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NFL, una afición sin fronteras

CIUDAD DE MÉXICO -- Terry Bradshaw, Jack Lambert y Santonio Holmes están sentados a una mesa, gritándole a Chris Boswell, el pateador de los Pittsburgh Steelers, frente a una canasta de alitas. Ben Roethlisberger y su novia, Tom Brady, están fingiendo miradas de enojo mutuas en un apartado de un rincón. Un pequeño Le’Veon Bell está jugando Minecraft con su hermana menor.

Es el 23 de octubre, la tarde del domingo en la que los New England Patriots están jugando contra los Steelers, y a un par de miles de millas del estadio Heinz Field, en un local de Buffalo Wild Wings cerca del distrito Roma Sur de la Ciudad de México, miembros de Steelers Nation United Mexico están comiendo y bebiendo, viviendo y muriendo, agitando Toallas Terribles.

Si el lector quiere saber por qué los Houston Texans están jugando contra los Oakland Raiders en el Estadio Azteca el lunes --el primer juego de "Monday Night Football" que se juega fuera de los Estados Unidos-- aquí tiene la explicación.

La pasión que los mexicanos sienten por el fútbol americano es la razón por la cual se vendieron casi inmediatamente las 95.500 entradas para el juego. Es la razón por la cual se hicieron remodelaciones en los vestuarios del Azteca para adecuarlos a los equipos más grandes de la NFL (los usuarios corrientes de fútbol no requieren tanto espacio) y por la que las instalaciones de radio y teledifusión del estadio fueron mejoradas. Es la razón por la cual cuatro canales deportivos mexicanos se asociaron con la NFL, por la cual nueve juegos son transmitidos en español de jueves a lunes de cada semana, por la cual se calcula que la cantidad de fanáticos de la NFL de toda la nación suman más de 20 millones.

Como dice Arturo Olivé, director general de NFL, “Estamos tremendamente entusiasmados, no solo por este juego, sino por el futuro del deporte en México. No hemos tenido un juego de la temporada normal desde 2005, pero ahora creo que podemos tener uno por año. … Desde todo punto de vista, estamos observando un tremendo crecimiento.

"Si bien los Cowboys y los Steelers son los equipos más populares, los Raiders y los Texans también tienen muchos fanáticos y todos los equipos tienen seguidores. El pastel se está agrandando y eso quiere decir que habrá más porciones”.

Hablando de pasteles, Jack Lambert está atacando una enorme porción de pastel de chocolate, cubierto por helado. Eso fue precedido por una canasta de alitas y una hamburguesa gigante de queso. Su nombre real es Sergio Pérez y una vez jugó de centro en la universidad. Él y unos 50 aficionados más llegaron a este restaurante, algunos con camisetas que impresionarían a un fanático en cualquier local de Buffalo Wild Wings, digamos de West Mifflin. ¿Quién podría imaginar que Maurkice Pouncey, N° 53, viajaría hasta aquí?

“Llamamos a este lugar la Cueva de Acero (Steel)” dice Antonio Piñón, un corredor de bolsa que preside el club de fanáticos -- y usa la camiseta de Santonio Holmes. “Es una pena que Roethlisberger no juegue. Rotura de meniscos. Extrañamos al Cachetón.”

¿Cachetón?

“Es el equivalente del inglés ‘Cheeky.’ Como cuando tu abuela te pellizca las mejillas para que se inflen. ¿No crees que Ben tiene ese tipo de mejillas?”

De acuerdo. Pero aún más llamativo que la cara del mariscal de campo es la familiaridad íntima que estos fanáticos tienen con los Steelers. “Pittsburgh organizó un campamento de fútbol americano de dos días en mayo último en la Ciudad de México” nos dice Piñón. “Una experiencia realmente notable, no solo para nosotros, sino también para los Steelers. Las personas estaban haciendo fila desde las 6 a. m. Los Steelers que vinieron --Antwaan Randle-El, Willie Parker, Jerome Bettis, Alejando Villanueva-- fueron muy amables, estrechando manos, caminando lentamente para que pudiéramos tomarnos fotografías con ellos. Mira, aquí tienes una foto mía con Bettis.”

Un conteo rápido indica que 17 de las 25 pantallas de TV del restaurante muestran el juego de los Steelers. El hombre con la camiseta de Bradshaw pregunta quejosamente, “¿Alguna vez nos decidiremos a sacar a Brady?”

Quien dice esto es Alberto Pérez Schoelly, un economista del gobierno, que ha venido acompañado por sus dos hijos adultos, uno de los cuales es Sergio. Schoelly, como muchos mexicanos, se convirtió en fanático de los Steelers en la década de 1970, cuando el equipo estaba en su momento cumbre e Imevisión (ahora TV Azteca) comenzó a transmitir juegos de manera regular. “Ah, la Cortina de Acero”, dice. “Recuerdo la Inmaculada Recepción como si hubiera sido ayer”.

Justo en ese momento, los Steelers golpearon a Brady. Y Piñón lidera los vítores del grupo:

“Aquí vamos, Steelers, aquí vamos.

Aquí vamos, Steelers, aquí vamos”.

Caramba, los Steelers terminan siendo vencidos 27-16. Pero los miembros de Steelers Nation United México, que son varios miles, no tienen la victoria como única meta. “La finalidad del club”, dice Piñón, “es lograr que las personas dejen sus casas, se despeguen de sus sillones, salgan a algún lado durante tres horas para olvidar sus problemas y gritar y vitorear sin que haya alguien al lado pidiéndole que baje la voz. Eso es lo que hace grandioso al fútbol americano”.


Mark Waller, el vicepresidente ejecutivo para asuntos internacionales de la NFL, ha pronosticado que en los próximos 10 años, "creo que tendremos al menos una o dos franquicias fuera de los EE. UU." A juzgar por los partidos de la liga en Londres y Ciudad de México en esta temporada, parecería que Gran Bretaña y México son los que llevan ventaja.

“Siempre que hago una presentación” afirma Olivé, “Mis colegas me hacen bromas porque una de las primeras diapositivas muestra una cita de Thomas Friedman, del New York Times. Unos pocos años atrás, él escribió, 'En la India, las personas le preguntan a uno sobre China y, en China, preguntan sobre India. ¿Qué país se convertirá en la potencia económica más dominante en el siglo 21? Ya tengo la respuesta: México'”.

Un visitante puede detectar inmediatamente por qué la NFL es optimista sobre el potencial del país. Un hombre con la camiseta de los Steelers está patinando sobre ruedas junto a sus hijas que tienen camisetas rosas de los Steelers. Los carteles anuncian el juego del lunes. Un conductor de Uber, Ulices Torres, dice que es fanático de los Seahawks y realmente extraña a Marshawn Lynch. Un mendigo con un gorro tejido de los Raiders pide monedas. Un empleado de una compañía de electricidad, Fernando Navarro, levanta un vaso en Hooters con un exquisito tatuaje del logo de los Steelers en su brazo. “Voy a ir al juego de los Steelers-Cowboys”, anuncia con orgullo.

Y si el visitante llega a un pequeño centro de compras en el distrito de Jardines del Pedregal de la Ciudad de México, encontrará una inmaculada tienda dedicada a la mercadería de la NFL. En Carlos Rosado Sports, se venden camisetas de casi todos los equipos, al igual que los accesorios para el juego. Alto en la pared puede verse una camiseta N° 15 de los New York Jets. Pero no está ahí para rendir homenaje a Brandon Marshall. Le pertenece a Carlos Rosado.

Érase una vez, en la pretemporada de 2003 para ser exactos, Rosado era un "wide receiver" de los Jets. Rosado, que había jugado al fútbol americano en la Universidad de las Américas de Ciudad de México, era un veterano de la ya desaparecida NFL Europa (los Barcelona Dragons y los Amsterdam Admirals), y el entrenador Herm Edwards lo trajo al campamento de los Jets para ver si tenía potencial para la NFL.

Rosado estuvo durante toda la temporada antes de que lo descartaran; los Jets ya tenían a Wayne Chrebet y a Santana Moss en el puesto de "wide receiver". Pero él recuerda la experiencia con cariño. “Herm Edwards fue muy amable conmigo, y también lo fueron los mariscales de campo, Chad Pennington y Vinny Testaverde,” dice Rosado. “Nunca olvidaré la emoción cuando salí del túnel en el estadio de los Giants por primera vez”.

Además de ser el propietario de la tienda, Rosado también trabaja como analista para Fox Sports, así que ha visto el notable crecimiento del interés por el fútbol americano en México desde su época de jugador. Sin embargo, hay un aspecto del deporte que preocupa a él y a otros amantes de la NFL de México. “El crecimiento ha sido horizontal” afirma Rosado. “Creo que el próximo paso es lograr que sea vertical. Necesitamos armar mejores equipos para que podamos encontrar jugadores que puedan transformarse en estrellas de la NFL.”

El fútbol americano no es una novedad en México. La leyenda cuenta que el deporte fue introducido en Veracruz en 1896, cuando estudiantes universitarios que habían vuelto de los Estados Unidos y marineros estadounidenses jugaron algunos juegos amistosos. En la década de 1920, dos universidades de la Ciudad de México tenían equipos. Los Pumas Dorados de la UNAM y los Burros Blancos del Instituto Politécnico Nacional. Incluso hubo una película de 1962 -- "Juventud Sin Dios" )-- que tenía como personaje principal al cura que entrenaba a los Burros, el Padre Lambert J. Dehner.

En 1955, los Baltimore Colts incorporaron a Alex Esquivel, un corredor (running back) de la Ciudad de México, en la ronda N° 24 del draft. No duró mucho, pero en los años subsiguientes, fue seguido por una serie de pateadores nacidos en México: Efren Herrera, Rafael Septien, Frank Corral y Raúl Allegre, que ayudó a los New York Giants a ganar el Súper Tazón XXI y ahora trabaja como analista de NFL para ESPN. Los mariscales de campo Joe Kapp y Jim Plunkett también se hicieron populares debido a su ascendencia mexicana, pero eran realmente productos del sistema de fútbol americano de EE. UU.

En la lista de deseos de Olivé también se encuentra una verdadera estrella mexicana de fútbol americano. “¿Recuerda Fernandomanía?” pregunta el ejecutivo. “Cuando [Fernando] Valenzuela salió de México y se convirtió en una sensación con los Dodgers a principios de la década de ‘1980, hizo milagros para el deporte y para su país. ¿Pueden imaginarse lo que ocurriría si tuviéramos un Fernando para el fútbol americano?”

Es con ese fin que la NFL ha dado significativo apoyo a las ligas de "flag football" --tochito-- para los jugadores más jóvenes. Y mientras la liga profesional mexicana que debutó en 2016 con cuatro equipos no tiene gran calidad, hay señales de que el fútbol americano universitario está mejorando. En 2009, un equipo del Tec de Monterrey venció al Blinn College 35-14 en un juego de exhibición, lo que fue muy significativo ya que (1) Blinn ganó, poco después, el campeonato universitario junior nacional y (2) el mariscal de campo de Blinn era Cam Newton que llevó a los Carolina Panthers a obtener el Super Bowl seis años más tarde. “Estaban tan organizados”, recuerda Newton sobre el duelo.

El fútbol americano de primer nivel en México es a menudo comparado con el fútbol americano de la División III de los Estados Unidos y, a juzgar por una práctica del martes a la tarde de los Pumas de UNAM, eso parece ser acertado. Excepto que los Pumas tienen un poco más de tamaño y velocidad para su ofensiva abierta que las escuelas normales D-III, y practican con más intensidad que la mayoría de las universidades pequeñas. Por cierto, ya hubo jugadores de la División III en la NFL.

“Creo que sorprenderíamos a los fanáticos de los Estados Unidos” afirma Herminio Rojas, un corredor senior y capitán del equipo. Cuando se le preguntó si podría jugar en la NFL, Rojas se rió y dijo, “Yo no. Mi jugador favorito es LaDainian Tomlinson y no tendría ninguna posibilidad de taclearlo. Además, mi ambición es ser médico”.

Otto Ulrike Becerril, que este año reemplazó al muy exitoso entrenador en jefe de la UNAM Raúl Rivera, dice, “los jugadores mexicanos son mucho más fuertes y grandes que los de hace 10 años. No me sorprendería si produjéramos un jugador de impacto en la NFL en los próximos años.

“Déjenme decirlo de la siguiente manera. El muro del fútbol americano entre los Estados Unidos y México se está haciendo más pequeño”.

Y luego hizo un guiño.

No hay manera de eludirlo. El futuro del fútbol americano en México gira alrededor del clima político en ambos lados de la frontera y, con la elección de Donald Trump como presidente la semana pasada, el pronóstico es algo más dudoso que si hubiera ganado Hillary Clinton. (Enrique Peña Nieto, presidente de México, habló con Trump por teléfono la semana última para felicitarlo, y tal vez hayan hablado sobre los Patriots).

Incluso con Trump como presidente, un partido de la NFL en México todos los años sería muy plausible. Los Steelers, reconociendo su sólida base de fanáticos al sur de la frontera, han llegado a decir que estarían dispuestos a resignar un partido como locales para jugar en México.

Pero conseguir suficientes fanáticos para agotar las entradas a un juego es mucho más fácil que lograr suficientes fanáticos que deseen comprar carísimos abonos de temporada, que es el principal ingreso de cualquier franquicia de la NFL.

“Realmente me encantaría tener un equipo en México,” dice el reportero de ESPN, John Sutcliffe. “Y yo sé que tenemos una base de fanáticos suficiente para apoyarlo, millones de personas que se han volcado al deporte de la misma manera que yo lo hice cuando escuché por primera vez a Dandy Don y Howard Cosell. Pero me preocupa el aspecto económico y también el aspecto político. No sé si esto podrá concretarse a corto plazo”.

Pero como Olivé lo señala, el éxito de la NFL en México no gira alrededor de la posibilidad de obtener una franquicia. “Mi meta es lograr que los estadounidenses lleguen a considerar a los mexicano por lo que realmente somos, con respecto a la imagen que tan frecuentemente y tan injustamente se proyecta" afirma. "Y creo que nuestra mutua pasión por la NFL podría abrir los ojos de muchos. Si puedo ayudar a que eso ocurra, misión cumplida”.

Esta es otra manera de abrir los ojos de un visitante. En cualquier noche de martes, miércoles o jueves, darse una vuelta por el campo de juego mal iluminado de la Ciudad Deportivo Magdalena Mixhuca, enfrente del velódromo usado en los Juegos Olímpicos de la Ciudad de México, en 1968. Allí encontrarán una especie de cantina Star Wars de fútbol americano: cinco o seis juegos de tochita bandera circulando en una práctica de Los Tigres de Bengala, un equipo de fútbol americano de contacto para mayores de 40 en la liga policial.

Son las 11 p. m., y las pelotas vuelan de un extremo al otro. Los Tigres están practicando formaciones, riéndose y gritándose entre sí, sin tener en cuenta la hora. Su entrenador, un elegante publicista llamado Rodolfo "Batman" García, está menos interesado en entrenar que en contarle a uno sobre la liga de fútbol americano "bikini" que ha organizado.

No todos los jugadores son policías, pero casi todos ellos tienen dos trabajos y eso hace que su dedicación sea más impresionante.

“¿Por qué hacen esto?” pregunta Batman. “Porque aman el fútbol americano. ¿No es esa una respuesta suficientemente buena?” .