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Para jugar en medio de coronavirus se requiere una gran voluntad y mucha responsabilidad

Cuando las Grandes Ligas de béisbol (MLB) se lanzaron a la aventura de jugar una temporada en medio de la pandemia del coronavirus, que solamente en Estados Unidos ha matado a 155 mil personas, todos los involucrados sabían que para llevarla a cabo se requerirían de una gran voluntad y mucha responsabilidad.

Tomando en cuenta la naturaleza del COVID-19 --un microorganismo escurridizo que se burla de la comunidad científica del planeta cambiando constantemente su comportamiento-- y la inexistencia de una vacuna, la oficina del comisionado elaboró un detallado 'Manual de Operaciones 2020' de más de cien páginas que regula cada aspecto, incluyendo el comportamiento de jugadores y coaches, dentro y fuera del terreno.

Desde que se convocó a una segunda fase de entrenamientos en julio hasta hoy, cuando entramos a la segunda semana completa de la temporada regular de 60 juegos, una abrumadora mayoría de los participantes ha tenido un comportamiento ejemplar en los esfuerzos por controlar y evitar la propagación del coronavirus.

Lamentablemente, el germen no necesita de muchos errores y descuidos para reproducirse a la velocidad de la luz y contaminar todo a su paso. Basta con que se descuide una sola persona para que todo el esfuerzo de millares se vaya por la alcantarilla.

Primero tuvimos a los Miami Marlins, que --tras su primera serie del año, tres juegos en Filadelfia del 24 al 26 de julio-- fueron afectados por un brote de coronavirus que contagió a más de la mitad de su roster activo, le impidió jugar por una semana y, de paso, produjo un efecto en cadena que tocó al menos a otras cuatro organizaciones y obligó a la MLB a posponer alrededor una buena cantidad de encuentros y a reformular el calendario original de juego.

Casi inmediamente, miembros de los St. Louis Cardinals comenzaron a dar positivo a las pruebas regulares que están haciendo las Grandes Ligas este año y debieron suspender la serie que jugarían en el fin de semana contra los Milwaukee Brewers en el Miller Park.

Tanto la investigación del comisionado sobre el caso de los Marlins, así como las denuncias preliminares en redes sociales sobre los Cardinals apuntan a que el descuido y relajamiento del Manual de Operaciones 2020 jugó un rol importante, aunque no necesariamente el único, en las primeras dos crisis importantes que ha debido enfentar una temporada que se juega en condiciones extremadamente adversas.

Una temporada, que para el colmo, no dispone de muchos días para reprogramar juegos pospuestos. Ésa fue una de las razones por las que MLB y la Asociación de Peloteros de Grandes Ligas (MLBPA) se pusieron de acuerdo para reducir a siete entradas los juegos de las necesarias doble tandas que deberán celebrarse para que la mayoría de clubes juegue la mayoría de sus 60 juegos de calendario en los 66 días hábiles.

El viernes, citando fuentes anónimas, ESPN reportó que el comisionado Rob Manfred había informado a Tony Clark, el director ejecutivo de MLBPA, que si el deporte no hace un mejor trabajo en el manejo del coronavirus, podría verse obligado a cancelar la temporada.

Al día siguiente, Manfred informó a ESPN que se mantenía confiado en que la temporada 2020 pueda continuar y que, ahora mismo, no hay ninguna razón para pensar en detener el torneo.

"Estamos jugando", dijo Manfred a Karl Ravech. "Los jugadores necesitan ser mejores, pero en general no soy alguien quien renuncia, y no hay razón para renunciar ahora. Debemos ser fluidos, pero es manejable", agregó el primer mandatario del béisbol estadounidense.

Las cifras generales avalan a Manfred, los equipos, jugadores, coaches y personal que labora alrededor de los clubes: En el reporte conjunto de pruebas y monitoreo de salud de la MLB y la MLBPA del viernes se informó que la semana pasada se realizaron 11,895 pruebas y apenas 29 (20 jugadores y nueve otros empleados) dieron positivo, para un 0.2% de nuevos positivos. De los 29 positivos, 21 fueron de un mismo equipo, presumiblemente los Marlins.

El reporte destacó, además, que hasta el jueves de la semana pasada se habían realizado 40,783 pruebas y que 58 habían encontrado rastros del COVID-19, un 0.1% de positivos. Solamente 42 de esos casos involucró a peloteros, de los rosters regulares y de los entrenamientos alternos.

En sentido general, los números son positivos. Pero de nuevo, una manzana podrida puede dañar toda la canasta, especialmente con un virus que se ufana de ser incontrolable en un ciento por ciento.

Hasta ahora, cerca de una veintena de jugadores, incluyendo los jardineros Lorenzo Cain y Yoenis Céspedes y el lanzador Francisco Liriano en el fin de semana, optaron por no jugar en medio de la pandemia.

El hecho de que algunos peloteros hayan violado las recomendaciones, poniendo en peligro a sus compañeros, podría provocar un aumento en las deserciones. Eso es algo que está por verse.

Lo que sí está bien claro es que para llevar a feliz término esta temporada especial, todas las partes involucradas tendrán que hacer su mayor esfuerzo, pero sobretodo tener gran voluntad y mucha responsabilidad.