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Arturo Brizio y el dilema: ¿Justicia sin poder? ¿Poder sin justicia?

LOS ÁNGELES -- ¿Justicia sin poder? ¿Poder sin justicia? En el futbol mexicano se elige el poder sin justicia para evitar que la justicia tenga poder.

La llegada de Arturo Brizio Carter a la Comisión de Arbitraje del futbol mexicano, su arribo a la silla del poder, no significa ni que llegue la justicia ni que la justicia recupere su poder.

Arturo Brizio se describe a sí mismo en Raza Deportiva de ESPNDeportes con un perfil completo, pero nada novedoso en ese puesto. Ese currículo ya lo han mostrado otros antes... y fracasado.

Ex juez mundialista, con experiencia, conocedor del hábitat agreste de las canchas y de los lados claroscuros del arbitraje, y conocedor de las reglas técnicas, físicas y morales para ser un silbante, Brizio argumenta estar listo para que el futbol mexicano goce de un mejor arbitraje, o, en términos coloquiales del pesimismo, un "menos pior" arbitraje.

Brizio asegura que no tiene hilos que pertenezcan a titiritero alguno y descarta que su filiación laboral con Televisa le llegue, eventualmente, a marcar prioridades y privilegios directamente desde la oficina de Decio de María, quien, para su Famiglia futbolística, es una evidente marioneta del Salón Oval de la misma televisora.

Las tareas herculinas de Brizio, le son expuestas en la entrevista de este jueves por la mañana. Dice, con esas tablas verborraicas que le han dado sus constantes apariciones en televisión, que a partir de buenas actuaciones, el arbitraje recuperara credibilidad.

1.- Que la cédula arbitral vuelva a ser la Carta Magna de un juego de futbol. Historias tenemos ya de cómo los reportes han sido manipulados o ignorados o pisoteados, conforme conviene a la Comisión DECIOplinaria.

2.- Garantizar inmunidad a los jueces, más allá de si sus actuaciones son paupérrimas o excelsas, ante los directivos.

No más desde amenazas de muerte en los vestuarios, o hasta zapes en la nuca o vulgares jalones de cabello como Fidel Kuri a Edgardo Codesal. Hoy, la impunidad de los directivos violenta cualquier inmunidad que necesite la autoridad.

3.- Evitar presiones de entrenadores y directivos, condicionando públicamente al arbitraje. Desde la contextualización de sinvergüenzas, hasta chascarrillos de temeridad como el de José Luis Higuera al asegurar que "(Luis Enrique) Santander está firmado y es intransferible", por parte de Chivas.

4.- Brizio reconoció algo determinante: los árbitros mexicanos son los mejor pagados de toda América (el continente, no el equipo, como aclaración para los tendenciosos mal pensados). Es decir, profesionalizados los nazarenos, su rango de exigencia crece, y más aún si cotizan salarialmente de manera muy generosa.

Cifras extraoficiales señalan que un árbitro que participe de toda la liguilla, llega a embolsarse en un mes, más de 20 mil dólares.

5.- Obvio, el árbitro mexicano entonces deberá dedicarse a hacer en su preparación diaria, lo que hoy no hacen: estar en forma física; tener una guía nutricionista; olvidarse de la vida loca antes de los juegos, trabajar bajo situaciones de simulacro semejante a un partido, y hasta observar partidos de futbol de sus equipos inmediatos a dirigir.

Según un sondeo desde dentro de la Comisión de Arbitraje, los jueces ni observan los partidos que han pitado, menos aún graban los que no pueden ver, y menos aún tienen una videoteca disponible, y mucho menos hay una sinergia entre los mismos jueces respecto a sus anteriores actuaciones.

6.- Recomendado por Héctor González Iñárritu, alguna vez se sugirió que el predicador del milagro de las bellotas, Imanol Ibarrondo, actualmente en trabajo del glamoroso "coaching" con la selección mexicana, se diera una encerrona con los árbitros, pero estos lo rechazaron.

7.- Que Decio de María deje de manosear las designaciones arbitrales. Lo más importante, y parece que lo tiene entendido Brizio, es la urgente emancipación de su plantilla de jueces, de las intromisiones del presidente de la FMF.

Era evidente que las asignaciones de juegos, lejos de pertenecerle a González Iñárritu, eran imposiciones delirantes, demenciales, de Decio, quien, y en eso coincide con Brizio, elegía a César Ramos Palazuelos, como si este fuera el mejor exponente arbitral, a pesar de que su labor terminaba siendo, partido a partido, un tambaleante mamarracho entre el dolo o la torpeza.

Arturo Brizio Carter fue pasajero de un penoso transatlántico arbitral. Aquel de Javier Arriaga, quien con un poder dictatorial, de cacicazgo, manejo a los silbantes en medio de leyendas negras que ya hemos relatado, pero además con un poder que garantizaba la impunidad de la injusticia arbitral, y hemos reproducido testimonios de ex silbantes jaliscienses como Jesús Mercado y Arturo Orozco.

Los alcances de Arriaga eran tales que hasta logró imponer a su yerno, Edgardo Codesal, en una Final de una Copa del Mundo, con la ya consabida coronación de Alemania en un asalto arbitral sobre Argentina.

Brizio tuvo, entonces, una referencia casi académica de cómo no dirigir a los árbitros de manera licenciosa, lucrativa y sospechosa. Él sabe cómo no debe hacerlo, lo cual, no significa que necesariamente, sepa cómo debe hacerlo.

Al final, la Jornada 1 del futbol mexicano dejará en claro, luego de casi mes y medio en funciones, si Brizio es capaz de conseguir que los árbitros ofrezcan menos conciertos bochornosos de errores y más presencias de certeza y auroidad en las canchas.

Por lo pronto, reitero: ¿Justicia sin poder? ¿Poder sin justicia? En el futbol mexicano se elige el poder sin justicia para evitar que la justicia tenga poder. La llegada de Arturo Brizio Carter a la Comisión de Arbitraje del futbol mexicano, su arribo a la silla del poder, no garantiza ni que llegue la justicia ni que la justicia recupere su poder.