El mundo vivía alocadamente. Y en medio de tanto torbellino, se gestó un combate de boxeo que sería llamado “La Pelea del Siglo”.
Corría 1923. En el puerto de Buenos Aires, un hombre magro y de aspecto cansado, tras el largo viaje en barco, miró alrededor y luego, lentamente, comenzó a caminar casi sin rumbo. Aristóteles Onassis había llegado a una ciudad pujante y bulliciosa.
Con orgullo, Buenos Aires mostraba el primer tren subterráneo de Latinoamérica, inaugurado una década atrás. Una ola de calor se había desatado en aquel verano en el que los termómetros llegaron a marcar 40 grados, mientras otra temperatura también subía. Era la del tango y la voz de Carlos Gardel.
Ese año estrenó “Mano a Mano”, que se convertiría luego en un clásico con letra de Celedonio Flores, que a su vez también tiró guantes. En ese 1923, “El Morocho del Abasto” realizó su primera gira a España junto con José Razzano, “El Oriental”, con quien formaba dúo.
Se inauguró con gran pompa el Grand Splendid Theatre que hoy, convertido en la librería Ateneo, sigue siendo una de las atracciones turísticas de la ciudad, en la avenida Santa Fe y Callao. En tren de inauguraciones, también se lució la nueva cancha de River Plate, en Libertador y Tagle.
En aquel año, 1923, en el ya denominado “Gran País del Norte”, la voz de Bessie Smith con sus blues y ragtime disimulaba apenas la intolerancia racial. El temido Ku Klux Klan seguía incendiando cruces y sembrando el terror. Cícero, un pequeño pueblo de Ohio, pasó a ser la capital de la mafia, cuando Al Capone se radicó en la quietud de sus calles.
Corrían los llamados “Roaring twenties”, o sea los años rugientes en donde la música de ragtime sonaba al ritmo de las ametralladoras. La guerra de pandillas por la ley seca, bañaban de sangre las calles de Chicago.
En tenis, Bill Tilden obtuvo ese año los torneos de Wimbledon y el US Open, mientras que Suzanne Lenglen logró Wimbledon y Roland Garros: hoy su estatua es punto de referencia y encuentro obligado en el estadio . En boxeo brillaba un campeón tan brutal como los años: Jack Dempsey, conocido como “El Matador de Manassa”.
Mientras tanto, la radiofonía se desarrollaba en La Reina del Plata, que ya contaba con un millón 600 mil habitantes. Boca Juniors celebraba el campeonato de “Football” profesional, tras disputar cuatro partidos finales con Huracán. La figura del campeón fue Domingo Tarasconi, que marcó 39 goles en 33 partidos y fue el goleador del campeonato. Aunque era difícil competir con el gran Américo Tesoriere, el primer ídolo xeneixe.
Un hombre robusto y ambicioso comenzaba ya a ser algo más que la tapa de revistas de gran tiraje como El Gráfico, publicación aparecida en 1919. Aunque el boxeo profesional no estaba legalizado en la Argentina, el nombre de Luis Angel Firpo se mencionaba en los grandes salones y también en los arrabales de extramuros.
El hombre se estaba abriendo paso a los trompazos en “La ciudad de los Rascacielos” y sus peleas se exhibían en los cines. En esos tiempos, un Ford T se cotizaba a 725 dólares. Firpo pagó la filmación de su primera pelea en los Estados Unidos por 200. Y, cuando se le hizo notar que estaba gastando toda su bolsa en una simple película, él respondió con su habitual “zezeo”: “Eza película me va a dar mucha máz ganancia cuando la paze en los cinez de Argentina”.
Pocos sabían que, a veces, Firpo hacía durar un poco más sus peleas, porque el propio comercializaba sus filmes. Y si los combates eran breves, atraían menos al público.
En 1923 Adolf Hitler escribió en la cárcel su libro “Mi Lucha” (se dice que se la dictó a Rudolf Hess). Charles Chaplin hizo su primera película como director sin ser protagonista central, “Una mujer de París”. Al Jolson cantaba jazz y Jorge Luis Borges publicaba “Fervor de Buenos Aires”. Una Buenos Aires en la que la calle Corrientes era aún angosta.
En boxeo brillaban campeones que ya son leyenda, como los norteamericanos Benny Leonard o Harry Greb (“El Tuerto Asesino”), el francés Eugene Criqui o el filipino Pancho Villa.
Y mientras tanto, se iba a producir un espectáculo que quedó instalado para siempre en la historia. Jack Dempsey, “El campeón salvaje de los años salvajes”, aceptó hacer la quinta defensa de su campeonato mundial de los pesados ante el argentino Luis Angel Firpo, “El toro salvaje de Las Pampas”.
Cuando firmaron el contrato, no sabían que de ahí en más, sus nombres quedarían entrelazados en la historia grande del boxeo argentino ara siempre. La fecha fue la del 14 de septiembre de 1923. El estadio, el Polo Grounds. Un aire de amenazante tormenta comenzó a soplar y no venía de la atmósfera, precisamente, sino de lo que esos dos colosos esperaban desatar en el ring.
En nuestra próxima entrega seguiremos palpitando todo lo que rodeó a aquella pelea, que fue denominada “La Pelea del Siglo”...