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Salida de Verlander marca el fin de una era en Detroit

El gerente general de los Tigres de Detroit, Al Ávila, descubrió a Justin Verlander en la primavera de 2004, cuando Verlander lanzó para Old Dominion un día que Ávila recuerda como frío y nublado. Verlander luchó y lanzó muchos lanzamientos, y Ávila, mirando desde las gradas, asumió que un relevista sería llamado para la sexta o séptima entrada.

"Lanzó las nueve entradas," dijo Ávila, "todavía lanzando a 100 mph en la parte final del juego".

Los Tigres seleccionaron a Verlander con la segunda selección general en el draft de ese año, y Ávila estaba en la sala cuando Verlander firmó ese primer contrato. El hijo de Ávila, Alex Ávila, se convertiría en el receptor personal de Verlander, los dos crecieron tan cerca que las familias de Alex y Justin vacacionaban juntas. Así que con toda esa historia, el adiós entre Verlander y Al Ávila, después que el gerente general de Detroit cambiara a Verlander la medianoche del jueves, fue más que un apretón de manos formal. Era más como ver a un sobrino que se trasladaba a otra parte del país.

"Hoy nos abrazamos como tres veces en el clubhouse", comentó Ávila, hablando desde su oficina el viernes por la noche.

Los sentimientos han sido echados a un lado por necesidad en Detroit, en la medida en que Ávila también cambió a su hijo, entre muchos otros jugadores. J.D. Martínez fue el primero en irse, seguido por Justin Wilson, Justin Upton y Verlander.

Al Ávila le había aconsejado a su jefe, el director ejecutivo de Detroit y al presidente Chris Ilitch, que la trayectoria de los Tigres no era sostenible. El envejecido equipo se había apoyado en contratos caros y una nómina de salario récord, mientras necesitaba de talento joven (y barato). Con la bendición de los propietarios, Ávila hizo movimientos que han reducido enormemente la deuda del equipo y mejoró un sistema de granja que generalmente ha sido uno de los peores del deporte en la última década.

Pero los cambios de Martínez, Alex Ávila, Wilson, Upton y Verlander también parecen señalar el final de una era en la que los Tigres, que operaban bajo Mike Ilitch, quien falleció en febrero, gastaron mucho más allá del potencial empresarial del equipo.

"No vamos a estar gastando como estábamos, pasándonos del impuesto de lujo, haciendo clic en la regla del servicio de la deuda", indicó Ávila. "Empujamos el sobre y tuvimos algún éxito. No era el mejor modelo de negocio. Realmente tenemos una filosofía diferente".

Lo que significa que a medida que los Tigres avanzan más allá de un ciclo de reconstrucción que está comenzando, su nómina se verá más cerca de los Astros de Houston que la de Dodgers de Los Ángeles o los Yankees de Nueva York. Detroit ha sido durante mucho tiempo un ente peculiar con sus gastos, pero ahora la responsabilidad es la de elegir a los jugadores adecuados, como Alex Faedo, el lanzador que seleccionaron en la primera ronda del draft de junio, y fomentar el desarrollo del sistema de granjas. Elaborar y desarrollar, construir desde dentro.

Ávila reiteró el viernes que no estaba bajo órdenes de deshacerse de salario este verano; más bien, Ilitch le dio luz verde a su plan de esperar a lo que los Tigres consideraran ser las ofertas correctas y apropiadas por el talento de Verlander y los otros. Por ejemplo: el segundo base Ian Kinsler fue reclamado en waivers en agosto, y los Tigres lo trajeron de vuelta, en lugar de descargar su salario, y Detroit mantiene una opción sobre Kinsler para 2018.

A medida que comenzó el período de cambios del verano, Ávila y su personal identificaron lo que pensaban que sería un retribución justa por Verlander, y los Tigres mantuvieron amplias conversaciones con los Astros, Cachorros de Chicago, Dodgers, Yankees y otros equipos antes del 31 de julio. Pero la oferta correcta no tomó forma para los Tigres; estaban completamente preparados para cargar con el lanzador en el invierno de 2017-18.

Verlander pasó a través de waivers a principios de agosto, no es de sorprender, dada su cláusula de no-cambio y los $ 56 millones que se le debían por las próximas dos temporadas. Houston podría haber presentado una reclamación, pero no lo hizo. Durante los primeros 30 días de agosto, Ávila ofreció la misma evaluación a Verlander cuando los dos hombres discutieron las posibilidades de un cambio: "Es posible, pero no creo que sea probable".

La perspectiva de los Astros aparentemente cambió dramáticamente a través de un agosto difícil. A mediados de la semana pasada, Houston intensificó su oferta por Verlander significativamente, a los ojos de los Tigres. Ávila comenzó a informar a los equipos que pensaba que tenía la oportunidad de hacer un trato. Verlander ayudó al esfuerzo de los Tigres teniendo una efectividad de 2.31 en sus 11 aperturas finales para Detroit, su velocidad media en su bola rápida alcanzó las 95.3 mph, la décima mejor en béisbol.

A medida que los Astros y los Tigres avanzaban en sus negociaciones el jueves por la noche y el plazo de la medianoche se acercaba, Ávila -trabajando desde su casa con su personal- llamó a Verlander y le dijo que había un acuerdo al que el lanzador tendría que decir "sí" o "no".

"Déjame pensar en ello y te devolveré la llamada", contestó Verlander.

No mucho después, recordó Ávila, Verlander respondió y dijo "sí". Para que el acuerdo fuera oficial, Ávila necesitaba que Verlander firmara formalmente un documento que indicaba que estaba renunciando a su cláusula de no-cambio. Entonces Ávila envió dos empleados a la casa de Verlander, a pocos kilómetros de distancia. Verlander firmó y el documento fue rápidamente enviado por correo electrónico a la oficina central de MLB.

Detroit aterrizó tres de los mejores prospectos de Houston, incluyendo el pitcher Franklin Pérez, que ya es el jugador de los Tigres de mayor rango entre los prospectos de MLB.com, y el jardinero Daz Cameron, hijo del veterano Mike Cameron.

Mike Ilitch compró a los Tigres en 1992 y repartió muchos dólares para mantener al equipo atestado de estrellas: Ivan Rodríguez, Magglio Ordóñez, Kenny Rogers, Prince Fielder, Miguel Cabrera, Upton y Verlander. Detroit llegó a la postemporada cinco veces en nueve años y organizó los juegos de la Serie Mundial en 2006 y 2012. Algunos Tigres creerán por el resto de sus vidas que fueron el mejor equipo de béisbol en 2013, antes de que un swing de David Ortiz inclinara la Serie de Campeonato de la Liga Americana en favor de Boston y los Medias Rojas prevalecieron.

Pero ese tipo de equipo de Tigres -un club saturado de estrellas veteranas muy caras- podría estar en extinción ahora. En lo adelante, las ganancias del mercado definirán el presupuesto del club que, inevitablemente, tendrá un enfoque más conservador.