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Copa Libertadores: el mejor castigo fue el peor de los castigos

LOS ÁNGELES -- El mejor castigo fue el peor de los castigos. A River Plate, Boca Juniors -fanáticos incluidos-y Conmebol les saquean su Final histórica. El mejor platillo posible para Sudamérica, será para comensales ajenos: la Copa Libertadores la degustarán en Madrid.

Pero, cuidado, lo más grave y peligroso para el futbol argentino aún acecha: el clima será más álgido cuando llegue, porque inevitablemente llegará, bajo cualquier escenario, otro River contra Boca, otro Boca contra River.

Vergüenza absoluta. La penitencia a la incompetencia de Conmebol y la AFA, a la intransigencia de Boca Juniors y River Plate, es la confiscación de su gran banquete. Recibirán las migajas del banquete futbolístico, aunque, eso sí, migajas, pero revestidas en dólares.

Los estadios de luto en Argentina, pero los fariseos y mercenarios del deporte desfilan en el carnaval suntuoso del cinismo. La dignidad de Conmebol, AFA, River y Boca tiene su precio en euros.

En Sudamérica pierden todos. Conmebol y AFA quedan desautorizadas, su jerarquía es un alfeñique ante el vandalismo. River Plate y Boca Juniors quieren jugar, en el colmo del descaro, a ser mártires de sus propios pecados.

Ojo: no es FIFA la que expropia la Final de la Libertadores a Argentina y a la Conmebol. Los grupúsculos que prohíjan River y Boca en las entrañas delictivas de sus barras, y la tozudez de sus dirigentes, obligan al despojo.

Irónico, pues. Bendecida por dos de los mejores futbolistas de la historia, Maradona y Messi, Argentina termina siendo maldecida por el hampa que ha engendrado a lo largo de los años.

Los hechos corroboran: los criminales de la tribuna, empollados y protegidos por los mismos clubes, están por encima de la ley y por encima de las juntas directivas de ambos equipos.

Por eso, insistíamos ya en que cargar con el circo de esta Final de la Copa Libertadores a cualquier otra sede, enquista aún más el problema, acelera aún más una bomba de tiempo, porque tarde o temprano deberán rozarse de nuevo Boca y River.

Si ya es temible que las bayonetas de la barbarie queden caladas para cuando concluya en el Santiago Bernabéu esta bendita Final maldita de la Copa Libertadores, en las calles inocentes de Buenos Aires, puede alguien imaginarse cuando se dé el desfile del aeropuerto al respectivo estadio del campeón, el clima revanchista de linchamiento.

Y si los odios deportivos quedan superados por los odios genéticos en su más pura versión de salvajismo impuro, ¿quién podrá controlar el próximo choque entre Boca Juniors y River Plate? El rencor ya tiene raíces demasiado profundas.

Lamentablemente, ayudan poco, quienes deben ayudar más. D'Onofrio y Angelici se han visto rebasados. Irreflexivos, intransigentes, ambos terminaron sobredimensionando el drama. Y hasta algunos jugadores han sido incitadores más de violencia que de paz en sus declaraciones.

Por eso, el despojo de la Final de la Copa Libertadores a Conmebol, a la AFA, a River, a Boca y a sus aficiones, ha sido el mejor castigo posible, siendo el peor castigo posible.

¿Aprenderán todos? Prudente es que recuerden que la decadencia de la barbarie sólo tiene un fin: el exterminio.