Rebelde. Atrevido. Elegante. Contestador. Irónico. Arrogante.
Todas esas características podrían reunirse en una palabra para definir a Ubaldo "Uby" Sacco: talentoso.
Hijo de Ubaldo, un boxeador de fina estampa que supo ser fondista del Luna Park y medirse con los mejores pesos medianos de su época en los Años 50, "Uby" como lo conocían todos, fue un distinto.
Se distinguió en diferentes deportes, pero finalmente eligió el boxeo contra la opinión de su padre, que fue también su entrenador.
Cuando apareció por el Luna Park dejó su marca: elegante, clásico, aguerrido pero sin olvidar el estilo depurado, de golpes de recorrido impecable, no pasó inadvertido, al contrario. En una época en la que se privilegiaba al boxeo técnico, "Uby" debió enfrentarse a boxeadores de primera clase, en una categoría llena de nombres importantes: Hugo Quartapelle, Roberto Alfaro, Hugo Luero, Lorenzo García, entre otros.
Quizás hoy a los más jóvenes esos apellidos no digan mucho. En ese tiempo eran un imán para un público que concurría al Luna Park como a una ceremonia de sábado a la noche: no había televisión…
Ya el boxeo argentino había dado campeones mundiales de la talla de Horacio Accavallo, Nicolino Locche, Carlos Monzón o Víctor Galíndez.
Aparecían nuevos campeones como Sergio Palma, Gustavo Ballas o Santos Laciar.
Sacco, con los contactos generados por el promotor del Luna Park, Juan Carlos "Tito" Lectoure y sus asociados -nada menos de Bob Arum y Rodolfo Sabatini-, pudo incluir a "Uby" en los rankings.
En aquellas noches del Luna, en las que era una atracción -platea femenina incluida- encontró su némesis en Lorenzo García. Un boxeador difícil para cualquiera que no solamente le ganó, sino que también tuvo su oportunidad mundial ante Johnny Bumphus en enero de 1984, Atlantic City. Lorenzo lo tuvo por el suelo a Bumphus pero perdió ampliamente por puntos.
El reinado de Bumphus duró poco, porque el 1 de junio de ese año le ganó Gene "Perro Loco" Hatcher y se llevó la corona welter junior de la Asociación Mundial de Boxeo.
Sacco había tenido una pelea internacional en 1983, cuando le ganó a Willie Rodríguez en Atlantic City. El puertorriqueño sirvió para que "Uby" se mostrara en los Estados Unidos.
La primera oportunidad de "Uby" Sacco contra Hatcher
En octubre de 1983, Sacco le había ganado a su amigo e ídolo Horacio Saldaño, pero esa pelea le provocó una lesión en la mano derecha que le generó problemas.
Sacco consiguió su chance ante Hatcher. Por diferentes causas la pelea -pactada originalmente para septiembre de 1984- se corrió varias veces hasta que se realizó el 15 de diciembre en Forth Worth.
Las postergaciones y los entrenamientos aplazados e interrumpidos lo llevaron a una frase que bien pudo ser la síntesis de su historia como boxeador: "Estoy cansado de entrenar".
Así llegó a su pelea con Hatcher luego de 14 meses de inactividad. "Uby" perdió por puntos, pero en una decisión controversial: dos jueces le dieron el triunfo al campeón y el restante a Sacco, que había realizado un gran papel.
Lectoure consiguió la revancha.
Pero esta historia no es ni tan lineal ni tan correcta como suena.
Sacco tenía no solamente grandes problemas de conducta. También tenía una peligrosa relación con su consumo de alcohol. Y de drogas.
Ya desde chico había tenido problemas con la policía. Era un rebelde. Y autodestructivo. Sabía que de esa manera, él era su mayor enemigo, pero no pudo o no supo salir de su laberinto. Su alergia a los entrenamientos y su indisciplina fueron su marca registrada, como también tomar cerveza antes y después del gimnasio.
La esperada revancha para "Uby" Sacco, que se consagró campeón mundial
Lectoure logró que la Asociación Mundial lo mantuviera primero en el ranking y cuando la pelea revancha volvió a postergarse, le dio a “Uby” más tiempo para entrenarse.
Esta vez no quedaron dudas. A los 29 años, con 46 ganadas (22 KO), 3 derrotas y un empate, Sacco vapuleó a Hatcher, quien, a los 26, subió con 23 triunfos y dos derrotas. Fue en el Casino Campione d’Italia, ubicado cerca del lago de Lugano, rodeado por territorio suizo.
Sacco, con su izquierda en punta, con uppercuts de manual y su caminar elegante, dominó al campeón con un elemento no habitual en él: un estado físico aceptable para la contienda. Muy lastimado, manando sangre, fiel a su apodo de "Perro Loco", Hatcher siguió avanzando toda la noche para chocar siempre con los golpes de “Uby”. Ya para el noveno asalto la pelea era casi un monólogo que entusiasmó al propio Ray "Sugar" Leonard que, como comentarista de la transmisión para Estados Unidos, no ocultó su admiración por el boxeo del argentino.
Cuentan los que estuvieron que, como la pelea era a 15 rounds, las fuerzas de Sacco comenzaron a abandonarlo, así que cuando subió el médico a revisar a Hatcher, “Uby” era el más interesado en que detuviera el encuentro.
Insólitamente, el referí mexicano Ernesto Magaña permitió que siguiera el combate, a pesar del dictamen del médico que él mismo había convocado.
Ante el pedido del público, de Sacco y frente al deterioro del norteamericano, Magaña detuvo la pelea al minuto 28 segundos del noveno asalto.
De rodillas en el ring, "Uby", el talentoso, el rebelde, el elegante, el boxeador de clásico estilo, agradeció a Dios su título mundial, el número 12 del boxeo argentino.
De campeón a despreciado: la decadencia de "Uby"
Luego vendría su infortunada pelea y derrota con Patrizio Oliva, sus deslices nocturnos, su foto en las páginas policiales, su drama tormentoso de todos los días.
Mar del Plata, su ciudad -aunque había nacido en Buenos Aires- lo recibió como un héroe y con el tiempo empezó a darle la espalda.
En 1986 fue detenido en una comisaría después de un dudoso procedimiento a la medianoche. Fue muy curiosa la aparición de varios noticieros al mismo tiempo, y a esa hora, en el pub “Strauss” de Mar del Plata.
Se le hallaron drogas y un arma de fuego en un auto robado en Buenos Aires en el que circulaba. Se dijo que fue la dudosa cobranza de una dudosa deuda. Sea como sea, quedó expuesto públicamente y luego de un encierro de varios días, se convirtió en mala palabra.
"Ahora voy por la calle y nadie me quiere tener cerca. Hasta mis amigos se cruzan de vereda", le confesó a este periodista.
Murió el 28 de mayo de 1997, a causa de diferentes infecciones. Tenía 41 años.
Por eso preferimos congelar la imagen y los recuerdos en aquella noche italiana, cuando de rodillas en el ring, celebró su momento de gloria.
Sí: “Uby” había llegado a campeón: el talentoso, el rebelde, el que en el ring era un boxeador clásico, de parada elegante y golpes de manual.
Fue, tal vez, el último clásico del boxeo argentino.
Solamente que no pudo vencer a su peor enemigo, un duende oscuro llamado Ubaldo Néstor Sacco, a quien todos recordarán por siempre simplemente por su apodo: "Uby".
