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Sayonara, Ichiro-san

Siempre nos quedaremos con la duda de cuántos hits hubiera bateado Ichiro Suzuki, de no haber llegado con 27 años a las Grandes Ligas, tras pasar nueve temporadas en la pelota profesional de Japón.

Ante un público exultante que lo ovacionó hasta el delirio, Ichiro, el único pelotero que llevaba en su uniforme su nombre y no su apellido, puso fin este jueves a una brillante carrera que lo llevará hasta el Salón de la Fama de Cooperstown.

Aplausos para los Marineros de Seattle por incluirlo en su roster para los dos primeros partidos de la temporada, que disputaron ante los Atléticos de Oakland en Tokio.

Más de 46 mil fanáticos japoneses despidieron a quien es, más que una estrella, una leyenda.

El 2 de abril del 2001 se convirtió en el primer jugador de posición de su país en jugar en las Mayores.

Traía como aval los 1,278 imparables que disparó en apenas 951 juegos en la Liga Profesional de Japón, con un average vitalicio de .353.

Entonces, los scouts creían que podría ser un bateador por encima del promedio en Estados Unidos, pero ni el más optimista imaginó que estaríamos en presencia de un verdadero fenómeno.

Líder de los bateadores (.350), primero en hits (242) y bases robadas (56), Ichiro fue la bujía que llevó a los Marineros a imponer un récord de 116 victorias en la campaña regular y fue elegido merecidamente como Novato del Año y Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Desde entonces, fueron diez contiendas consecutivas con más de 200 cohetes, una hazaña inédita en la historia del béisbol.

En el 2004 subió la parada y con 262 hits rompió la marca de 257 de George Sisler, vigente desde 1920, además de conseguir el average más alto de su carrera (.372), para su segundo título de los bateadores.

En un principio, el sencillo pelotero asiático no le dio tanta importancia a su logro, hasta que revisó los libros y se dio cuenta de lo que había hecho.

"Oh, sí, creo que es algo importante, pues desde que el récord existía, pasaron por aquí Babe Ruth, Ted Williams, Pete Rose y la mayoría de los mejores bateadores de la historia y ninguno lo logró", reconoció en su momento el japonés, quien a mitad de su duodécima temporada con Seattle fue canjeado a los Yankees de New York.

De Nueva York pasó a los Marlins de Miami, con los que estuvo tres años.

Fue en la Capital del Sol donde llegó a 3,000 imparables, algo que sólo otros 31 jugadores han conseguido en toda la historia.

Meticuloso como nadie, Ichiro llegaba al clubhouse y antes de iniciar cualquier rutina de ejercicios de estiramiento, pasaba por la alfombra frente a su taquillero un rollo de papel pegante, de esos que se usan para quitarle las pelusas a la ropa, para recoger cualquier brizna de polvo.

Dedicado como pocos al juego, nunca fue a la lista de lesionados y cuando sus facultades mermaron y le impidieron jugar todos los días, aceptó con humildad el papel de reserva, aunque siempre dispuesto a dejar el alma sobre el terreno cuando recibía oportunidades.

¿Hubiera roto Ichiro el récord de 4,256 hits de Pete Rose, de haber llegado más joven a Estados Unidos? Probablemente sí, aunque eso nunca lo sabremos.

La pregunta ahora es, cuando entre en el 2024 a Cooperstown, en su primer año de elegibilidad, ¿lo hará con el voto unánime de los electores de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

Me atrevo a apostar que sí, pues nadie en su sano juicio tendría argumentos para no hacerlo. Desde ya tiene su primer voto, el mío.