<
>

Un León... y tres ratones con el frac parchado

LOS ÁNGELES -- Un León y tres ratones. Así, simplistamente, las Semifinales del Clausura 2019.

Mientras el León desazolvaba la Liguilla con la majestuosidad de la especie, los otros tres semifinalistas, lo hicieron de la manera más ratonera -aunque legítima-posible.

Aniquilando las ilusiones de unos Xolos sindicados por Ricardo LaVolpe y El Chelís Sánchez por su percudida participación, el equipo de Nacho Ambriz resolvió el Juego de Vuelta y la llave, sin necesidad de llevar la ropa a la lavandería después del partido.

Qué gratificante es ganar así, respetando el futbol y su enunciado principal: diversión, y agreguemos la generosidad del espectáculo.

Mientras tanto, América, Tigres y Monterrey, debieron jugar con pañales sus compromisos de vuelta ante Cruz Azul, Pachuca y Necaxa, con una veladora en una mano y el cronómetro desangrando segundos de angustia en la otra mano.

Qué lamentable es clasificar así a Semifinales. Los planteles más caros de la Liga Mx, rascando de manera barata y baratera su supervivencia en la Liguilla.

Las Águilas traicionaron su linaje. Salieron ante Cruz Azul con el espíritu de la rapiña que decide alimentarse con los rastrojos del Juego de Ida y dejó crecer a La Máquina que se quedó, como tantas veces, a metros de la playa.

Si lamentable fue la actitud del América, de nuevo jugando disminuido, mientras Mateus Uribe sigue en el limbo y a Nico Castillo le queda grande la camiseta, en el caso de Cruz Azul, las conclusiones son pavorosas.

Si piensan en La Noria que jugar con dignidad 90 minutos de una encerrona fatalista de 180 minutos, es motivo de consuelo, desfile y alegría, son entonces, una alegoría del alguna vez genuino Cruz Azul.

Enfundados lastimeramente de nuevo en el "jugamos como nunca y no calificamos como siempre", explica porque Cruz Azul se convierten en clientes frecuentes del América, al que le bastó, bajo esa sensación masoquista, diría Juan Luis Guerra, cruzando el Niágara en bicicleta.

Por más que abnegadas y sufridas, invoquen la compasión porque fueron mejores los 90 minutos, las plañideras celestes, al final, se estampan severamente ante su realidad: 22 años sin título de Liga.

Encima, en inexplicables decisiones de Pedro Caixinha, saca a sus dos mejores jugadores, Cabecita Rodríguez y Orbelín Pineda, como queriendo guardarlos para una Semifinal que no va a jugar.

Y dónde ya no puede exigir respeto el portugués, es que la última veladora se la encendiera al mártir del fracaso, a Cauteruccio, al enviarlo a la cancha por el gol de la clasificación.

¿Y Tigres? Gignac le salva la vida que se le escapaba entre estertores ante un Pachuca que encontró a un equipo comodino, entregado, dispuesto a ser eliminado. Lástima por el Tuca Ferretti, quien ya se hacía de vacaciones, porque deberá trabajar unos días más.

¿Y el tercer ratón? Como antes había sido Barovero, ahora se agregó Rodolfo Pizarro. Un equipo que responde por estímulo natural de un excelente plantel, pero que en la banca le ponen unos grilletes uruguayos más mezquinamente poderosos y aterrorizados que sus antecesores.

El rescatista Pizarro hace el gol de la supervivencia, a un equipo que terminó el juego boqueando desesperadamente por oxígeno, mientras todos siguen esperando el advenimiento del jugador más caro del torneo: Maximiliano Meza, quien confirma lo aquí señalado desde antes de su llegada: tiene un congelador en el pecho.

Así las Semifinales, pues: un León haciendo honor al nombre, ante unos ratones que con aires de grandeza se visten de Águilas, de Tigres, y de...