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Washington gana algo luego de 95 años y frustra a Dodgers

Tuvieron que pasar 95 años para que un equipo de Washington D.C. volviera a ganar una serie de Postemporada en las Grandes Ligas, desde que los desaparecidos Senators se coronaron campeones mundiales en 1924.

Por primera vez desde que se convirtieron en los Washington Nationals, la franquicia que surgió en 1969 como Montreal Expos consiguió ganar una serie de Playoffs y ahora irán ante los St. Louis Cardinals en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y un hombre que no debió estar en el Juego 5 ante Los Angeles Dodgers, al final, se convirtió en el héroe: Howie Kendrick, cuyo grand slam en el décimo inning enmudeció a Dodger Stadium.

Kendrick cometió varios errores defensivos en jugadas elementales a lo largo de la serie, admeás de que tampoco había sido productivo con el madero y pocos entendían por qué en extra innings, el manager Davey Martínez no lo había reemplazado en segunda base por Brian Dozier.

Sin embargo, el veterano de 36 años disparó el que posiblemente haya sido el batazo más importante de su carrera y así será recordado: como el hombre que de un solo swing frustró, una vez más, a los aficionados de Dodgers.

Dave Roberts no se equivocó, cosa rara, al poner a Clayton Kershaw de relevo por Walker Buehler. Simplemente, le salió mal. Kershaw entró en la séptima entrada con dos outs y con solamente tres envíos ponchó a Adam Eaton.

En el octavo inning permitió los dos jonrones consecutivos de Anthony Rendon y Juan Soto que igualaron las acciones, pero a lo largo de su historia, como relevista, Kershaw lo había hecho muy bien en Postemporada. Su problema era como abridor. Ahora, parece que el problema se hizo extensivo a la función de apagafuegos.

Podrá llegar hasta el Salón de la Fama de Cooperstown, pero, hasta ahora, Kershaw sigue como la versión moderna de Don Newcombe, aquella estrella que tuvieron los Dodgers en los años 50, cuando jugaban aún en Brooklyn, y que nunca pudo ganar un partido en Postemporada.

Lo que nunca aprendió Roberts a lo largo de tantos años de fracasos y frustraciones es que la Postemporada no se puede dirigir de la misma manera que los juegos del calendario regular.

Ese cambio diario de alineación le ha costado demasiado al equipo bajo su mandato, sea él o los sabermétricos de la oficina quienes armen el orden al bate.

En el último juego que ganaron los Dodgers ante Washington, el tercero de los cinco, fue Russell Martin el héroe indiscutido con un jonrón y cuatro carreras impulsadas. Fue su única aparición en toda la serie, cuando la lógica indicaba que un bateador que de pronto se calentó, debería aprovecharse al máximo en un torneo tan corto.

Ese es sólo un ejemplo de tantos que pudieran mencionarse en la racha de fracasos de este manager.

La pregunta de muchos ahora es si Roberts sobrevivirá después de una caída tan estrepitosa.

Quizás el culpable no sea el dirigente. Fracasó Don Mattingly; fracasó Roberts. Tal vez sea el equipo o la manera en que se maneja desde las oficinas.

Así de grandioso es el beisbol.

La gran mayoría daba por seguro que el equipo de Los Angeles iría a su tercera Serie Mundial consecutiva, pues no se vislumbraba ningún rival capaz de atravesársele en el camino, sobre todo después de ganar 106 partidos, la mayor cantidad en la historia de la franquicia, y de dominar con suma comodidad su división.

Y de golpe, los Nationals, con su trío de serpentineros formado por Max Scherzer, Stephen Strasburg y Patrick Corbin, quien se reivindicó con buen relevo, parecen favoritos ante los Cardinals para llegar por primera vez al Clásico de Otoño.