Después que Miguel Cotto completó hasta el último round su despedida como profesional con el bíceps izquierdo prácticamente a la altura del hombro desde el séptimo asalto cualquier justificación de lesión parece intrascendente.
El sueño americano de Guillermo Rigondeaux terminó en pesadilla. Abandonó la batalla tras el sexto asalto por una lesión en la mano izquierda, dándole la victoria al ucraniano Vasyl Lomachenko por TKO y la retención de su título superpluma de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
'El Chacal' cayó de la manera en que no pueden caer los campeones, menos un hombre que se había labrado una reputación de destrozar oponentes y carreras.
Esta vez estuvo del lado que nunca probó... y le va a costar.
Vasyl Lomachenko lo llevó a la escuela. Sí, lo llevó a la escuela. Y así se apagó el único argumentó que mantenía al cubano en la conversación de los 10 mejores en el ranking libra por libra.
Lomachenko lució más fuerte, más rápido, más preciso y más concentrado. El ucraniano simplemente fue mucho mejor y salió con el brazo en alto en una pelea que prometía, pero no pasó de ser un bodrío por culpa del 'Chacal' cubano.
A veces la vida te hace poner los pies en el suelo de la manera más violenta.
Ya lo predijo el periodista Chris Farrell en fecha tan temprana como septiembre de 2015: "Por desgracia, pronto (Rigo) perderá por primera vez, seguramente por nocaut, y con su derrota vendrán suspiros de alivio (...). Rigondeaux no perderá ante un mejor peleador, porque no hay ninguno alrededor. Él va a perder pronto, porque va a ser obligado, a través de la falta de opciones tanto económicas como boxísticas a superar obstáculos demasiado grandes para un hombre de su tamaño y mucho más jóvenes. Quien supere a Rigondeaux será mucho más grande y mucho más joven que él".
Como alertan al final de los créditos en la mayoría de las novelas brasileñas: "Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia".
Este 9 de diciembre se cumplió la profecía de Farrell. A Rigondeaux le bajaron de la nube.
Habrá ganado una buena bolsa, pero esta derrota lo perseguirá toda su vida. Habló, habló y requetehabló, pero sus palabras se las llevó el viento. Y desafortunadamente esa será la imagen que la gente recordará.
No se atormenten buscando la causa de este estrepitoso fracaso. Este fracaso se labró desde el mismo día en que el 'Chacal' firmó para pelear como profesional.
A él, los encargados de dirigir su carrera -o mal dirigirla para poner los puntos sobre las íes- nunca le enseñaron que el boxeo profesional es otro deporte distinto al amateur.
A lo mejor sí lo hicieron, pero está demás decir que no lo interiorizó.
Rigondeaux pagó el precio de su soberbia. No quiso modificar algo su estilo para enfrentar a púgiles de su clase y ser atractivo para los fans y cuando tuvo la soga al cuello aceptó por un puñado de dinero subir dos divisiones para pelear contra un súper dotado, tan hábil como él y más grande y fuerte.
Muchos piensan que fue una locura; máxime cuando su compatriota Yuriorkis Gamboa había hecho algo parecido (ante Terence Crawford) y acabó besando la lona. No aprendió la lección.
¿Imaginan a los "chicos de oro" del boxeo: Saúl 'Canelo' Álvarez, Terence Crawford o Andre Ward, haciendo algo parecido? La respuesta es simple: NO. Eso solo lo hacen los desesperados (Rigondeaux, Gamboa, Amir Khan). Necesitan dinero y los billes (las cuentas) no perdonan.
Rigondeaux no perdió el invicto el 9 de diciembre, Rigondeaux enterró su carrera el mismo día que creyó que el mundo debía adaptarse a él y no al revés.
Ahora no le queda más que rezar para encontrar rivales. Con 37 años, sin invicto, sin estar en el ranking libra por libra y sin título súper gallo de la Asociación Mundial de Boxeo, es poco probable que aparezca algún interesado.
Ojalá me equivoque.