<
>

Barcelona: Entre el atrevimiento y el temor

BARCELONA -- Con la cantinela del ‘Fin de ciclo’ repitiéndose de forma continua alrededor del Camp Nou, el Barça más necesitado de los últimos años acude al Bernabéu con tanta ambición como responsabilidad. Con el atrevimiento que se dibuja siempre en los planteamientos de Luis Enrique y el temor a un derrumbe que se sabría definitivo.

Al campeón no le vale ni el empate si quiere mantener, o aspirar a mantener, su corona. Si para el Madrid es una ocasión única de finiquitar la pelea y reconquistar un título que no gana desde 2012 y que solo ha disfrutado tres veces en estos últimos diez años de indiscutible dominio azulgrana, para el grupo de Luis Enrique el duelo tiene sabor a despedida.

Despedida de Luis Enrique y despedida de una era inigualable y legendaria que comenzó con la llegada de Guardiola al banquillo para recuperar la alegría de la mejor época de Rijkaard y se apaga entre reproches, acaso injustos a la vista del historial de la última década.

Pero en un futbol en el que el pasado, por más glorioso que sea, no cuenta para nada, al Barcelona le asalta la necesidad indiscutible de ofrecer su último concierto en el Bernabéu para no decir adiós rodeado de una crítica que se antoja incluso fuera de toda medida.

El orgullo del vestuario tendrá tanto o más a decir que el planteamiento y personalidad futbolística que quiera imprimir Luis Enrique. Contando con la ausencia de Neymar, el liderazgo de Messi se entiende fundamental en este domingo sin vuelta atrás. 8 victorias en 16 visitas y 12 goles es la carta de presentación del ‘10’, quien llevará el timón de su equipo… Esperando al renacer de Luis Suárez.

El uruguayo suma cuatro partidos sin ver puerta que se entienden trascendentales tanto en el derrumbe liguero de Málaga como en la eliminación a manos de la Juventus en la Champions. Y en su capacidad se centran también las esperanzas de un equipo llamado a dar un paso al frente en cuanto a su poder colectivo.

JORNADA MALDITA

El Barça se juega la Liga en una fecha de triste recuerdo para el club. El 23 de abril, ‘Día del libro y la rosa’, es una fecha con un gran simbolismo en Cataluña pero que es de mal encaje en el Camp Nou.

Un 23 de abril, de 1975, el Barcelona fue eliminado por el Leeds United en la semifinal de la vieja Copa de Europa. Tras perder por 2-1 en Elland Road, el equipo que lideraba Johan Cruyff solo pudo empatar (1-1) en el Camp Nou para despedirse de un sueño tan largamente despedido.

Más amargo fue el 23 de abril de 2002. Aquella noche visitó el Camp Nou el Real Madrid de Vicente del Bosque en la ida de las mismas semifinales de la Champions… Y asaltó el coliseo azulgrana con un 0-2 que dejó visto para sentencia su pase a la final, que ganaría en Glasgow al Bayer Leverkusen.

Zidane y McManaman sentenciaron el triunfo merengue sobre un Barcelona decadente y sin respuesta, que atravesaba el peor momento de su historia moderna y malvivía en la mediocridad más absoluta, necesitado de una revolución que se produciría un año después, con las elecciones ganadas por Laporta y la llegada de Ronaldinho.

El equipo azulgrana no debe ahora interpretarse como decadente y echar una mirada atrás sirve para poner en perspectiva su realidad. Desde la temporada 2004-05 le avala la conquista de 29 títulos contra los 13 ganados por su gran rival en la misma etapa.

Pero tal y como sucedió en 2008 en el final de Rijkaard o en 2014 con el paréntesis que significó la presencia de Martino, el Barcelona se sabe en puertas de un nuevo comienzo.

Y aunque el resultado del Bernabéu no deba influir en esa renovación que se entiende innegociable… Ganar este Clásico en una fecha tan marcada para dar un empuje al desenlace de la era Luis Enrique se contemplaría como el mejor premio.