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El que no la debe, no la teme: ¿Es real este Eric Thames?

Lamentablemente, ante una actuación extraordinaria, casi sobrenatural como la que ha tenido el primera base de los Milwaukee Brewers, es casi normal que nos asalten las dudas, sobre todo después de haber visto a tanto tramposo intentando engañar al sistema.

Thames lleva 11 jonrones en 20 juegos, uno más de los que batearon Trevor Story, de los Colorado Rockies, en el 2016, y el cubano Jose Abreu, de los Chicago White Sox, en el 2014.

Sus 11 cuadrangulares en esa cantidad de partidos constituyen un récord para alguien que el año anterior no jugó en Grandes Ligas, aunque a diferencia de Story y Abreu, ya él había estado antes, hace mucho tiempo, en las Mayores.

Debutó en el 2011 con los Toronto Blue Jays y a mitad de la temporada siguiente fue transferido a los Seattle Mariners.

En esos dos años botó 21 pelotas en 181 encuentros, tuvo average de .250 y se ponchó 175 veces en 633 turnos.

Los Marineros no le vieron futuro y en el 2013 lo enviaron a las Menores.

Más adelante, ese mismo año pasó a la organización de los Baltimore Orioles, que lo colocaron en la lista de waivers, de donde fue reclamado por los Houston Astros, que terminaron dejándolo libre al finalizar la temporada.

Thames hizo entonces sus maletas y se fue lejos, bien lejos, a desforrar pelotas en la liga profesional de Corea, la KBO, donde se convirtió en un verdadero rompecercas.

Entre el 2014, 2015 y 2016, el jugador estadounidense disparó 124 bambinazos, tuvo average de .349, con 472 imparables en

1,351 turnos, sumó además 102 dobletes y 14 triples y remolcó 382 carreras.

A pesar de la diferencia de calidad entre la KBO y las Grandes Ligas, esa actuación llamó la atención de los Cerveceros, que decidieron darle una nueva oportunidad.

Lo demás ya lo sabemos. Además de sus 11 jonrones, Thames presenta average de .371, con 26 hits en 70 veces al bate, seis dobletes, 25 anotadas y 19 empujadas.

Tres veces ha sido sometido ya a exámenes antidopaje, tanto de orina, como de sangre, uno durante los entrenamientos primaverales y dos en las poco más de tres semanas que lleva la temporada.

El que no la debe, no la teme.

"Aquí estaré cada día. Si quieren hacer más pruebas, no hay problemas, tengo mucha orina y mucha sangre que dar", declaró el pelotero de 30 años el martes, luego de que le tomaran su tercera muestra.

Las sospechas pueden ser válidas, pero yo prefiero darle crédito al muchacho, que nunca se rindió cuando le cerraron las puertas en las Mayores y siguió trabajando en busca de la excelencia deportiva.

Y crédito también a los entrenadores sudcoreanos, que lograron descubrir en él lo que los más encumbrados de Grandes Ligas no vieron y lo convirtieron en el bateador que al menos en estos primeros días ha mostrados ser.

Si existen dudas, la culpa no es suya. Es de todos los que intentaron violar la política antidopaje de las Grandes Ligas y fueron capturados en el intento.

Por ahora disfrutemos del espectáculo que nos regala cada noche el jugador de Milwaukee, desde ya amplio candidato al premio Regreso del Año en la Liga Nacional.