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De hazmerreír de todos, a poder reírse de todos

Cruz Azul siempre reposó en media de simpatías, abiertas u ocultas. Rivalidades había, pero era un club de casta noble. Temible y temido.

Tiempos aquellos de Marín, Flores, Quintano, Kalimán, Sánchez Galindo, Mendizábal, Jara Saguier, Bustos, Horacio, Muciño, Vera, El Hijitus. Sí: respetable y respetado.

Habida cuenta que el "Ódiame Más" del América era un virus poderoso, necesario, contradictorio, polémico, controversial y sin aún bautizarse, en el futbol mexicano, era la única facción de genuino desprecio, correspondido, bilateral, con los Cementeros.

Luego ha llegado esta sequía. 20 años sin título de Liga. Y ha profesionalizado, le ha dado un nefasto linaje al concepto cataclísmico de "morirse en la orilla", de "perder en el último minuto". Todo eso cabe bajo la conjugación del verbo cruzazulear.

Cruz Azul pasó de ser visto, en general, con simpatía, a la hilaridad. Pasó a ser el hazmerreír de cada torneo mexicano en los últimos 20 años.

Sí, histeria de un histrionismo involuntario, amargo. Demasiada comicidad hecha desgracia. Demasiada desgracia hecha comicidad. La Casa Azul exudaba humor negro.

Hoy, parece haber una promesa distinta. 16 directores deportivos después, parece, eligió bien: Ricardo Peláez. Así parece, pero no hay garantías.

Podría ser que, de ser el hazmerreír de la Liga, Cruz Azul ahora pueda ser el que se ría de todos en la Liga. En el reclutamiento de refuerzos, hay coherencia absoluta.

De entrada, Peláez despedazó despiadada y humillantemente muchos mitos y farsantes en la periferia de Cruz Azul. Las gárgolas de corrupción, aparentemente, huyeron de La Noria.

1.- "No podemos comprar lo que nos interesa". Falso.

2.- "Es más barato buscar buenos jugadores en el extranjero". Falso.

3.- "Carlos Hurtado es una Leyenda Urbana". Falso.

4.- "Buscamos sólo jugadores de primer nivel". Falso.

5.- Etcétera, etcétera, etcétera... Falso.

Maduro, forjado, por sus errores y aciertos en América, Ricardo Peláez ganó la primera batalla: la selección de refuerzos para Cruz Azul. ¿Son acertadas o serán acertadas sus elecciones? Sólo la cancha y la tabla de posiciones tienen el veredicto.

La Liguilla, por supuesto, será el Juicio Final de todo los Juicios Finales para el proyecto de Ricardo Peláez.

Repasemos: uno de los mejores generadores de futbol y de ocasiones de gol: Elías Hernández. Un defensa que se revaluó en Xolos: Pablo Aguilar; Iván Marcone, considerado uno de los mejores contenciones de América.

No para ahí. Peláez hurgó en el equipo de sus amores, el Necaxa. Reclutó al chileno Igor Lichnovsky y como parece encariñarse con el mote de El Piojo, incluyó en el paquete a Roberto Alvarado, jugador de 19 años que desde el ascenso llamaba la atención en los Rayos.

¿Hay más? Seguramente. Lo más relevante es que en Cruz Azul no sólo hay dinero, sino que hoy, ese dinero está bien invertido. Hoy no se despilfarra, se invierte.

Recordemos que Cruz Azul se distinguía por hurgar en el extranjero en busca de refuerzos. El pretexto era que eran más baratos que los jugadores nacionales.

La realidad es que en compras al extranjero era más fácil la fuga de recursos, con el juego de agentes y promotores que representaban al jugador y a Cruz Azul. ¿Fraude perfecto? Suponerlo, sospecharlo, intuirlo, es fácil. Probarlo, es imposible.

Un ejemplo de la muñeca de hierro de Peláez, según los rumores que serpentean en La Noria es el caso del ecuatoriano Darío Aimar. Alguien lo recomendó a La Máquina y no pasó el filtro del nuevo director deportivo.

¿Hay más de fondo? No es un jugador representado por el promotor Greg Taylor, quien también administra a Pedro Caixinha. ¿Quién lo bloquea? Peláez decide que no quiere conflictos de intereses. Ni cosas buenas que parezcan malas ni cosas malas que parezcan buenas.

Pedro Caixinha ha demostrado ser competitivo. Y con un equipo competitivo, el entrenador debe pasar de ser competitivo a ser ganador.

Y ahí, parece que Peláez montó una sociedad. ¿Más exitosa que con El Piojo Herrera? ¿Más exitosa que las que terminaron fracturadas como con Gustavo Matosas, El Turco Mohamed y Nacho Ambriz? Insisto el Juicio Final es la Liguilla. Y el podio.

Evidentemente la figura de Peláez significa un valor agregado que antes ni siquiera existía: el jugador se siente seguro y respaldado. Igual el técnico. Y la directiva, sabiamente, ha elegido el mejor pararrayos posible en México, junto con Néstor de la Torre.

Por aquellos tiempos, esos en los que era un placer ver a Cruz Azul sin vestirse de celeste, es deseable que éste mismo que ha sido el hazmerreír por 20 años, pueda, finalmente, reírse de todos.

Por aquellos tiempos, y por un par de personas determinantes en la historia de Cruz Azul: in memoriam de Guillermo Álvarez Macías y para que Nacho Tréllez, rozando la frontera de los 102 años, pueda ver de nuevo a este equipo con el mérito ya, de no ser el "ya merito".