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El Infierno de Cristante no reniega del Cielo

Con el Toluca como favorito --hasta por decreto presidencial, dicen mal pensados--, la Liguilla arranca con su imprescindible lastre, esos habituales menesterosos con menos del 50 por ciento de puntos posibles, como Tijuana (25), Pumas (24) y Morelia (24).

La atención recae en la regularidad de los Diablos Rojos, la obligación que persigue al América, el colmillo retorcido de Tigres, y la deuda creciente de Monterrey, sin descartar a un Santos, pese a que de sus últimos cinco juegos sólo ganó uno y perdió cuatro.

Con la guillotina oscilando sobre el pescuezo de Hernán Cristante, luego de que en los primeros siete juegos sólo consiguió nueve puntos, con reveses extrañísimos como ante Puebla y León, el Toluca luego hilvanó nueve victorias consecutivas, hasta el tropiezo del viernes ante Tijuana, en juego de desperdicio en el que no hizo un disparo a gol y apenas sumó un tiro de esquina.

En evidencia queda el control absoluto del Infierno que tiene Cristante. Especialmente con jugadores con problemas de comportamiento en otros clubes, joyitas como Sambueza, Reyna y Quiñones, el histórico ex portero del Toluca alcanzó la madurez absoluta en manejo de grupos y reacciones estratégicas.

La amenaza constante para el líder sigue estando al norte de la geografía futbolística mexicana. Esa casi descarada displicencia de Ricardo Ferretti para manejar los escenarios de una Liguilla, con un cuadro administrado en esfuerzos, sabe que comienza verdaderamente el campeonato para todos.

Y en esa amenaza norteña, imposible dejar fuera a un Monterrey menos contundente que el de años anteriores, pero más consciente de lo que necesita. Dejó, aparentemente, de quemar pólvora en los infiernillos de la notoriedad y el protagonismo obsoleto del torneo.

En la emboscada del norte, aparece Santos Laguna, que después de la lesión de Néstor Araujo con la selección, cargó con cuatro derrotas y un solo triunfo. Afectado resultó también por la lesión de Djaniny Tavares, quien había marcado 13 goles en los primeros diez juegos, y al retornar sólo marcó dos en cinco fechas.

La atención general sigue al América, un equipo sin palabra de honor. Tras comenzar el torneo con protagonismo, hasta antes de la victoria sobre Santos, atravesó por una racha de dos derrotas, dos empates y una victoria, de más alarde que peso, ante Cruz Azul.

Afectado por lesiones, bajas de juego, el América está lejos de responder a expectativas y expectación que se arremolinaron al segundo torneo, en el regreso de Miguel Herrera, especialmente con un plantel competitivo, y el funcionamiento está distante aún de ser un amparo para ese subliderato en el torneo.

El regreso de Menéz, Cecilio y Renato, aunque con la expectativa sobre la relación entre Mateus Uribe y su entrenador, ahora pierde a Aguilera, y el equipo demuestra que su filtro defensivo, más allá de la eficiencia de Guido Rodríguez, pone a Marchesín a prueba, semana a semana.

Ciertamente la Liguilla es un rasero distinto para América... pero también para sus rivales. Es una ociosidad repetirlo, pero la realidad muestra que sus adversarios ofrecen el partido de su vida enfrentando a las Águilas.

Herrera y América tiene algo en común: oficio en la Liguilla. Y para El Piojo dejó de ser importante si se juzga piojoso, aunque efectivo el tipo de juego que realiza su equipo. Lo sabe Herrera y lo sabe su grupo: el título pasó de ser una meta a ser una obligación.

Y mientras Marchesín se convierte en el jugador más valioso de El Nido, el contrapeso sigue perdido: Oribe Peralta y Henry Martín han renegado del gol, en especial el segundo, luego de ser víctima de su propio espejismo: hacerle tres a unos Lobos BUAP, que ya habían perdido al Maza Rodríguez por expulsión.

Al final prevalece el mismo sello de cada liguilla. Puede ocurrir cualquier sorpresa, milagro o desgracia, aunque Toluca y Cristante, teniendo a Enrique Meza como técnico, saben cómo desafiar la maldición del liderato general.