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Marlins se desinflan como la burbuja inmobiliaria

Fue bonito mientras duró. El equipo joven, sin mucho apoyo de su afición, luchó contra muchas adversidades y puso a soñar a sus pocos, pero fieles fanáticos.

Pero los Marlins de Miami hoy parecen estar desinflándose como la famosa burbuja inmobiliaria que hace unos años hizo desplomarse los precios de las viviendas y dejó a millones de propietarios en la calle por no poder pagar sus hipotecas.

Los Marlins sobrevivieron al prolongadísimo slump de su toletero Giancarlo Stanton y a la suspensión por media temporada de su segundo bate y primer bate titular, Dee Gordon.

El manager Don Mattingly, llegado a Miami tras fracasar con los poderosos Dodgers, logró crear una muy buena química entre los jovencitos y algunos veteranos como el japonés Ichiro Suzuki y el venezolano Martin Prado.

Hasta que llegaron las lesiones a granel que amenazan con descarrilar definitivamente a un equipo que llevaba muy buen paso hacia la postemporada, sin importar la presencia de los New York Mets, campeones vigentes de la Liga Nacional, en la división Este.

Primero fue Justin Bour, el primera base que sin haberse establecido totalmente como un estelar en las Mayores, sí era un bate de respeto en la parte gruesa de la alineación.

Luego vino el zurdo Wei-Yin Chen, firmado como agente libre en el invierno y designado inexplicablemente como abridor del Juego Inaugural de la campaña.

Pero lo que había ocurrido primero a cuentagotas se convirtió en un torrente, cuando en una misma semana fueron a dar a la lista de lesionados Stanton, el abridor zurdo Adam Conley y el cerrador A.J. Ramos.

Demasiado para un solo corazón. Stanton ya había salido de su mala racha, cuando queda fuera por el resto de la temporada, algo que se ha vuelto ya habitual en su carrera.

También Chen se fue del aire hasta el 2017 y parece que lo mismo pasará con Bour, quien no ve acción desde el 2 de julio.

El joven bullpen, conformado entre otros por Kyle Barraclough, Dustin McGowan y Nick Wittgren, ha sido uno de los renglones que ha mantenido a flote al equipo, pero que a esta altura ya comienza a resentirse de un trabajo excesivo.

Encima de eso, los supuestos refuerzos adquiridos antes del 1 de agosto para ayudar al empujón final no han sido tales.

El relevista dominicano Fernando Rodney, que llegó de los Padres de San Diego con una efectividad de 0.31, ha trabajado para 5.06 con el uniforme de los peces.

El abridor Andrew Cashner ha sido un desastre desde que se afeitó la barba y tiene marca de 0-2 y promedio de limpias de 5.48 con Miami.

Y Colin Rea, adquirido también de los Padres, fue devuelto como mercancía dañada después de una apertura.

La desesperación por evitar una caída libre es tal que llevó a la gerencia a pensar en la contratación de Alex Rodríguez, un veterano acabado que fue desechado por los Yankees de Nueva York.

Además, se menciona el nombre del dominicano Carlos Gómez, dejado en libertad por los Astros de Houston luego de una decepcionante temporada en la que promedió por debajo de su peso corporal de 220 libras.

Para colmo, en el sistema de Ligas Menores no hay una figura como en su momento fueron Dontrelle Willis, Miguel Cabrera o el propio José Fernández, que puedan erigirse en salvadores.

Por cierto que Fernández sufrió esta semana ante los Rojos de Cincinnati su tercera derrota consecutiva, algo que nunca había sucedido en su breve carrera.

Los tres fracasos de los Marlins en cuatro partidos en Cincinnati parecen haber sido el pinchazo que desinfló la burbuja de ilusiones en la Capital del Sol, aunque sus fanáticos más acérrimos se resistan a aceptar la realidad.