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Hipocresía: ¿Qué daña más al futbol: el grito o Havelange, Blatter y compañías?

DENVER -- Amoral de nacimiento, inmoral de oficio, aparece una FIFA moralista.

Engendro de pecados y pecadores, engendradora de pecadores y pecados, la FIFA emerge, ahora, como una precursora de la beatitud en las tribunas del futbol mundial. El diablo se da baños de pureza.

Por decenios, Cueva de Alí Babá y los 140 -sí, 140-- ladrones, la FIFA nació, creció y se multiplicó como una de las empresas en la clandestinidad perfecta del crimen, y con el mayor poder universal e insaciable en riqueza y contubernio.

Sin embargo, Atila y los Hunos de Zurich, ahora pretenden reivindicarse, ahora pretenden lavar su cara más preocupados por las voces incestuosas de la tribuna, antes que por los hechos genuinamente reivindicadores en cancha. Asesinemos, pero con puñales esterilizados.

Hoy la FIFA persigue los gritos, los alaridos, las provocaciones, los insultos inocuos, los acosos inofensivos, mientras las octópodas mafias de apostadores, el amaño de partidos, el abuso de futbolistas, el dopaje, los promotores, el tráfico de futbolistas menores, siguen enquistados en los rincones oscuros de su conciencia y de las canchas de futbol.

Hoy, la FIFA se pinta las uñas no por pulcritud, ni coquetería, sino para ocultar la mugre acumulada. La empresa que alguna vez fue el epítome de la criminalidad lucrando del futbol, ahora pretende ser la Madre Teresa de la ética deportiva. Más papista que el Papa.

¿Alguien puede creer que la FIFA ha cambiado cuando no ha cambiado siquiera los nombres de quienes sabían, porque sabían, lo que ocurría bajo el circo ilimitado de tropelías de Joseph Blatter?

Y FIFA persigue a México. No a su futbol, no a las violaciones flagrantes que perpetra la FMF (Multipropiedad, Pacto de Caballeros, Tianguis de Futbolistas, etc...), sino estrictamente a la manifestación de sus aficionados. Toleran al gánster, pero le lavan la boca con lejía...

Y estos apóstoles oscuros de la doble moral en FIFA, como genuinos sepulcros blanqueados, debían enterarse de algunos detalles sobre ese grito que cae en cascada desde la tribuna, y que moralista y santurronamente hipócrita, decidió tildarlo de homofóbico...

1.- Algunos grupos activistas pro defensa de los derechos de la comunidad gay en México e internacionales han testimoniado que no se sienten ni aludidos, ni castigados, ni insultados, ni reprimidos, ni segregados por ese alarido contra el portero adversario...

2.- Miembros de esos grupos activistas de tenaz lucha, aseguran que van a los estadios y no les incomoda sumarse al coro, porque entienden que en México, para los mexicanos, no hay una obsesión homofóbica, sino folklórica...

3.- Y debe saber FIFA que el mexicano no embiste a un género, sino a la crisis social, económica y de justicia en la que vive. Un fenómeno de compensación...

4.- El grito que se germina en la tribuna, no embiste al arquero adversario, sino, lo dicen ellos mismos, viaja hasta a Los Pinos, habite quien habite ahí...

5.- FIFA debe entender que el estallido en cada despeje del guardameta no tiene ninguna pretensión de mancillar su personalidad, sino es, eventualmente, una circunstancia de catarsis, de desahogo, de emancipación, de redención hacia la opresión como el pan suyo de cada día...

6.- FIFA podría, si quisiera entender, que a cada tipo en la tribuna que saca lumbre de los pulmones, le importa un cacahuate la elección sexual del arquero y su vida privada, sino simple y llanamente pretende, burda y vulgarmente, tratar de desconcertar al adversario, y agregar una coreografía, perfectamente cómica al entarimado de la diversión...

7.- FIFA debería entender que esos, los peregrinos inofensivos de la tribuna, no ensucian el futbol, como todos los antecesores de sus escritorios en Suiza, con licencias cínicas en puestos corrupción, malbaratando favores y sedes mundialistas, a cambio de fiestas, obsequios millonarios y mujeres de la vida galante...

8.- Y en un careo con el espejo de su propia ralea putrefacta, FIFA comprendería si quisiera, que ella, precisamente ella, es la que más le ha hurtado, la que más le ha robado, la que más ha despojado en su historia, ella, precisamente, al futbol mismo, que el bufido procaz, censurable, poco ejemplar, pero inocuo de los aficionados...

9.- Y FIFA entendería que habiendo tenido las manos emplastadas de crímenes, ensangrentadas, pretende, ahora, culpar del muerto al dentista simplemente porque no le curó una caries.

Cierto que el grito, en sí, es de mal gusto. ¿Cuántos de quienes lo emiten lo usan en la mesa familiar o en la charla afectuosa con sus hijos?

Cierto que en una cultura como la mexicana, llena de chispa, de picardía, de gozo alburero, de una intelectualidad dicharachera, debería de ser capaz de encontrar una manera más creativa de vilipendiar al contrario o de engrandecer a sus propios jugadores.

Cierto que la misma FMF se equivoca. Le preocupa ese daño colateral que provocará la afición de su selección nacional, pero, hipócritamente no se atreve a combatir ese grito de raíz en sus propios estadios. La meretriz se viste de mona...

Cierto que la FMF es el principal cómplice, porque en ese ejercicio de la doble moral, comienza campañas timoratas, blandengues, inconclusas, en las que hace como que quiere poner fin a ese grito, cuando, si se lo propusiera, podría encontrar verdaderas soluciones y no jugar al Judas de sus propios miedos.

Pero más allá de que el pasado, el presente y el futuro impune de la FMF confirman que es un fiel reflejo de la feligresía universal de FIFA, la afición no es parte de ese hampa impune e inmune.

El grito de acuñación mexicana desaparecerá en su momento de la tribuna. De eso puede estar segura la FIFA.

Ese rugido desaparecerá exactamente un día después de que en esa afanosa búsqueda de justicia de los castos y puros dirigentes de FIFA, ellos mismos pongan en el banquillo de los acusados a Havelange (RIP), a Blatter, a Platini, a Valcke... y a uno que otro desentendido de la Concacaf.