de 1994 y obligó a suspender la Serie Mundial, esta intentona sería en protesta por la cantidad de agentes libres que todavía siguen sin firmar.

Afortunadamente, el sindicato informó a los jugadores que una acción organizada de ese tipo constituiría una huelga ilegal en violación del Convenio Laboral Colectivo, por lo que se desechó la idea.

Son casi 200 los peloteros que siguen desempleados, pero no todos por las mismas razones.

Si los principales agentes libres no han firmado aún no ha sido por falta de ofertas, sino por ambición excesiva de los jugadores y sus agentes.

Pongamos el ejemplo de Eric Hosmer.

Los Reales de Kansas City le han ofrecido la nada desdeñable cifra de 147 millones por siete temporadas, siete millones más que la oferta de los Padres de San Diego por igual cantidad de tiempo.

Pero Hosmer y su agente Scott Boras quieren un pacto de mayor duración, de hasta diez años.

Entonces no es por falta de ofertas. También a J.D. Martínez, Yu Darvish, Jake Arrieta y otros encumbrados desempleados les han ofrecido jugosos pactos, aunque los hayan rechazado.

Lo que pasa es que los equipos parecen haber aprendido finalmente la lección de que esos contratos de una década son contraproducentes y termina pesando más que un piano de cola en una escalera.

Hay otros casos de peloteros más veteranos a quienes les resulta más difícil conseguir trabajo, porque muchos equipos prefieren apostarle a sangre más joven y barata.

No hay nada ilegal en que los equipos quieran proteger su dinero o invertirlo de manera más inteligente, ni razones justas y reales para que la unión vaya a la guerra contra el patronato.

Más que sindicato, esto es un club exclusivo de millonarios a quienes el dinero a veces se les va para la cabeza y olvidan, con acciones como estas, a quienes a la larga y aunque indirectamente, pagan sus salarios: los fanáticos.

Dice un refrán que la avaricia rompe el saco. Hoy no estamos en la época pre-agencia libre, cuando los dueños explotaban a su antojo a sus jugadores y les pagaban sueldos inferiores a los merecidos.

Sin olvidar que esto es un negocio, el poner el dinero tan por delante del juego en sí es como esos artistas sólo interesados en cobrar gruesos cheques, aunque su actuación en el escenario deje mucho que desear.

En estos tiempos que vive el béisbol, con la mejor salud financiera de la historia, un paro laboral podría tener consecuencias devastadoras, mucho peores que las de la huelga de 1994.

Reponerse de un golpe de esa naturaleza, sin sentido y amparado sólo en la ambición desmedida de los peloteros y sus agentes, tomará mucho más tiempo, aun cuando Giancarlo Stanton y Aaron Judge establezcan una épica carrera de jonrones, al estilo de la que protagonizaron Mark McGwire y Sammy Sosa en 1998.

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Los Cerveceros de Milwaukee han tenido una temporada baja ocupada, especialmente en el transcurso de la semana pasada, en lo que parece ser el final de un proceso de reconstrucción sorprendentemente corto, como si la gerencia tuviera un sentido de urgencia para poder competir en la campaña número 50 de la historia de la franquicia.

Las adquisiciones de los jardineros Lorenzo Cain, vía agencia libre, y Christian Yelich, en intercambio con los Marlins de Miami, más las firmas de los relevistas Matt Albers y Boone Logan han puesto a los fanáticos a soñar en la ciudad.

Pero incluso después de todas esas mejoras, el sitio Fangraphs todavía proyecta que los Cerveceros terminarán con un récord de 77-85, algo sorprendente, teniendo en cuenta que el año pasado tuvieron balance positivo de 86-76 y el equipo estuvo batallando hasta las fechas finales del calendario regular por entrar a la postemporada.

Pero al analizar en profundidad la plantilla del club, saltan a la vista algunos huecos importantes que pueden afectar su capacidad para competir con equipos más completos.

La rotación abridora es su problema más obvio.

Jimmy Nelson, quien tuvo en el 2017 la mejor campaña de su carrera (12-6 y efectividad de 3.49 en 29 aperturas), estará fuera de juego hasta junio mientras se recupera de una cirugía por un desgarramiento en el hombro derecho.

Los diestros Chase Anderson y Zach Davies parecen ser apuestas seguras para los puestos uno y dos, pero más allá de ellos, el staff de abridores está lleno de signos de interrogación, con el zurdo Brent Suter, el mexicano Yovani Gallardo, quien regresa a Milwaukee, y el venezolano Jhoulys Chacín. Eso no quiere decir que los Cachorros de Chicago y los Cardenales de San Luis no tengan sus propias dudas, pero la rotación de los Cerveceros sin Nelson podría ser una experiencia amarga durante la primera mitad de la temporada.

Y Milwaukee no tiene un bullpen como el de los Yankees de Nueva York, que alivie la carga de trabajo de los abridores como pueden ser los relevistas de los Bombarderos.

El puente para llegar desde los iniciadores al cerrador Corey Knebel, quien resultó una grata sorpresa el año pasado con sus 39 rescates y 126 ponches en 76 entradas, está lleno de grietas.

El zurdo Josh Hader debe ser el hombre del octavo episodio, pero está por verse si el recién llegado Albers es capaz de repetir los números que consiguió la pasada campaña con los Nacionales de Washington (7-2, 1.62), teniendo en cuenta que en 12 años de carrera tiene balance de 36-39 y efectividad de 4.13, números del montón.

Y Logan regresa de una lesión que lo marginó durante los últimos dos meses de su contrato con los Indios la temporada anterior.

El resto del cuerpo de apagafuegos es un grupo heterogéneo que incluye al venezolano Junior Guerra, Jacob Barnes, Olivier Drake y Jeremy Jeffress.

La ofensiva de Milwaukee probablemente pueda considerarse como una fortaleza, pero no deja de tener sus propios agujeros.

Queda por ver si el dominicano Jonathan Villar puede recuperarse de una campaña increíblemente pobre en el 2017, cuando se ponchó en más del 30 por ciento de sus turnos y su promedio de embasamiento (OBP) estuvo por debajo de .300.

En la receptoría, el venezolano Manny Piña es bastante confiable defensivamente hablando, pero con el madero está lejos de ser Jonathan Lucroy.

De todos modos, la llegada de Cain y Yelich viene a reforzar una alineación que puede resultar intimidante para los lanzadores rivales, sobre todo si el jovencito venezolano Orlando Arcia sigue su desarrollo ascendente, Travis Shaw repite una temporada de 30 jonrones y 100 impulsadas y Ryan Braun se mantiene saludable.

Eric Thames demostró en el 2017 que puede batear en Grandes Ligas, luego de destrozar la menos exigente liga coreana, mientras que los venezolanos Hernán Pérez y Jesús Aguilar y Eric Sogard, serán los principales reemplazos disponibles en la banca.

Está por verse cómo maneja el manager Craig Counsell su alineación diaria, con unos jardines sobrepoblados que además de Braun, Yelich y Cain, cuentan con un fildeador excepcional como Keon Broxton y el quisqueyano Domingo Santana, capaz de sacar 30 pelotas del parque en el 2017.

Alguna de estas piezas podrían todavía usarse como monedas de cambio para reforzar el pitcheo, el área que podría darle la razón a Fangraphs en su pesimista proyección.

A punto de cumplir medio siglo de existencia, los Cerveceros, nacidos en 1969 en la Liga Americana y cambiados a la Nacional en 1998, sólo han ido cuatro veces a la postemporada, con una visita a la Serie Mundial (1982), que perdieron 4-3 ante San Luis.

La última vez que estuvieron en playoffs fue en el 2011, cuando también fueron eliminados por los Cardenales en la serie de campeonato del viejo circuito.

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El mercado de agentes libres en Grandes Ligas sigue lento, y a dos semanas de que abran los campos de entrenamientos primaverales, unos 200 jugadores siguen sin trabajo.

Entre ellos está el bate más cotizado disponible en la agencia libre, el del cubanoamericano J.D. Martínez, quien hasta ahora la mejor oferta que ha recibido es la que le hicieron los Medias Rojas de Boston, por 100 millones de dólares en cinco temporadas.

El poderoso Scott Boras, agente de Martínez, quiere más, mucho más, pues según reportes, busca para su cliente un pacto superior a los 200 millones y entre siete y diez temporadas, algo que, tal como se está moviendo el mercado, parece imposible de conseguir.

El pelotero nacido en Miami demostró en el 2017 ser una máquina de batear jonrones e impulsar carreras, las dos categorías fundamentales de la ofensiva, aunque las nuevas métricas traten de minimizarlas.

En 119 juegos de la pasada campaña, Martínez despachó 45 bambinazos y remolcó 104 carreras, tras perderse mes y medio al inicio de la temporada por una lesión.

Sólo Giancarlo Stanton (59) y Aaron Judge (52) botaron más pelotas que él, pero...

Con 30 años cumplidos, la aspiración a un contrato de diez temporadas suena utópico, pues los equipos parecen finalmente haber aprendido la lección.

Esos pactos tan largos a jugadores que ya superaron la treintena terminan convirtiéndose en pesadas cruces en sus últimos años, cuando no hay proporción entre salarios y rendimiento.

Además, por segunda campaña seguida, Martínez ha tenido limitaciones por problemas de salud. Mientras en el 2017 jugó 119 partidos, un año antes participó en 120 encuentros.

Son 83 los juegos que se ha perdido en dos años, el equivalente a poco más de media temporada.

Sin embargo, a pesar de esos contras, la oferta de Boston es demasiado baja para uno de los dueños de mayor poder en bruto de todo el béisbol.

Sobre todo, después de que Lorenzo Cain, un bateador bastante inferior, acaba de recibir un acuerdo con los Cerveceros de Milwaukee por 80 millones y cinco años.

Pero a pesar de la necesidad de un bate de su calibre, los Medias Rojas no parecen inclinados a mejorar la oferta.

Es ahora que los Indios de Cleveland deberían aprovechar a ir tras sus servicios.

Es allí donde Martínez parecería encajar a las mil maravillas, pues aunque su defensa está por debajo del promedio, los Indios tienen unos jardines llenos de dudas.

Michael Brantley ha jugado apenas 111 partidos en dos años, 11 en el 2016 y 90 en el 2017, y no se sabe cuándo estará listo para jugar en el 2018, tras someterse en diciembre pasado a una cirugía en el tobillo derecho.

Jason Kipnis, aunque no lo hizo mal, es un segunda base convertido en patrullero central, con apenas 11 juegos en esa posición, mientras el equipo perdió en la agencia libre a Jay Bruce y a Austin Jackson, quienes fueron a los Mets de Nueva York y los Gigantes de San Francisco, respectivamente.

A eso súmenle que la ofensiva de la tribu se debilitó cuando el dominicano Carlos Santana hizo sus maletas rumbo a los Filis de Filadelfia y que en dos campañas más su compatriota Edwin Encarnación, de 34 años, terminaría su actual contrato.

Por eso suena conveniente asegurar a Martínez para colocarlo en el medio de una alineación que tendrá por delante al quisqueyano José Ramírez y al puertorriqueño Francisco Lindor, dos hombres de alto promedio de embasamiento que podrían anotar muchas carreras remolcadas por el cubanoamericano.

Pero para ello, la gerencia necesita abrir a billetera con más amplitud que Boston, aunque sin caer en peligrosos excesos, para que no duela pagar en los años finales del contrato, cuando el jugador entre inevitablemente en la curva descendente de su rendimiento.

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No era un letrero de "Abierto Para Negocios", como su mentor Roland Hemond colocó alguna vez en un vestíbulo en unas reuniones invernales hace algún tiempo. Pero Dave Dombrowski se sentó en una suite de un hotel en Orlando, Florida, en diciembre pasado, apuntando a una lista de jugadores en el bolsillo de su chaqueta, y dijo para que todo el mundo lo escuchara que los Medias Rojas de Boston estaban listos para hacer acuerdos en la temporada baja.

"Nosotros sabemos lo que queremos", dijo Dombrowski. "Pero estás en contacto con dos cosas: el mercado de cambios y la agencia libre. Esas cosas no las puedes controlar".

Un mes después, los Medias Rojas siguen teniendo las mismas necesidades, mayormente un gran bate en el medio de la alineación, y la lista en la chaqueta de Dombrowski se sigue empequeñeciendo, aunque a un paso históricamente lento.

Y además, con el inicio del festival anual de fanáticos del equipo este viernes en el Foxwoods Resort Casino en Mashantucket, Connecticut - y restando 25 días para que se reporten lanzadores y receptores a los entrenamientos primaverales -- ¿dónde están las cosas con el agente libre J.D. Martínez y los otros objetivos de Boston en la temporada baja?

¿Cuánto necesitan realmente los Medias Rojas a Martínez?

Oh, solo lo necesario para ganar una serie de postemporada.

Consideren esto: De los 74 jugadores que conectaron al menos 25 jonrones la pasada temporada, nuevo record para el béisbol, ni uno solo de ellos estuvo con los Medias Rojas. Y esto: Martínez conectó más batazos de larga distancia luego del receso del Juego de Estrellas (31 veces) que cualquier otro bateador de los Medias Rojas en toda la temporada. Y esto: Boston terminó último en cuadrangulares en la Liga Americana por primera vez desde que Mookie Betts utilizaba pañales.

Han pasado 15 meses desde que David Ortiz se retiró e igual cantidad de tiempo desde que los Medias Rojas tuvieron una verdadera amenaza en el medio de su alineación. No en balde los ratings de television en la telecadena del equipo New England Sports Network han bajado un 15 por ciento desde el 2016.

Martínez podría ser también el Ortiz de su generación, un estudioso del bateo que descubrió su poder en el plato en sus medianos 20 años tras ser dejado en libertad. En los pasados cuatro años, solo él y Mike Trout han bateado para .300 con al menos 125 jonrones y un OPS ajustado de 100 o más.

Con Martínez, la alineación podría lucir de la siguiente forma:

RF Betts

LF Andrew Benintendi

DH Martínez

3B Rafael Devers

1B Hanley Ramírez/Mitch Moreland

SS Xander Bogaerts

2B Dustin Pedroia

C Christian Vázquez/Sandy León

CF Jackie Bradley Jr.

Sin Martínez, bueno, buena suerte.

Así que, ¿qué los detiene?

Como siempre, todo se reduce a dinero y años. Especialmente los años.

Jacoby Ellsbury tenía 30 años, la misma edad que tiene ahora Martínez, cuando Boras negoció su acuerdo de siete temporadas con los Yankees de Nueva York en el invierno 2013-14. Un par de semanas después, Boras le consiguió un acuerdo de siete años a otro jardinero, Shin-Soo Choo, a los 31 años. Boras además consiguió un contrato de nueve años para el toletero Prince Fielder con los Tigres de Detroit, que en ese momento eran manejados por Dombrowski, en 2012.

Y no hay dudas que Boras quiere al menos siete años para Martínez, cuya posición en la lista de deseos de los Medias Rojas no es un secreto.

"El mundo entero sabe, incluyendo a Scott Boras, su opción preferida", dijo una fuente de Grandes Ligas.

Pero los Medias Rojas no quieren tanto a Martínez como para estar dispuestos a darle un cheque en blanco. Una fuente le dijo a Buster Olney que ellos hicieron una oferta a Martínez por cinco años y alrededor de $100 millones. Los Medias Rojas han firmado anteriormente a jugadores de posición con contratos a largo plazo, siendo uno de los más notables la extensión de ocho años que le dieron a Pedroia, pero además dieron malos acuerdos, como el que le dieron a Carl Crawford (siete años y $142 millones) y Pablo Sandoval (cinco años, $95.5 millones).

Y cuando se trata de Martínez, lo último que los Medias Rojas quieren es apostar en contra de ellos mismos.

Hablando de eso, ¿cuán robusto está el mercado por Martínez?

No se puede negar que Martínez es quien encabeza la clase de agentes libres de este año. Pero su momento no pudo haber sido peor.

Con Bryce Harper, Manny Machado y Josh Donaldson pautados para entrar al mercado el año que viene, los que usualmente gastan mucho dinero - los Yankees y los Dodgers de Los Angeles, en particular - están intentando apilar dinero y bajar sus nóminas por debajo del límite del impuesto de lujo en preparación para irse de compras en el invierno próximo.

Martínez parece generar gran interés a los equipos contendientes que necesitan ofensiva y que no quieren esperar. Más allá de su talento, él no era elegible para una oferta calificada porque fue cambiado en medio de la pasada temporada, lo que significa que el equipo que lo firme no tendrá que ceder un turno del draft en compensación. Pero los Cardenales de San Luis trajeron en cambio al jardinero Marcell Ozuna, mientras los Gigantes de San Francisco hicieron intercambios por el antesalista Evan Longoria y el jardinero Andrew McCutchen.

¿Y los Diamondbacks? A ellos les encantaría tener de vuelta a Martínez, dado todo lo que él hizo por ellos tras llegar mediante cambio en el verano pasado. Incluso trajeron a Robert Van Scoyoc, el coach de bateo personal de Martínez, como consultor, y existe el pensamiento que Martínez prefiere jugar en los jardines a ser bateador designado. Pero a menos que el gerente Mike Hazen pueda salir del as Zack Greinke, a quien se le deben $126.5 millones en los siguientes cuatro años, parece poco probable que Arizona pueda encajar a Martínez en su nómina.

Quizás exista algún equipo misterioso allá afuera. Y todo el mundo sabe que Boras es un experto creando un mercado cuando parece que un jugador se está quedando sin opciones.

"Slugging de .690 [la pasada temporada]. Por eso es que yo lo llamo el 'King Kong del slugging'", dijo Boras el mes pasado, en modo completo de vendedor. "Él se separa del resto de los grandes - los [Giancarlo] Stanton, los [Mike] Trouts, todos ellos. Existe una diferencia de 40-50 puntos".

¿Acaso los Medias Rojas tienen otras opciones?

Seguro, pero están disminuyendo lentamente.

Los Medias Rojas llegaron a contactar a los Marlins sobre Stanton pero nunca estuvieron realmente en la batalla porque él no estaba dispuesto a ceder su cláusula de no cambio por ellos. Ellos llegaron a explorar posibles cambios por Ozuna, el primera base de los Medias Blancas de Chicago José Abreu y otros, incluyendo a Machado. En cada caso, ellos carecen de los prospectos de primer nivel que se necesitaban para hacer un acuerdo, ya que su sistema de fincas ha sido diezmado por anteriores transacciones de Dombrowski.

En el mercado de agentes libres, Carlos Santana firmó con los Filis de Filadelfia y Jay Bruce con los Mets de Nueva York, pero Logan Morrison y Lucas Duda siguen siendo potenciales reemplazos, pero poco inspiradores. Eric Hosmer sigue sin firmar también, aunque es poco probable que encaje en Boston ya que los Medias Rojas firmaron de vuelta a su inicialista Moreland el mes pasado.

Internamente los Medias Rojas han hablado de atacar el mercado de lanzadores, donde los agentes libres Yu Darvish y Jake Arrieta están disponibles. Pero el equipo tiene $63.5 milliones invertidos en David Price, Rick Porcello y Chris Sale para el 2018 y están contentos con su rotación de abridores, a pesar que Drew Pomeranz y posiblemente Price podrían ser agentes libres luego de la temporada.

Si las cosas se caen con Martínez, quizás lo más probable es que los Medias Rojas se queden quietos y esperen recibir mejoras en el rendimiento de parte de Bogaerts, Ramírez, Bradley y Betts, y entonces intentar añadir un bateador antes de la fecha límite de cambios directos.

Así que, ¿qué va a ocurrir?

Quizás tome algunas semanas más, quizás llegue hasta los entrenamientos primaverales, pero sigue haciendo el mayor sentido para todo el mundo que los Medias Rojas y Martínez logren cuadrar un acuerdo de digamos, seis años y $180 milones.

Ambas partes se necesitan demasiado una a la otra como para evitar que eso no ocurra.

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