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Olney: ¿Los swings largos, los elevados y los ponches han distorsionado al béisbol?

El juego de muchos ponches y gran poder de Joey Gallo lo convierte en uno de los protagonistas del presente. Bob Levey/Getty Images

SAN LUIS, Misuri - Los números conducen los cambios que se producen en el béisbol y los números son indisputables.

Hecho: Un pitcher abridor que se enfrenta a una alineación por tercera o cuarta oportunidad experimentará un declive en su nivel de desempeño, por lo general. Como resultado, los abridores son retirados de los partidos más temprano que nunca.

Hecho: Los pitchers relevistas están lanzando a mayor velocidad que nunca, disminuyendo las oportunidades de los bateadores de poner la pelota en juego.

Hecho: Al dificultarse la posibilidad de generar hits contra mayores velocidades y formaciones defensivas especiales, los bateadores están haciendo swing de forma más agresiva, con mayores ángulos de salida, haciendo un esfuerzo para levantar la pelota. Esta forma de trabajar está generando una mayor cantidad de jonrones y, aparentemente, acelerando las cifras de ponches.

Algunos ejecutivos que han seguido los números y contribuido ya diseñar los dramáticos cambios a este deporte no muestran objeciones a los swings grandes, elevados inmensos y ponches al aire. "No tengo problema con ello", nos indicó el otro día un oficial de un equipo. "Sólo estamos tratando de adaptarnos a la situación y ganar partidos".

Sin embargo, muchos ejecutivos de las Grandes Ligas aborrecen el monstruo de Frankestein que los números y la ciencia han ayudado a crear, en un desfile de duelos entre lanzadores de relevo y bateadores que cada vez más muestran poder excesivo. "Lo detesto", dijo un evaluador de alto nivel. "No es tan divertido de ver".

Gracias a la aplicación del análisis estadístico en situaciones competitivas, la presencia de los pitchers abridores en los partidos se ha reducido, junto con sus cargas de trabajo y su relativa importancia. Hace 15 temporadas, 44 lanzadores abridores sumaron 200 o más innings. El año pasado, apenas 15 pitchers lograron trabajar por lo menos 200 entradas.

Por el contrario, hay más pitchers con apariciones más cortas e increíbles velocidades. Los maratonistas del béisbol (aquellos pitchers abridores que han debido desarrollar una estrategia a fin de enfrentarse a una alineación por tercera o cuarta ocasión) se convierten en una especie cada vez en mayor peligro de extinción, reemplazados por relevistas a quienes se les pide lancen tan fuerte como puedan por un inning, quizás dos, siendo entrenados y desarrollados para dicha tarea. Están pitcheando más fuerte que nunca.

"Antaño, cuando se veía a un relevista alcanzar 100 millas por hora, era algo importante", dijo un oficial de la Liga Nacional. "La gente metida dentro del mundo del béisbol hablaba al respecto. Ahora, verán que cierto relevista del cual nunca hemos oído mencionar sale del bullpen pitcheando a 100 millas por hora todos los días".

Si están pensando que eso es una exageración, consideren entonces el número total de pitcheos lanzados sobre las 98 millas por hora año tras año, cifra suministrada por Sarah Langs de ESPN Stats & Information:

2009: 4.618
2010: 5.363
2011: 4.766
2012: 6.115
2013: 6.026
2014: 7.080
2015: 10.099
2016: 11.451
2017: 17.192
2018: 2.139 (a ritmo de terminar con una cifra superior a 20.000)

El incremento en la velocidad implica menor tiempo para que los bateadores puedan reaccionar en su labor de intentar chocar con la pelota y por ello, naturalmente, la cifra de ponches se ha incrementado de forma dramática. En 2009, cuando el número de pitchers que lanzaban a vertiginosas velocidades comenzaba a aumentar, 82 bateadores alcanzaron a sumar por lo menos 100 ponches. En la pasada campaña, 140 toleteros llegaron al umbral de los 100 abanicados.

Con los cambios defensivos haciéndose más frecuentes, los bateadores (muchos de ellos alentados por sus respectivas organizaciones) están buscando hacer que la pelota cruce el aire, pase sobre los infielders, con las esperanzas de que puedan elevarla por encima de los jardineros también. He ahí la razón por la cual el ángulo de salida se ha convertido en un tema digno de registrar (y expresado) mediante la recolección de datos. Según Statcast, el angulo de salida promedio se ha incrementado de forma significativa durante las cuatro temporadas anteriores, a medida que los bateadores han adoptado esta estrategia, ascendiendo de los 10.1 grados de 2015 a 10.8 (2016) hasta 11.1 (2017) y los 11.8 grados registrados como promedio en la presente campaña.

La cifra total de jonrones se ha catapultado en 2017, con 117 bateadores sumando 20 o más cuadrangulares, número muy superior al registrado en 2001, durante el apogeo de la era de los esteroides, cuando 88 bateadores sumaron 20 o más jonrones; superando con creces a 2011, cuando 68 toleteros lograron batear más de 20 bambinazos.

Los promedios de bateo en todo el béisbol siguen cayendo, disminuyendo así el número de rallies sostenidos y quizás, alimentando el deseo colectivo de los bateadores de enviar la pelota para la calle y en consecuencia, aumentando la frecuencia de ponches.

"Parece que esta temporada, todas las noches, recibimos una notificación en el teléfono de que alguien tiene un intento de no-hitter vivo en el sexto inning", dijo un empleado del Busch Stadium el sábado.

Su tesis tiene fundamento. Según la data de Langs, se han producido 16 intentos de no-hitters de por lo menos seis episodios el presente año. Hubo un total de 24 intentos de partidos sin hit que llegaron al sexto inning durante toda la temporada 2017.

El producto que Major League Baseball nos presenta está cambiando rápidamente. Los pitchers abridores con estatus de ases dominaron durante mucho tiempo los argumentos que manejaban para vendernos este deporte, y el relato para persuadirnos a comprar boletos. Durante muchos años, la parte superior de cada comunicado de prensa enviado por los equipos incluían una lista de abridores probables, dándole así el hábito a sus clientes de revisar los posibles enfrentamientos. Si la lucha libre profesional nos presentaba a Andre the Giant y a Hulk Hogan vs. Ric Flair, el béisbol nos ha presentado, en su intento de presentarnos a este deporte como un cuento, a Koufax contra Marichal, Gibson versus Seaver, Jack Morris contra John Smoltz, Bumgarner contra todos quienes le desafien. El Gran Tren. El Expreso. La Gran Unidad. El Cohete. Pedro. Maddux.

Cuando Jane Leavy escribió su biografía de Sandy Koufax, utilizó su juego perfecto pitcheado en 1965 (el último de los cuatro encuentros sin hit de su carrera) para estructurar la narración, una decisión brillante que tenía sentido. Fue el mejor partido de la dilatada trayectoria del pitcher.

Ahora, resulta poco probable imaginarse que alguien escribirá un libro sobre el partido sin hits que los Dodgers lograron ante los Padres el viernes. Muchos equipos impondrán récords internos de la franquicia en ponches este año, o por lo menos así parece ser. Sin embargo, San Diego es líder de la industria en ponches, con 337 en 33 encuentros. A fin de colocar esa cifra en perspectiva, recuerden que Randy Johnson es líder de todos los tiempos en promedio de ponches por cada nueve innings, con 10.6. Los Padres de 2018 promedian 10.2 ponches por encuentro.

Luego de ver que los pitchers de los Dodgers abusaron de los Padres en la noche del viernes (el lanzallamas Walker Buehler dominó por espacio de seis innings, seguido por un trío de relevistas), de alguna forma parecía inevitable considerar su irrelevancia. "Cien por ciento", dijo un evaluador tras la conclusión del cotejo. "Significa literalmente nada y será olvidado rápidamente".

Debido a los cambios que sufre el proceso de desarrollo de peloteros, gracias a la influencia cada vez más marcada del uso del análisis estadístico, no queda claro si los posibles herederos del legado del "as del pitcheo" podrán alcanzar a plenitud el mismo estatus de otros tiempos y ser considerados como el proximo Bumgarner, Pedro o Randy Johnson. Los prometedores lanzadores jovenes se encuentran limitados en cuanto a la cantidad de innings de labor a medida que avanzan en ligas menores a fin de proteger sus brazos. Una vez llegan a Grandes Ligas, están siendo utilizados de forma más conservadora, con mentores que los sacan de acción una vez que empiezan a sufrir traspies en su tercer enfrentamiento contra una alineación.

Si los ases del pitcheo siguen desapareciendo, entonces, surge una pregunta cada vez más importante: ¿Quién asumirá su lugar como argumento para vender boletos? Un ejecutivo indicó que, quizás, la nueva dinámica de los pitchers en este deporte es personificada por Josh Hader, de los Cerveceros de Milwaukee, quien suelta rectas, sliders y cambios desde ángulos inesperados y ha ponchado a casi dos terceras partes de los bateadores a los cuales se ha enfrentado este año. Hader es un pitcher que ha generado mucho interés dentro de la industria del béisbol.

Sin embargo, debido a la naturaleza del rol de Hader, sería sumamente difícil poder venderlo a los consumidores del espectáculo de la pelota de la misma forma en la cual se puede vender a un Pedro Martínez, Roger Clemens o Max Scherzer. Hader está reservado para un rol muy específico (lanzar un inning, o dos o tres cuando Milwaukee tiene ventaja en la pizarra) y nadie puede anticipar qué día va a lanzar. Es un arma increíble para ganar partidos en las circunstancias presentes en 2018. En cuanto al negocio del béisbol, se trata de otro pitcher relevista que hace filas en un creciente ejército de lanzadores de relevo: de 14.238 apariciones de relevo en 2009 hemos pasado a 15.657 en la anterior zafra. Actualmete, el béisbol se encuentra a un ritmo en el cual cerrará la temporada con 16.099 relevistas haciendo acto de presencia en los encuentros.

El problema con las actuales tendencias dentro de este deporte, indica un evaluador, es que es difícil poder imaginarse que el béisbol pueda salir de su vorágine actual sin alguna alteración en sus fundamentos. MLB quizás no pueda ser capaz de poder presentar un producto en el cual haya mayor acción y pelotas puestas en juego sin tomar medidas como la disminución de la altura de la lomita, por ejemplo, o aumentar la distancia desde el morrito hasta el home plate o cambios en la zona de strike. "¿Qué tal si hacemos algo que ayude a los bateadores?", nos preguntó.

A menos que eso ocurra, el análisis estadístico seguirá motivando a que se utilice una mayor cantidad de relevistas que lancen a velocidades cada vez mayores, lo cual hará que los bateadores confronten mayores dificultades para hacer contacto. Los números son los números.