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La catarsis del 'Chaco' tiene fecha: el 10 de marzo

LOS ÁNGELES -- LOS ÁNGELES -- "Cuéntame, Musa, la historia del hombre (...) que conoció tantas tierras y sufrió sin fin por salvar su vida y la de sus compañeros, aunque todo fue en vano...", escribe Homero en el Canto I de La Odisea.

Podría ser el obituario para la carrera de Christian Giménez. El 'Chaco' es expulsado del naufragado Cruz Azul, como ocurrió con Odiseo en la épica griega, al hundir Neptuno su galeón.

El 'Chaco' quería seguir en Cruz Azul. Y que el cirio que se encendiera en el fin de su carrera futbolística fuera en sus recintos, con su camiseta. La desgracia del jugador profesional es esa: no puede elegir dónde debuta, dónde juega, ni dónde se retira. Su destino se lo van prostituyendo otros.

Pero, en esa tierra de nadie, en La Noria, donde mangonean muchos (Los Álvarez, Los Hurtado, Los Garcés, etc.), aceptaron exiliarlo. El carrusel doméstico de los santitos de feria: "santito dónde te pondré, santito, dónde te tiraré". La fe oportunista se mide con el termómetro apócrifo de los milagros.

Cruz Azul decidió ahorrarse el salario por un jugador que, ciertamente, ya en los 37 años (los cumple el 1 de febrero) debería tener en detrimento la capacidad total de sus pulmones y sus músculos. ¿Las gónadas? ¿La testosterona? ¿La dignidad profesional? Eso no cotiza en un equipo sin sangre y sin corazón en sus 20 años de celibato absoluto en la Liga.

Pedro Caixinha obedeció. No le dio oportunidad al 'Chaco'. No lo escuchó. No lo observó. No lo midió en cancha. Ni lo calibró en pruebas aeróbicas ni en pruebas anaeróbicas. Como burócrata en turno en Cruz Azul, el técnico portugués firmó a ciegas el finiquito, y por teléfono desafilió a Giménez.

"Físicamente estoy bien. Fui el primero en llegar a entrenar y el último en irme. Ustedes (los medios) resaltaron incluso cómo al minuto 93 superé en carrera a Gignac (32 años) y le arrebaté un balón en posibilidades de gol. Nunca engañaría a una institución ni robaría un lugar que pertenece a un joven, incluso que podría ser mi hijo (Santiago, jugador de Cruz Azul), si no estuviera seguro de ser competitivo", dijo el 'Chaco' en charla con Raza Deportiva de ESPNDeportes el martes pasado.

Su destino es Pachuca. Donde vivió mejores tiempos. Tiempos de títulos. Tiempos de vacas gordas. Queda su testimonio entre el gimoteo de su pesadumbre: "Me siento mal, por qué, porque he sido campeón en todos lados, menos aquí con Cruz Azul", explicaba entre sollozos.

Manuel Lapuente alguna vez hacía referencia de Cuauhtémoc Blanco: "El futbolista nunca sabe cuándo retirarse, ni sabe estar preparado para el retiro. Cuando está cerca le despierta pánico porque lo que mejor hace en su vida ya no podrá hacerlo".

Hoy el 'Chaco' ya sabe que Cruz Azul ha dejado de ser su aliado para convertirse en su enemigo futbolístico. "Ya sabes 'Gordo', esta siempre será tu casa", fue la forma en que le firmó Jesús Martínez por teléfono para el Pachuca.

Irónicamente podría ser, en este verano, un adiós compartido, una ceremonia de retiro, en Pachuca, de dos jugadores referentes de Cruz Azul, uno, incluso cargando títulos, como Óscar 'Conejo' Pérez y, por otro lado, coleccionando pesares celestes, el 'Chaco' Giménez.

El mismo jugador argentino, naturalizado mexicano, sabe que el destino podría emperrarse en una cita de ardor familiar. Su hijo Santiago está cada vez más cerca de merecer presencia en el campo por Cruz Azul, y el sábado 10 de marzo enfrentaría a su padre cuando le visite el Pachuca.

"Sería algo tremendo, pero algo maravilloso, estar ahí en la cancha ante mi hijo", comenta el 'Chaco'.

Que fue desleal, cruel e irrespetuosa la forma en que Cruz Azul se desvinculó del 'Chaco', sin duda. Un telefonazo del recién llegado y el desdén de los directivos. Al menos, el club no se lo notificó publicando una esquela en la página de obituarios de algún diario capitalino.

Pero, el futbolista sabe su posición en esa pirámide del consumo del futbol: cuando abandona el pináculo, todo es cuesta abajo.

Pachuca le ofrece al 'Chaco' más que una ceremonia de jubilación digna, la oportunidad de una revancha. Christian Giménez, sin duda, hoy ya entrena con la misma rabia y devoción de cada día para esa cita del 10 de marzo, en la aldea celeste.

"El Circo es el alambique donde se destilan los sueños", escribió Benito Taibo. Para el futbolista, la cancha, el juego mismo, es ese mismo alambique donde purifica sus propios sueños.

Y como en el Circo, también ocurre en el Futbol: cuando las luces se apagan las alegrías son más ajenas, más del público, que del jugador mismo.

Sin embargo, el futbolista es una luciérnaga: siempre podrá encender a voluntad las candilejas de sus buenas memorias para encandilar las penumbras de los malos recuerdos.