LOS ÁNGELES -- Noche mágica en la UNAM. Noche sin compasión. Lo mejor que le pudo pasar a Pumas, y visto como un dedazo de miel, entre el pantano de hiel, lo mejor que le pudo pasar a Toluca.
Noche en que Pumas descubrió que el Infierno toluqueño es la puerta al cielo: ganó, gustó, goleo, convirtiendo en pobres diablos a los luzbeles de Nacho Ambriz. Éste no podía evitar el asalto de Covid-19 a su equipo (nueve infectados), pero por eso insistía en dos defensas colombianos con urgencia: (Yéimar Gómez y/o Frank Fabra).
Sin embargo, las debilidades del Toluca no empañan la exhibición de Pumas. Fueron cinco los zarpazos, debieron ser ocho. Incluso, algo embellece, aún más, la gesta de unos y la tragedia de otros: fueron cinco golazos, en especial, la fabricación y ejecución de Rogério en la fastuosa chilena para el 3-0. Su gol se une al de Rafael Baca de Cruz Azul y al de Eduardo Torres de Chivas, como las joyas de una corona descarapeladita de la Jornada 1.
Satanizar a Ambriz por sus fallidos satanases sería precipitado. Cierto, llega de un breve y fracasado periplo por los suburbios del futbol español, pero encontró el Infierno en ruinas. Y este demonio en extinción necesita de una cirugía mayor, antes de que pueda levantar de nuevo el trinche.
En tanto, la insurrección de Pumas continúa. Cerró el Apertura 2021 humillando al América, aunque después es domesticado por Atlas por la ramplona definición del reglamento. Ha ganado ocho de sus últimos 13 encuentros, con dos derrotas y tres empates.
Arrancar la Liga con una exhibición y un marcador escandaloso es lo mejor que le pudo pasar a Pumas. No tiene seleccionados para ceder a México en fechas FIFA, a no ser por Alfredo Talavera, y que eventualmente le levanten el merecido veto al redimido Alan Mozo. Así, el trabajo de Lillini no se verá interrumpido.
¿Por qué lo mejor que le pudo pasar a Toluca? Porque ya no puede caer más bajo. Paupérrima autohumillación fue la que protagonizó. Desorden en el fondo, poca responsabilidad en la marca, cierta estulticia en el trabajo defensivo, y hasta actitud de bobalicones en algunos jugadores.
Podrá hablarse de ausencias; de las secuelas de Covid; de la falta de trabajo; de la falta de refuerzos, y de la debacle moral que arrastran desde el torneo anterior, pero fue, en el diagnóstico más deplorable, un montón de pobres diablos, sin compromiso, sin corazón.
Eso desafía aún más las intenciones de Nacho Ambriz. De hecho, recibió este lunes por la noche una advertencia de un sabotaje involuntario, de un boicot accidental, pero tácito. El León de Ambriz era todo solidaridad, era todo responsabilidad, para defender y para engendrar ofensivas. Era un colectivo capaz de sufragar carencias individuales.
Las palabras del estratega de Toluca luego de la goleada recibida ante Pumas en su debut.
El problema en Toluca será convencer a esos guiñapos de futbolistas de que pueden rescatar su devoción natural, hormonal, por querer jugar bien al futbol. Hoy, y bien lo dijo Ambriz en la conferencia de prensa, deberá empezar por levantar las ruinas de este equipo, que es una piltrafa moral, física y futbolística.
Y el mismo Nacho Ambriz deberá actualizarse. Con la fragilidad defensiva de su equipo, no puede darse los lujos que tenía con el León, porque de otra manera, se le viene Santos de inmediato, aunque después tiene paseo por el cementerio, ante equipos como Mazatlán y San Luis, toda vez que su partido contra Rayados se pospuso para abril.
Lo de Pumas es la continuación. Toda vez que Atlas, el campeón vigente, le interrumpió su sublevación, retomó donde se había quedado el torneo anterior, a partir del evidente ascenso en su futbol y en el compromiso de sus jugadores.
Más allá de todo el libertinaje ofensivo y defensivo que se generó por los diantres de Ambriz, incluyendo su pereza, ingenuidad, torpeza, desatención y cinismo, más allá de eso, Pumas hizo su tarea, y generosa fue la forma de colgarle un moño a cada uno de sus goles, porque, además, fue evidente, hubo una rabia extrema por pelear el último remate y la última posesión del balón.
¿Sigue siendo la mano de Miguel Mejía Barón? Recuérdese: desde el 9 de septiembre comenzó la pausada pero sólida insurrección de Pumas. El odontólogo le hizo saber a Lillini que no le interesaban ni sus muelas del juicio ni su puesto, pero que trabajaría donde el equipo más lo necesitaba: mentalidad.
Los refuerzos brasileños, tan hostigados y vilipendiados, porque había motivos de sobra en su momento, ratificaron su redención. Las dos anotaciones de Rogério, más las de Meritao y Diogo, fueron tan esplendorosas, como también un marco generoso para una ceremonia de bautizo, en el gol mismo de Jorge Ruvalcaba, a sus 20 años, y con el descaro de amagar, embestir y tocar al segundo palo.
Las palabras del estratega de los Pumas luego de la victoria con marcador 5-0 ante los Diablos Rojos.
Por lo pronto, llega el momento de ratificarlo ante Querétaro. No hay obligación de golear, pero sería una afortunada cereza de este pastel universitario, que encontró un par de reposteros delicatesen: como Lillini y Mejía Barón.
¿Una dupla así de afín, complementaria y armónica, en la historia de Pumas? ¿Bora Milutinovic y Mejía Barón? ¿Mejía Barón y Mario Velarde? Recuérdese que el Bicampeonato de Hugo Sánchez se vio involucrado con diversas fórmulas: Memo Vázquez, Sergio Egea y Mario Carrillo.
Visto así, pues, ambos equipos, a sacarle el mejor provecho a la situación. Pumas a estabilizar el carnaval desmedido, y Toluca a tratar de que este desastre no sea el aviso de su funeral.