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Juan Carlos Osorio timó a todo México

ROSTOV ON DON -- En cancha y fuera de ella, había motivos para dudar entonces, como hay motivos para creer hoy.

Soslayando el 7-0, el 4-1 y el descalabro ante Jamaica, llegó un momento en que México perdió la brújula: jugaba mal, jugaba feo... y a veces, ni jugaba.

Había, hubo, insisto, motivos para dudar, así como hoy, los hay para creer.

Y resulta que hoy, ya en pleno mundial, las cartas ocultas de Juan Carlos "El Tahúr" Osorio, eran, finalmente, cartas marcadas. Fascinante.

Y mientras, las dudas germinaban, generalizando escepticismo e incertidumbre en todos, especialmente con los juegos finales ante Gales, Escocia y Dinamarca.

Claro, suspicacia en todos, excepto, por supuesto, en los sabihondos advenedizos que con la velocidad del oportunismo, hoy aseguran que ya sabían que las notables exposiciones ante Alemania y Corea del Sur, ya las veían venir.

Esas pitonisas chaqueteras gozan, siempre, de la cabal salud de las palomas: siempre vuelan donde hay pan. Ser arribista es la supervivencia de los camaleones.

Y así, en un escenario en el que ya Juan Carlos Osorio, en dos conferencias de prensa consecutivas, ha sacudido el pañuelo blanco de hasta nunca jamás, como adioses inconfundibles, el juicio precipitad iba a terminar yéndose, como las bestias, de hocico.

En estos días, se desnudan detalles de logística, de trabajo desconocido o en apariencia irrelevante, como parte de una estrategia del cuerpo técnico, más de ocultamiento que de ocultismo. Y se siente como tomadura de pelo, claro en los que aplique esta exclamación.

Juan Carlos Osorio ha hablado del "médico del sueño", como un agregado del plan maestro, en un staff de casi 60 personas, en las que aparentemente hay labores necesarias.

En artículo aparte, se hace referencia a otra de las pistas que desliza Osorio: el proceso regenerativo de los jugadores en el mismo vuelo de dos horas de Rostov a Moscú, aplicando el procedimiento de Australia, después del juego de ida en el repechaje ante Honduras.

Los especialistas australianos explican en un reportaje con ABC que si esa estrategia les daba el uno por ciento de ventaja sobre el adversario, valía la inversión hecha por 1.25 mdd.

Y tras el médico del sueño y este recurso regenerativo, se sabe ahora que Imanol Ibarrondo no había fracasado, como era de suponerse, insisto, porque había motivos para dudar, así como hoy, los hay para creer.

Falta aún discernir si ese razonamiento explosivo de "imaginémonos cosas chingonas" de Chicharito con David Faitelson es de su propia cuña, o como lo deja entrever el mismo Ibarrondo en su cuenta de Twitter, él mismo mexicanizó sus arengas.

Por ejemplo, aquel tema ya expuesto del secreto del juego, de jugar por el jugo, charlado con Juan Carlos Osorio, lo refresca Javier Hernández en otro mensaje en redes sociales.

Evidentemente la culturización del competidor en el jugador mexicano, parece haber llegado al clímax.

Y mientras, de manera saludable, porque, hoy, es entendible haber mantenido todo eso confidencialmente, resulta que Guillermo Ochoa no mentía cuando uno pensaba que era un discurso bobalicón: "Lo que pasa es que no queremos mostrarle las armas al enemigo, no queremos darles pistas a nuestros rivales".

Por eso, insisto, saludablemente, Juan Carlos Osorio timó a todo México en un proceso largo de preparación, de ir sumando desde logísticas complejas hasta acumular información simplona. Todo suma.

Por ello, lo que parecía un bluf, un amague, de novato y parlanchín jugador de Póker, resultó contundentemente cierto: desde hace seis meses, Osorio tenía la ratonera lista para cazar al gato alemán.

Y cuando se sentó, sin explicarlo detalladamente, con Guus Hiddink, para que le relatara esa semilla de la evolución y sello del futbol coreano, Osorio empezó a conocer los trucos del cuerpo técnico adversario.

Osorio hasta se gastó una broma, tras la victoria: "Ustedes -dijo a un reportero--, se cambian las camisetas para que no los identifiquemos... nosotros no hacemos eso".

Y deja en claro que en ese intento de mantener coloquialmente la armonía familiar del grupo, juega a la Ruleta Rusa. Quiere que todos se sienten a la mesa a comer.

Prueba de ello el gol de Corea del Sur: con tres años menos, Rafa Márquez no pierde la distancia, ni la velocidad, ni permite que el coreano que se planta de poste, lo contenga, para dejar terreno limpio al cañonazo de Son.

Ahora que el Mundial está en curso, y el Houdini colombiano saca los trucos de la chistera, quedan aún más detalles por conocer.

Mientras tanto, bienintencionadamente, pero Juan Carlos Osorio timó a todo México, pero, qué bien se siente.

Y así, del escenario voluble del "fuera Osorio" en Pasadena y en el Azteca, al "eeeeel profe Osoooooorio", del juego ante Corea.

Claro, aún México no ha ganado el pase a Octavos de Final. Tiene el trámite riesgoso ante Suecia, pero, en términos de García Márquez, lo importante será vivir para contarlo.