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Manager Dusty Baker no respetó las jerarquías

Por segunda ocasión en tres partidos, los abridores de los Nacionales de Washington mantienen sin hit a los Cachorros de Chicago por los primeros cinco o seis innings y luego el equipo termina perdiendo.

Max Scherzer no parecía el pitcher que venía de una lesión y por espacio de seis episodios tuvo a los actuales campeones en un puño.

En el séptimo, después de un out, Ben Zobrist rompió el encanto del no-hitter con un doblete.

Fue entonces que el manager Dusty Baker entró en pánico y con 98 lanzamientos a su haber, le pidió la pelota a Scherzer.

Cuestionable la decisión. Si bien es cierto que el derecho había tenido molestias en la espalda por las que tuvo Baker que retrasar hasta el tercer juego su uso y 98 envíos es una cifra considerable, el estelar derecho merecía un voto de confianza después de semejante alarde de dominio.

Con la pizarra con ventaja mínima de 1-0, el manager trajo al rescate a Sammy Solís... ¡Sammy Solís! No estamos hablando de Mariano Rivera o de Trevor Hoffman.

Solís vino a intentar preservar la minúscula diferencia, pero el cubanoamericano Albert Almora Jr, de emergente por Kyle Schwarber, lo recibió con cañonazo remolcador del empate.

El siguiente hombre que enfrentó, Jason Heyward, también le pegó imparable, como para reconfirmarle al manager de los Nacionales el error monumental que cometió al sacar a su as.

Pero no pararon ahí los disparates del estratega de los Nacionales.

Con el juego empatado 1-1 en el octavo, la primera desocupada y corredor en segunda con la potencial carrera de la ventaja, prefirió lanzarle a Anthony Rizzo, el mejor bateador de los Cachorros, que había impulsado cuatro de las siete carreras fabricadas por su equipo en la serie.

Para ello trajo al veterano mexicano Óliver Pérez, por la manida costumbre del ''zurdo contra el zurdo''.

Es Óliver Pérez, no Aroldis Chapman...

Rizzo, quien esperaba que lo transfirieran intencionalmente, le disparó a Pérez imparable remolcador y al llegar a la inicial gritó a viva voz: ''¡A mí se me respeta!''.

Baker no respetó las jerarquías, ni de su abridor Max Scherzer, ni del toletero Anthony Rizzo y ahora Washington queda, una vez más, al borde de la eliminación en series divisionales, fase de la que nunca ha podido avanzar más allá.

El cuarto juego será en el Wrigley Field de Chicago y los Nacionales tendrán enfrente a Jake Arrieta, mientras por los visitantes subirá a la lomita Tanner Roark, quien al menos en el papel, no le llega a los tobillos a su más encumbrado rival.