Una fiesta a lo argentino

La fiesta inaugural del Mundial de Voley tuvo todos los ingredientes que pueden exigírsele a este tipo de acontecimientos: fue emotiva, breve, concisa, y tuvo la medida justa de "argentinidad" que podía reclamarse

BUENOS AIRES - Cuando durante el transcurso de los últimos meses el ingeniero Mario Goijman, presidente del Comité organizador (COMVOL), decía una y otra que vez que Argentina 2002 sería el mejor Mundial de Voley de la historia muchos sonreían sarcásticamente.

Quizás la expresión de Goijman haya sido un tanto exagerada. Pero, seguramente, esos mismos que dudaban siquiera de la realización del Mundial en este país, ayer por la noche habrán salido asombrados del estadio Luna Park, tan vigente como siempre.

La fiesta inaugural tuvo todos los ingredientes que pueden exigírsele a este tipo de acontecimientos. Fue emotiva, breve, concisa, y tuvo la medida justa de "argentinidad" que podía reclamarse, teniendo en cuenta que estos eventos sirven, ni más ni menos, para que el país anfitrión le muestre al mundo sus características y cualidades. Y vaya si Argentina necesita hacerlo en este momento, en el cual buena parte del mundo parece haber perdido la confianza en el país.

Justamente, este fue el eje de los discursos de Goijman y el mexicano Rubén Acosta, presidente de la Federación Internacional de Voley (FIVB). "Mantuvimos esta sede contra viento y marea para ustedes. Porque este Mundial es para los argentinos", señaló en forma entusiasta Acosta, quien como no podía ser de otra manera, con esas palabras se ganó la ovación de los más de 7 mil concurrentes.

Si de aplausos se trata, Daniel Scioli, Ministro de Deportes y Turismo de la Nación, seguramente tendrá que seguir esforzándose para lograrlos. O, quizás, deba esperar unos años, hasta que la clase política argentina se reconcilie con su pueblo, si es que esto alguna vez sucede.

Durante los dos o tres minutos que le tocó hablar, Scioli recibió abucheos y silbidos como para que la noche de ayer quede en su memoria como una de sus peores pesadillas. En el segundo puesto del ránking de no deseados terminó el brasileño Joao Havelange, ex presidente de FIFA.

LA FIESTA INOLVIDABLE
La ceremonia de inauguración del Mundial comenzó a las 18.10 hs., cuando las luces del estadio de apagaron y una enorme esfera que colgaba del techo fue bajada para que en ella se proyectaran imágenes tridimensionales conformadas por rayos láser, convirtiéndola en un momento en un globo terráqueo.

A continuación, pudieron verse diversas imágenes de los paisajes y bellezas más notables de la Argentina. Desde La Quiaca hasta Ushuaia, seguramente nadie puede quejarse de haber quedado afuera en esta excelente presentación.

En seguida, llegó el turno de los musicales y demás números artísticos, que contaron con la dirección del cantante Juan Carlos Baglietto y la puesta en escena de Héctor Berra. Más de 400 artistas participaron de la fiesta, que incluyó bailadores de malambo, bailarines de tango, representantes de la música norteña argentina y cuatro murgas que aportaron un colorido sensacional.

El tema "Color Esperanza", de Diego Torres, fue cantado a cuatro voces, con la participación de u nutrido grupo de bailarines en escena. Nuevamente, la esfera colgante se adueñó del espectáculo, cuando se proyectaron escenas de los más destacados deportistas y logros deportivos argentinos.

Uno a uno, fueron desfilando, entre otros, Carlos Monzón, Juan Manuel Fangio, Guillermo Vilas, Roberto De Vicenzo, Mario Kempes, Gabriela Sabatini, las Leonas y la selección de voley de 1982.

Pero, como era de suponerse, Diego Maradona fue quien arrancó una de las mayores ovaciones de la tarde, cuando mostraron el gol que le convirtió a la selección inglesa en el Mundial de 1986. Más tarde, incluso, el público coreó el apellido de Diego, esta vez sin video de por medio.

Patricia Sosa cantó el himno del Mundial, que curiosamente en sólo un minuto dejó de ser un bello tema melódico para convertirse en una especia de "cambalache", que incluía ritmos de rap y tango, todo acompañado por gimnastas que corrían alrededor a la cantante.

Ya con la aparición en la cancha de "Minto", la mascota oficial del Mundial, fueron presentadas las banderas de los 24 equipos participantes y a continuación Jairo hizo una excelente entonación del himno nacional argentino.

Con religiosa puntualidad, la ceremonia culminó a los 40 minutos de haber comenzado. El mismo tiempo que tomó para que lo que parecía un teatro espacial se transformara en una cancha de voley.

La fiesta - sencilla y espectacular al mismo tiempo, en la que reinó el buen gusto - había terminado. O, en realidad, simplemente acababa de comenzar.

SEBASTIÁN CONTURSI es redactor especial de ESPNdeportes.com.

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domingo, 29 de septiembre