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Henry Martín, de indigente a noble en El Nido

LOS ÁNGELES -- Por un año, Miguel Herrera tuvo intranquilo a Henry Martín en la banca de Xolos.

Hoy, Henry Martín tiene a Miguel Herrera tranquilo en la banca del América. Cinco goles en cinco juegos.

El triplete que victimó a los Lobos BUAP, de repente, lo cotizó en esa voluble, cambiante y oportunista bolsa de valores de la afición americanista.

La tribuna lo cuestionó cuando llegó all Nido. ¿Henry Martín? Su mayor notoriedad había sido la fractura de ligamentos cruzados, que también le fracturaba su carrera y una eventual cita al Tri.

Cuando el americanismo tenía estertores de ansiedad por la llegada de una gran figura de Europa, el draft les entrega un yucateco con menos goles en Liga que las letras de su apellido. Un indigente del área.

La bibliografía negra del futbol tiene volúmenes con casos dramáticos de jugadores que ingresan al multitudinario ejército de promesas truncadas, tras una una fractura de ligamentos cruzados.

¿Por qué sería distinto el futuro de Martín? ¿Por qué si la llama de promesa apenas iluminaba el rincón de sus imberbes ilusiones? Todo indicaba que de la plancha del cirujano iría al confinamiento de la banca.

Sin embargo, las circunstancias, esas que antes se confabularon contra él, hoy se aliaron con él. Se fue el sobrecotizado Chino Romero, y Miguel Herrera buscaba un aliado de Oribe Peralta.

Los nombres zumbaban tras los moscardones que promovían a sus futbolistas sudamericanos como el nuevo Cavani, el nuevo Radamel o el nuevo Suárez.

Y el Piojo debió salir de cacería en el Clausura 2018. El que no tiene perro, caza con gato, dicen en Brasil. El que no tiene un tigre, caza con un xoloitzcuintle, decidieron en el Nido.

Tuca Ferretti lo llevó al Tri en ese interinato en el que sometió al decadente EEUU de Klinsmann para conseguir el boleto a una Copa Confederaciones, sellada, después, por Juan Carlos Osorio, con oprobio y vergüenza.

Regresó bajo la política del mismo Osorio de rotar y manosear. Y Henry no anduvo. Tuvo tres en condiciones de gol ante los juniors de Bosnia... y las erró.

Pero llega el juego ante Lobos. 0-0 hasta que Maza Rodríguez es expulsado por un pisotón sobre Oribe, una tarjeta roja que ciertamente de haber portado aún esa misma camiseta americanista, el defensa lobezno, habría recibido sólo una amarilla. El daltonismo del miedo arbitral.

Para fortuna de Martín, el arbitraje mandó al Maza al vestuario a la ducha de agua helada. Y un equipo que no quiere, no sabe, no puede defenderse, como Lobos, abrió un set de tiro, en el que el blanco era su propio portero Villalpando.

Y ahí -"bomba", dirían en Yucatán--, no perdonó Martin. Dicen que un buen yucateco siempre sabe usar la cabeza. Él lo hizo tres veces, desde diferentes posiciones en el área, siempre con la benevolencia de la despistadísima defensa rival.

Pero, de eso no tiene la culpa Henry Martín. Estar ahí, en el sitio preciso, le llaman olfato. Saber dónde se está ubicado, le llaman visión, y se enredó en las consecuencias mediáticas de su primer hat-trick.

Un triplete que posiblemente, con Xolos, habría sido encapsulado en la nada pomposa hemeroteca de las chiripas.

Agradeciendo al Piojo por la oportunidad, a Oribe Peralta por los consejos, y a sus compañeros por generarle las tres asistencias de gol, manda un mensaje público a través de redes sociales ajenas, pero con destinatario definido: Juan Carlos Osorio. Quiere ir al Mundial de Rusia.

Y este fin de semana, con el viento hinchándole la camiseta, Henry Martín tiene además la oportunidad de desplegar la bonhomía, la decencia, de ser un malagradecido. Enfrenta a Tigres de un Ferretti que le tuvo fe para el Tri. Ironía pues: la mejor forma de agradecerle al Tuca, es lastimándole la piel en el marcador.

Tiempos de hadas, sin duda. El visto por el americanismo como un indigente del área, es hoy el mesías de El Nido.

Y si por un año, Miguel Herrera tuvo intranquilo a Henry Martín en la banca de Xolos, hoy Henry Martín tiene a Miguel Herrera tranquilo en la banca del América.