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Neymar tuvo una noche redonda ante el Athletic de Bilbao

BARCELONA -- Luis Suárez anotó su gol número 100 con el Barcelona y la MSN alcanzó los 300. Sentenció a lo grande, como acostumbra, Messi... Pero Neymar fue el personaje clave, el futbolista desequilibrante de una noche vibrante.

El brasileño, que no marcaba desde el 10 de octubre, acabó con su sequía goleadora pero, de golpe, acalló todas las críticas que comenzaban, que se iban multiplicando, alrededor del Camp Nou. Pareció, de hecho, que Ney estuviera avisado, que supiera que ya empezaba a ser vigilado por la cruel crítica que en ocasiones se sufre en este Barcelona. Así que decidió dar el paso adelante y se exhibió.

Fue un puñal constante por su banda y ya antes de asistir en el 1-0, fue castigado con dos fueras de juego que invitaron a la duda y a la sospecha respectivamente, por cuanto el segundo, que acabó con gol invalidado a Suárez, se demostró que no lo era.

Después, sin embargo, ya no hubo nada a discutir cuando se sacó de la bota un magnífico centro pasado que tuvo continuidad en la sensacional volea del uruguayo. El 1-0, merecido, ya tenía en Ney a protagonista.

Pero faltaba redondear su magnífica actuación y comenzó a hacerlo apenas comenzar la segunda mitad, cuando a su verticalidad sumó genialidad y en el recorte sideral al entrar al área respondió Bóveda con un claro penalti.

Y Messi, el líder y auténtico jefe de la banda, decidió que fuera el brasileño quien lanzara ese penalti trascendental. Arriesgaron todos pero no falló Ney para marcar el 2-0 y acabar con tres meses de abstinencia goleadora.

¿Más? Por supuesto. Al tiempo que el Athletic igualó la eliminatoria, Neymar regresó al plano para enloquecer a Bóveda y a cualquiera que se le pusiera por delante. Para pelear en defensa, presionar a Gorka, correr y desbordar. Obviamente, otro gol debía tenerle a él en el plano.

Lo anotó, el definitivo, Messi para sumarse a la fiesta completa de la MSN, pero aunque la falta la sufrió Suárez fue Ney quien inició, como durante toda la noche, la jugada.

Luis Enrique le dio descanso en el último suspiro de partido, en el que entró por él Denis, pero el Camp Nou en pleno le dedicó una ovación que merecía y, probablemente, necesitaba después de tantos partidos bajo sospecha.