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La Volpe, un Acuario de dos caras

MÉXICO -- Es en realidad un Acuario (nacido el 6 de febrero) aunque parece más bien un Géminis, ese único signo del zodiaco que tiene dos caras. La mitología griega los representa como Cástor y Pólux, hijos de Zeus y Leda, hermanos condenados a enfrentarse.

Mientras uno es inmortal, el otro es terrestre; mientras uno vive en el cielo, el otro vigila el mar y luego viceversa. Por eso, Géminis tiene esa doble personalidad, cambiante de un extremo a otro.

El Ricardo La Volpe que dirige al América no es el mismo que empezó a buscarse la vida como entrenador con un futbol de ataque. Se ha vuelto al mismo tiempo autodestructivo y con el corazón dividido.

Antes que gustar, prefiere ganar con malos modales y últimamente ya ni eso hace. Lo que se le aparece ahora en el horizonte a La Volpe es un tema tabú en su trayectoria: enfrentar a Chivas.

El recuerdo del 5-0 de 1996 es un fantasma sobrevolando en él. “Aquella ocasión culpó a los jóvenes de la derrota, en especial a Cuauhtémoc Blanco”, relata Germán Villa, otro de los ácidos críticos del argentino, “no se atrevió a reclamarle a los experimentados porque desde el principio se ensañaba con malos tratos a los juveniles. A Luis García por ejemplo no le dijo nada”.

La realidad es que el vestidor, más que contaminado, estaba terminando por conocerse. Todavía después del desastre ante Chivas, lo aguantaron un partido más que perdió en Puebla. Raúl Gutiérrez cree que se exageraron las cosas al interior del grupo, “conocía bien a Ricardo y lo cierto es que manejó una forma de entrenar a la que no estaban acostumbrados los chicos en Coapa. Lo tuve en el Atlante y era igual en sus formas, pero nunca me lo tomé personal. Resultó que salimos campeones y en el América se hizo de muchos enemigos sin que haya cambiado su estilo, esa fue la contradicción”.

Entonces, al La Volpe entrenador, los que fueron sus jugadores lo ven con distintos matices. Para los americanistas que sufrieron con él en esa corta etapa del torneo de invierno ‘96 como Germán Villa, el futbol que practica actualmente, le aburre soberanamente.

“Le queda grande el América, no entiende en dónde está parado, desde hace 20 años no sabe qué es el América, ahora menos. De perder ante Chivas debería irse por pie propio porque no se le ve ni pies ni cabeza”.

Raúl Gutiérrez sabe que aquella goleada de Chivas es el pasado, sin embargo, por una razón, sigue ahí metida entre el recuerdo, “fue un juego de circunstancias extrañas. Nos meten dos goles muy rápidos y luego viene la expulsión de Luis García. Éramos un equipo en formación, que estaba conjuntándose. Por ejemplo, había un central chileno, Javier Margas, que le fue muy mal y con los años terminó jugando en Inglaterra y capitán de su selección. Es decir, no había malos jugadores. ¿Qué dijo en el vestidor? Sólo recuerdo que hubo muchos reclamos, groserías y culpas pero no que haya señalado a alguien en particular. Creo que muchos jugadores se lo tomaban muy personal”.

Y La Volpe continúa en el camino con dos caras. Una que defienden sus pupilos y otra que reclaman sus más allegados enemigos. Por lo pronto, da la sensación que ni él mismo se reconoce.