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De los valientes de Chivas al valentón de Osorio

LOS ÁNGELES -- El fin de semana se llenó de valerosos, de valientes y de envalentonados. De valor, poco. De valores, menos.

Sin incluir aquí el recital de mentadas de madre de los envalentonados Miguel Herrera y Mateus Uribe, como evidente salpullido de lo que ocurre en las entrañas de un desvalorizado América, sí llaman la atención la rebelión de Chivas en redes sociales y la cautelosa, casi apocada participación de Juan Carlos Osorio en un congreso sobre deportes en Colombia.

Los futbolistas del Rebaño segregan a su directiva de cualquier ceremonial de festejo si ganan la Concachampions, como parte del reclamo porque no les han pagado unos 180 mil dólares a cada uno, tras la conquista del título en 2017.

Jorge Vergara no cumple su promesa de premiarlos, y los futbolistas lo ventanean en redes sociales, marginándolo de hecho de cualquier mérito si vencen en la Final a Toronto este miércoles.

El dueño del Rebaño se ampara en el miserable rendimiento en los dos torneos de Liga posteriores a la conquista del título. Chivas se quedó fuera de dos Liguillas.

"¿Con qué cara se atreven a reclamar esas primas, si han sido vergonzosos sus dos torneos (Apertura 2017 y Clausura 2018)? ¡Es una desfachatez!", ha comentado Vergara en su círculo de empleados, aunque la bronca de los jugadores se centra más que en el dueño, en el tipo identificado por Ricardo Peláez como "el pelagatos de Vergara (AKA José Luis Higuera)".

Ciertamente los jugadores tienen derecho a reclamar el incumplimiento de su directiva, porque ese premio fue conseguido al levantar el trofeo.

Jorge Vergara podrá enmuinarse con toda razón por los misérrimos dos torneos más recientes del Rebaño, pero cronológicamente, la deuda fue contraída primero.

Revela SanCadilla en el Diario Mural de Guadalajara que los jugadores desean ardorosamente consumar el dominio parcial que tienen sobre Toronto, y este miércoles levantar la Copa de Concachampions, para, además, considerar, tal vez, cerrar la puerta del vestuario a los directivos, y festejar entre ellos.

Suena sabroso el desafío. A final de cuentas el amo del estadio, el vestidor, el equipo y las cartas de los jugadores, es Jorge Vergara, y si hay desprecio hacia "el pelagatos de Vergara (AKA José Luis Higuera) -dixit Ricardo Peláez- ", pues cebarse sobre él y no necesariamente con el resto de la directiva.

Por lo pronto, menuda bronca le espera al flamante director deportivo, Francisco Gabriel de Anda, para regular y reglamentar el uso de redes sociales, lo cual le ha pedido Vergara, y tratar de mediar con los futbolistas, además de limpiar el cochinero que dejó el también CEO de OmniLife.

Ahora, si Chivas no consuma la victoria en Concachampions, el zipizape que se va a armar con la rabieta de Vergara, va a ser demasiado peligroso para Chivas, que seguramente no podrán enmendar ni remendar ni el mismo Paco Gabriel, y ni siquiera Matías Almeyda.

A propósito, ¿si los futbolistas mexicanos deciden parar el miércoles por la tarde, como represalia a que no se anule el Pacto de Caballero y el Draft de Futbolistas, no deberían, ipso facto, los jugadores de Chivas, solidariamente, negarse a jugar la Final de la Concachampions?

Por otro lado, en Bogotá, Juan Carlos Osorio habló de México, de los jugadores mexicanos y de la selección mexicana.

Quique Barona, uno de los más reconocidos comunicadores de RCN en Colombia, reveló que Osorio había pedido que ninguno de sus conceptos sobre el futbol mexicano y sobre el mismo país, fueran difundidos de forma noticiosa y ni siquiera en redes sociales.

Claro, fue imposible poner mordaza o imponer un veto a los medios. Al final no dijo nada tan grave o equivocado, acaso lo más penoso fue la postura hipócrita de que no se difundiera "por temor a que se publique y se sepa en México".

Se quejaba Osorio, en su ponencia, de que por cuestiones culturales, México no tiene súper atletas como los que -según él-- sí tiene Colombia, y que no detallaba sobre el tema, precisamente asustado porque eso se difundiera en México.

Llama la atención que dentro de su filantropía, bonhomía y esa generosidad que dice tener hacia el futbol, el pueblo y el jugador mexicano, para dejar un legado, Osorio no diserte públicamente en México sobre todo eso que dice saber y prefiere callar, por temor a que precisamente en México se sepa. Los mesías no pueden guardar silencio, por favor.

Dice además Osorio, algo que ya se sabe que es mentira, que contemplaría seguir dirigiendo al Tri si hace un buen papel en el Mundial, y porque "hemos consolidado a varios jugadores" en este proceso.

Entre rotaciones, y sus rotundos fracasos en todos los torneos internacionales en que ha participado, realmente no pude encontrar un solo jugador que el técnico colombiano pudiera

haber consolidado, a no ser a Diego Reyes como un genuino desastre jugando como único contención.

Así pues, un fin de semana entre valientes y envalentonados. Lo primero es una actitud, lo segundo es una fuga de sus propios miedos.