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Recordatorio a Raiders: Jugar de arrimado no es nada agradable, baby

ENGLEWOOD, Colo. -- La NFL dio su permiso para que los Oakland Raiders se conviertan en Las Vegas Raiders en algún momento en los próximos años.

Pero, como no hay aún un estadio en Las Vegas que pueda usarse de inmediato, pues el acuerdo para darle un equipo a la Ciudad del Pecado se construyó sobre montones de dinero y de imágenes de un inmueble diseñadas por arquitectos --, los Raiders piodrìan jugar hasta tres temporadas más en Oakland.

Y esta situación es la que prepara el escenario para que los Raiders jueguen de arrimados, algo que he atestiguado de cerca y de forma muy personal.

En agosto de 1995, a casi tres semanas de iniciar la temporada regular, K.S. “Bud” Adams Jr. sorprendió cuando anunció que tenía la intención de mudar a su equipo, los Houston Oilers, a la ciudad de Nashville, Tennessee.

El hecho de que Nashville no tuviera un estadio de futbol americano con al menos la mitad de capacidad que necesitaría un equipo de la NFL no le molestó. Ni siquiera el hecho de que muchos en Nashville pensaron que sólo los usaba como pretexto para conseguir lo que deseaba en su actual ubicación.

Sin embargo, los acuerdos se firmaron y la mudanza era inminente. Pero, por los contratos de renta, los resentimientos y las políticas relacionadas a las reubicaciones de franquicias, los Oilers jugaron las temporadas de 1995 y 1996 en Houston. Y los cubrí en ambas campañas.

Tras pasar mucho tiempo alrededor de jugadores, coaches y directivos de los Oilers en esos años, además de hablar con infinidad de aficionados afuera del estadio, restaurantes, lavanderías y en el hotel donde me hospedaba, puedo decirle algo con mucha sinceridad a los coaches, jugadores y aficionados de los Raiders:

Buena suerte.

No será nada divertido. Las cosas buenas que le sucedan a los Raiders sólo servirán para recordarle a la gente en Oakland que el equipo se va a ir. Lo malo que le suceda a los Raiders sólo le recordará a la gente en Oakland que el equipo se va a ir.

Jugadores y coaches serán cuestionados todos los días sobre cómo es jugar en una ciudad no tienen futuro y tendrán que encontrar formas para agradecer a los aficionados y decir que los aprecian, porque los jugadores y coaches son quienes van a estar frente a las cámaras y micrófonos todos los días.

Como un jugador de los Oiles me dijo casi cada semana durante los dos años que el equipo jugó de arrimado en Houston, “Vaya. Bud debería bajar al vestidor y responder estas malditas preguntas. Dia-rio”.

En 1995, la asistencia para el primer juego como local de los Oilers, una derrota ante los Pittsburgh Steelers, fue de 44,122. Después fue de entre 31,489 para un juego ante los Jacksonville Jaguars y de 36,346 para otro ante los Tampa Bay Buccaneers.

Aunque, creo, nunca hubo tanta gente en el Astrodome como informaron.

Después de todo, Adams había anunciado la mudanza a Nashville apenas tres semanas antes, pero después de que el equipo había vendido sus abonos de temporada. Los lugares en el Astrodome estaban vendidos, pero no necesariamente ocupados.

La situación empeoró en 1996. La asistencia para el primer juego como local de los Oilers fue de 27,725 y la cantidad fue a la baja notablemente conforme avanzó la temporada. Para el último duelo en el Astrodome se presentaron 15,131 personas.

Hubo algunos juegos en 1996 cuando, si tenía la suerte de encontrar los semáforos sincronizados camino al estadio, podía llegar a mi lugar de estacionamiento sin detenerme una sola vez. Sin tráfico.

Aunque la idea de no tener que formarse para entrar a un partido es atractiva, en ese entonces se trataba de algo sin chiste para los aficionados en Houston. Tener a un equipo de arrimado en la ciudad es como gastar dinero en un esmoquin para que alguien más lo use en la fiesta.

En 1996, en dos juegos se rebasó la asistencia de 50,000 personas, un triunfo de los Oilers sobre los Steelers (50,337) y una derrota ante los San Francisco 49ers (53,664), pero no fueron precisamente juegos como “locales” para los Oilers, pues los aficionados visitantes invadieron el Astrodome.

Los Oilers terminaron con marca de 7-9 en 1995 y de 8-8 en 1996, cuando su selección de primera ronda en el Draft, Eddie George, fue el Novato Ofensivo del Año y su quarterback Steve McNair, primera selección colegial en 1995, mostró destellos cuando tuvo la oportunidad de jugar en esas dos campañas.

Estas actuaciones y premios sólo fueron una mala broma, pues aficionados de otra ciudad disfrutarían de estas actuaciones. Luego de jugar la temporada de 1997 en Memphis y la de 1998 en el estadio de Vanderbilt, el equipo fue rebautizado con el nombre de Tennessee Titans y se mudó a un nuevo estadio en Nashville para la campaña de 1999. Los Titans llegaron al Super Bowl ese año.

Quizá el dueño de los Raiders, Mark Davis, tiene un plan listo para lograr que la gente de Oakland mantenga la fe en un equipo que terminó su última temporada con marca de 12-4, pero me tocó ver a un equipo de Oilers en reconstrucción con talento joven y a un futuro miembro del Salón de la Fama en el liniero ofensivo Bruce Matthews seriamente molesto y frustrado porque los jugadores fueron forzados a dar la cara, jugar ante aficionados molestos y en dos ciudades distintas antes de establecerse en Nahsville.

Los equipos pueden controlar el ambiente en sus oficinas y vestidores, pero los jugadores tienen vecinos, sus esposas tienen amigos y sus hijos compañeros de escuela. Eso ni siquiera es factor ya en la nueva dinámica de vida con las redes sociales.

Los Oilers no tenían Twitter para lidiar con las situación yestuvieron envueltos en una constante serie de cuestionamientos sobre por qué se mudaban. Pudieron escapar de eso hasta que se fueron de Houston.

El término “arrimado” (lame-duck, en inglés) data del siglo 18 (años 1700s) y se originó en la Bolsa de Valores de Londres, donde se usó para hacer referencia a inversionistas que no podían liquidar sus deudas.

Los aficionados de los Raiders que usaron por décadas los dólares que se ganaron trabajando en playeras, gorras, boletos, viajes para ver al equipo en otras ciudades sentirán que la deuda que la franquicia tiene con ellos no será cubierta.

Y créanme: dos años parecerán un largo, muy largo tiempo para que esto se les recuerde a los Raiders diariamente.