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Cruz Azul o cómo vivir el placer a través del dolor

LOS ÁNGELES -- Sólo en el Cruz Azul lo saben. Es la catedral absoluta del sadomasoquismo. La dimensión del sufrimiento magnifica la sensación del placer. Hedonista del dolor. 21 años, así.

Y sólo sufriendo como sufren, equipo y afición de Cruz Azul pueden vivir lo que vivieron este sábado por la noche. La zozobra, la desesperación, la angustia... y el alivio al minuto 95'.

Regresa a una Final de la Liga Mx. Regresa, aterido, trémulo, porque la batalla despiadada e intensa, para desplazar a Monterrey se vivió al borde del colapso, al borde de ese precipicio del drama y el soponcio. El infarto acechaba.

1-0, gol de Caraglio, expiando sus culpas de un inmerecido penalti merecidamente errado. El veredicto final llegó del reglamento. De la letra pequeñita de la definición salomónica tras el 1-1 global.

No fue mejor que Monterrey en 180 minutos, pero sí en la ruta del torneo. Ese medio punto --justo sin duda--, lo pone en la Final ante el vencedor de América y Pumas. Tiempo para soñar.

El suspenso, la incertidumbre, el hambre de hazaña de Monterrey, estremecieron con micro infartos a todo el universo celeste. La angustia cementera masticaba sus entrañas. Porque Rayados se levantó en armas, como no quiso hacerlo gran parte del torneo.

Entre la persistencia de Cruz Azul, la tozudez de Monterrey, la guerra en el Estadio Azteca bordeaba la tragedia, especialmente en los momentos en que Rodolfo Pizarro estuvo en la cancha.

Tras meter el balón en la tribuna desde el manchón penal, con un cobro ilegítimo, Caraglio se redimió con un regalo producto de un espasmo de Barovero al escupir un disparo de Aldrete. El 1-0 trastocó el juego.

Cruz Azul se pertrechó. Eligió defender el 1-1 global que le invitaba a la Liguilla. Eligió dantescamente dedicarse a sufrir, porque el sufrimiento es parte del ADN de La Noria. El delirio en carne viva.

El mejor asistidor de la Liga Mx, Pabón, metió 13 centros al área, buscando una cabeza, una sola, que fuera capaz de vencer a Corona. No fue así. La zaga celeste abandonó con migraña la cancha rechazando la cicuta que lanzaba el colombiano.

Como si los estertores del drama no fueran suficientes, con La Máquina defendiendo el último andén, el árbitro asigna cinco minutos de alargue, y encima Cauteruccio, suplente de Caraglio, se pierde dos bendiciones de gol que le entregan en el área.

¡Vaya manera de disfrutar esa manera de sufrir! Pero en la Catedral del Sadomasoquismo, Cruz Azul ha dejado en claro que sus brindis deben ir a partes iguales con miel y con hiel.

La mejor descripción de Cruz Azul tal vez la hizo, sin saberlo, un médico francés, Alexis Carrel: "El ser humano no puede rehacerse a sí mismo sin sufrimiento, porque es a la vez el mármol y el escultor".

Cruz azul es eso: mármol y escultor de sus propios sufrimientos. 21 años así.