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Pasa de 'noche' Nico Castillo en el Olímpico Universitario

Nicolás Castillo jugó los 90 minutos en el Olímpico Universitario. Imago 7

MÉXICO-- Nicolás Castillo regresó al estadio Olímpico Universitario, pero ahora lo hizo para jugar con el América. Sus primeros abucheos los recibió al momento en el que salió a calentar. Los reproches de la afición de Pumas aumentó cuando el sonido local anunció su nombre en el 11 titular que mandó Miguel Herrera para enfrentar a Pumas.

El chileno realizó los trabajos de calentamiento en el césped que fue su casa por año y medio y en el que marcó 19 de 25 dianas en el futbol mexicano, la última de ellas en su despedida de Ciudad Universitaria el pasado 2 de mayo justo ante el América.

Saltó con el uniforme del América para la ceremonia de la Liga MX, pero antes saludó y abrazó a algunos de sus ex compañeros.

Se reunió junto al resto de los azulcremas, al terminar estrechó la mano con Renato Ibarra, se abrazó con Agustín Marchesín, quien le dio dos bofetadas antes de que emprendiera su camino al círculo central para el pitazo inicial.

En la primera parte tuvo poco contacto con el balón, pero siempre que lo hacía era abucheado, incluso cuando tomó el esférico para cobrar un tiro libre, mismo que mandó arriba del arco de Alfredo Saldívar.

Lejos está aquel Castillo que jugó en Pumas. Cada que tocaba la redonda, no la controlaba o la perdía de manera muy sencilla ante la marca de los defensas felinos.

En la parte complementaria, la historia no cambió para Nico. Fueron escasas las ocasiones que tuvo contacto con el esférico, pero vio de cerca cómo Carlos González se levantó para abrir el marcador con un remate de cabeza. Mientras sus excompañeros festejaban, el atacante caminó con la mirada hacia el pasto.

En los últimos minutos del compromiso su cansancio era notorio. Caminaba o en ocasiones trotaba, además de que mientras el esférico estaba lejos de él aprovechaba para agacharse y tomar aire, incluso se acercó a la portería de Alfredo Saldívar a tomar de los líquidos que tenía el cancerbero universitario.

Luego del silbatazo final estrechó la mano con los jugadores que se encontró en su camino, pasó a despedirse de los árbitros y caminó hacia los vestidores, mientras se escuchaba el Goya en el Olímpico Universitario.