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La goleada posterga el debate en la portería del Barcelona

BARCELONA -- Tanto hablarse de la guerra de la portería y a la primera ocasión que pudieron marcar músculo los dos contrincantes, el Barcelona recibió ante Liverpool la peor de las goleadas. Ni salvó uno ni brilló el otro, o viceversa, por más que los guarismos pudieran colocar a Bravo en desventaja después del desolador 4-0 en Wembley, por la International Champions Cup.

Encajó uno Ter Stegen, provocado por Arda Turan, y tres Claudio Bravo, dos de ellos con responsabilidad especial de Mathieu y Busquets, y un tercero, el 4-0, en el que quedó retratado. Mal comienzo.

No hubo ganador y sí perdedores. Porque ni brilló el alemán ni fue salvador el chileno, imbuidos en la desoladora imagen colectiva de un Barça al que arrodilló el Liverpool en un amistoso que dejó más signos de preocupación que imágenes para el optimismo.

Aunque en el marcador podría ponerse un 3-1 en contra de Bravo, fusilado apenas al presentarse en la segunda mitad y retratado en el último suspiro, en un cabezazo de Grujic que convirtió una dura derrota en una goleada en toda regla.

No marcó Munir, no jugó Marlon, no destacó Denis y tampoco hicieron méritos los dos porteros para que Luis Enrique pudiera tomar nota o al menos pudiera mostrarse una conclusión de quien será el elegido cuando comience la temporada de verdad.

Vencido tras un error monumental en el pase de Arda Turan, Ter Stegen recibió un gol en el que nada pudo hacer. Elegido de entrada, en el once inicial, el meta alemán hizo lo justo y nada más. No sacó ningún balón envenenado, no pudo evitar la diana de Sané y sufrió unos primeros 20 minutos de partido eléctricos en que el Liverpool no marcó más goles por sus errores en el remate.

MÁS Y PEOR
Retirado en el descanso, después de que el Barça acabara siendo dominando, Ter Stegen siguió desde el banquillo el derrumbe inesperado de su contrincante, un Claudio Bravo al que condenaron de sopetón sus propios compañeros.

En dos minutos, en dos errores, en dos disparos, el chileno se vio hundido. Mathieu primero y Busquets después, regalaron sendos puñales para que el Liverpool se pusiera con un impensable 3-0 a favor que encendió la euforia de los hinchas reds y colocara en el rincón a los azulgranas, incrédulos ante un resultado que no habrían sospechado.

El Barça, sin ánimo y con pesar, volvió a tomar de alguna manera el ritmo al partido, buscando un gol con el que lavar su imagen mientras a golpe de contragolpes el Liverpool ponía de los nervios a la defensa y a un Bravo apesadumbrado...

Pero faltaba la puntilla. Y fue, desde luego, un golpe bajo en toda regla que provocó la peor goleada que recuerda Luis Enrique y la despedida más amarga que pudo tener de Londres Claudio Bravo.

Un centro sin aparente peligro y un cabezazo inverosímil, alejado, cruzado y bombeado, que pilló dos metros adelantado al portero chileno. Gol, golazo del Liverpool. 4-0 y para casa.