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Los futbolistas hablan sobre el retiro: "10 años de mi vida se fueron al abismo"

Desde el lado izquierdo extremo: Los exfutbolistas Joe Thompson, Nedum Onuoha, Karen Bardsley, John O'Kane y David Thompson hablaron francamente sobre sus transiciones a la fase de retiro. ESPN

ESPN habló con cinco exjugadores sobre sus difíciles transiciones al retiro. Éstas son sus historias.


Retirarse puede suponer un panorama abrumador en cualquier profesión -la pérdida de ingresos, la sensación de que los mejores días han quedado en el pasado, la necesidad de buscar un nuevo propósito-, pero también puede ofrecer nuevas oportunidades y una liberación de la presión cotidiana del ámbito laboral.

Sin embargo, para un futbolista profesional, la jubilación suele llegar antes de que la mayoría de la gente haya empezado a ascender en su carrera.

Sólo unos pocos llegan a la cima, triunfan y perciben ingresos que les permiten retirarse a los treinta y tantos años para disfrutar de una vida de ocio y satisfacción. La mayoría no tiene tanta suerte. El deporte los jubila, ya sea por una lesión o simplemente por descubrir que el teléfono dejó de sonar cuando necesitaban un nuevo equipo. Muchos no logran grandes cosas ni llegan a blindarse económicamente para toda la vida.

Esto significa que la jubilación de los futbolistas puede ser más difícil, financiera y psicológicamente, que la de la mayoría de las profesiones, porque el final llega cuando deberían estar en la flor de la vida.

Mientras muchos futbolistas esperan en vano que suene el teléfono y empiezan a contemplar la posibilidad de retirarse, ESPN habló con cinco exjugadores sobre sus difíciles transiciones de la etapa de jugador a la de exjugador. Éstas son sus historias.


"También es duro ver a tus contemporáneos ganar trofeos cuando a ti te lo han quitado todo. No es envidia ni amargura; es simplemente tu instinto competitivo... Es la incógnita de lo que podrías haber logrado".

David Thompson, de 45 años, disputó más de 250 partidos en primera durante una carrera de 11 años en la que jugó más de 160 partidos de la Premier League con clubes como Liverpool, Blackburn, Wigan, Portsmouth y Bolton. Una lesión de rodilla sufrida cuando entrenaba con Inglaterra a los 25 años resultó ser el punto de inflexión en la carrera del mediocampista, y Thompson se vio obligado a retirarse a los 29 años, en 2007.

Cuando eres futbolista, siempre hay un desafío. Ya sea en los partidos o en los entrenamientos, había una determinación constante por ser mejor al día siguiente. Identificabas un objetivo y lo perseguías. El fútbol le da estructura y propósito a tu vida. Pero es un entorno competitivo; las amistades están imbricadas en una cultura de rendimiento, éxito y fracaso. No se parece a ninguna otra industria.

Cuando se me terminó prematuramente, no había nada a lo que aspirar y sentí que iba a la deriva hacia el olvido. El pánico se apodera de ti, y no se trata solamente de las implicancias financieras: se trata de llenar el vacío en el día a día. ¿Qué haces cuando formas parte de un colectivo, basado en una estructura de confianza y vínculos, y luego te expulsan de esa red social? Una parte de ti, y de la vida en un grupo colectivo, desaparece.

Contrariamente a lo que la sociedad cree sobre el fútbol y aquellos que lo practican profesionalmente, la estabilidad y la seguridad financieras son un mito: los futbolistas son en gran medida trabajadores precarios, con una carrera corta. Siempre había pensado en retirarme a los 35, 36, 37 años, así que cada mes ahorras dinero para poder mantenerte y mantener a tu familia cuando llegue el momento de colgar los botines. Pero cuando te retiras a los 29, es realmente inesperado y esa carrera corta, en la que ganas muy bien durante un periodo relativamente breve, se convierte en apenas un momento en el tiempo. Para ponerlo en contexto, cuando los cirujanos y los médicos finalmente completan su formación, mi carrera ya está prácticamente acabada.

Dada la naturaleza y la cultura del negocio del fútbol, perdí muchos ingresos futuros, mis años de mayores ingresos, y también perdí compensaciones en concepto de indemnizaciones porque no estaba asegurado. Había sufrido una grave lesión de rodilla a los 25 años, por lo que ninguna compañía de seguros quería darme una póliza por si sufría una lesión de rodilla. Las pólizas que me ofrecían eran desorbitadas: por ejemplo, me habría costado 80.000 libras al año asegurarme contra lesiones, pero sin cobertura para la rodilla. Sabía que la rodilla acabaría conmigo en algún momento, así que habría tirado el dinero contratando un seguro que no me cubría esa parte clave del cuerpo.

Estos problemas suelen afectar la vida profesional y personal, pero dadas las recompensas que conllevan, los jugadores son reacios a revelar estas presiones, dada la reacción de la fraternidad futbolística en general. Mis últimos tres contratos, en Wigan, Portsmouth y Bolton, fueron acuerdos a corto plazo, ya que los clubes desconfiaban de mi rodilla.

Además, descubrí que las estructuras existentes para la transición de los jugadores a la vida después del fútbol eran inadecuadas. No hubo nadie en esos clubes o en la PFA [Asociación de Futbolistas Profesionales] que me ayudara a prepararme para el retiro. El bienestar de los jugadores es algo secundario una vez que dejan de ser un activo.

No me gusta usar la palabra "retiro", ni tampoco la cultura que se ha creado en torno a los deportistas que dejan el juego o el deporte y pasan a algo nuevo. Como deportistas, deberíamos utilizar la palabra "graduación": hemos acumulado una gran cantidad de conocimientos, atravesamos altibajos, fuimos inspirados por buenos líderes y defraudados por una estructura deficiente. Conocemos la importancia de la cultura y el bienestar de los jugadores, cómo hacer que los entornos deportivos sean más equitativos y librarnos de los ambientes tóxicos. También conocemos la estructura organizativa, las influencias externas en la toma de decisiones.

No somos sólo jugadores, sino que entrenamos todos los días. Cuando dejamos de jugar, nos graduamos y pasamos a otra cosa, donde tomamos toda esta formación y la aplicamos a diferentes funciones.

Creo que el fútbol tiene que mejorar a la hora de ofrecer asesoramiento profesional, o planificación educativa, a los jugadores que se enfrentan al final de sus carreras, para ayudarles en la siguiente etapa de sus vidas, para cambiar la cultura de la transición. La PFA está evolucionando y aprendiendo, pero podría ser más emprendedora en lo que respecta a la transición y el planeamiento.

A los 29 años, oyes la palabra "retiro" y piensas en viejos. Yo ni siquiera tenía 30, ni siquiera estaba en la flor de la vida, y tuve que enfrentarme a esa realidad. Es duro. También es duro ver a tus contemporáneos ganar trofeos, seguir jugando en el máximo nivel, cuando a ti te lo han quitado todo. No es envidia ni amargura, es tu instinto competitivo buscando una salida. Es la incógnita de lo que podrías haber conseguido. En cambio, te quedas con una sensación de "vergüenza" constante.

"Nadie me va a hacer ningún favor, nadie me va a dejar nada en la puerta, tendré que forjar mi propio camino." David Thompson

Mi final llegó en Vail, Colorado, en la clínica del Dr. Richard Steadman, especialista en rodilla de gran prestigio mundial. Me había operado antes y me limpiaba la rodilla para ayudarme a seguir jugando, pero esta vez me dijo que se había deteriorado a tal punto que no era viable que siguiera jugando. Había pasado tres años en Blackburn intentando superar la lesión de rodilla, y deseaba devolver el sueldo porque no sentía que lo mereciera. Así es como te hacen sentir las lesiones.

Al principio, cuando me retiré, sentí un alivio psicológico. Podía salir a comer y tomar un vaso de vino e intentar pasarlo bien, pero era la novedad. Al cabo de unas semanas, los sábados me levantaba con las pulsaciones muy altas, enojado y tenso. Me levantaba temprano, paseaba a los perros, intentaba quemar la adrenalina porque era sábado y no había nada que pudiera reemplazar el subidón de jugar. Aunque necesitaba tiempo para recuperarme mentalmente, seguía enamorado de todos los aspectos del juego.

Te vuelves necesitado y retraído -eso me pasó a mí- y empecé a alejar a la gente. Empiezas a sacudir el árbol para ver quién va a quedarse cerca de ti por quién eres, porque yo siempre había sido David Thompson, el futbolista, alguien que siempre iba a estar ahí para solucionar los problemas de los demás.

Ese es el lado emocional del retiro. También está el golpe financiero, y yo tuve la desgracia de retirarme en noviembre de 2007, justo cuando empezaba a gestarse el colapso financiero mundial. Estaba intentando ponerme a prueba en inversiones empresariales e inmobiliarias. Recuerdo que una noche pensé: "¿Qué hiciste? Invertiste los ahorros de toda tu vida y no sé si van a volver". Intentaba demostrar que aún podía mantener a mi familia con el estilo de vida al que estábamos acostumbrados.

Cuando miras atrás, es un colapso emocional, un estado opresivo en el que ni siquiera te das cuenta de que estás. Sólo me doy cuenta cuando miro atrás.

Diría que 10 años de mi vida se fueron al abismo cuando me retiré, financiera y personalmente, intentando seguir adelante y construir una vida después de jugar. Empecé una nueva relación con mi pareja, que sabe muy bien poner las cosas en perspectiva, y me di cuenta de que tenía que asumir la responsabilidad de las cosas y adquirir cualificaciones que respaldaran mi futuro.

Había una sensación de derecho, porque siempre me habían dado las cosas como futbolista. La vida se había vuelto un poco fácil, pero cuando se puso difícil, y lo fue de verdad, tuve que tomar decisiones en lugar de sentarme a esperar que las cosas sucedieran.

Siempre supe que tenía cierto nivel de inteligencia, sólo que hasta ahora no la había aprovechado. Estoy haciendo un máster en dirección deportiva, ahora tengo diplomas en pensamiento crítico y acabo de terminar una revisión bibliográfica sobre el 'sportswashing' y Oriente Medio. Mi tesis versará sobre el impacto de la geopolítica en la economía del deporte.

Hice énfasis en un plan de acción profesional sobre dónde tengo que estar, con un calendario y un marco de tiempo, y cómo voy a llegar ahí. Esto se debe a que tomé el control. No lo dejé librado al azar. Ahora soy yo quien llama a las puertas para encontrar el camino correcto. Nadie me va a hacer ningún favor, nadie me va a dejar nada en la puerta, tendré que forjar mi propio camino.

Me encanta el fútbol: es toda mi vida, espero volver pronto a él. Tengo demasiado que ofrecer como para no hacerlo, pero, aunque no lo consiga sé que puedo canalizar esta energía en algo valioso, algo importante.


"Necesitaba ponerme en una situación en la que, si iba a retirarme, fuera yo quien tomara la decisión, en lugar de que el fútbol me retirara a mí".

Nedum Onuoha, de 36 años, fue producto de la academia de Manchester City y jugó más de 400 partidos con el primer equipo de City, Sunderland, Queens Park Rangers y Real Salt Lake antes de retirarse a los 34 años, en 2021.

Empecé a planificar mi retiro cuando tenía veintitantos años. Había dejado Manchester City para fichar con Queens Park Rangers y me encontré en un vestuario con jugadores mayores que empezaban a darse cuenta de que no estaban preparados, ni financiera ni mentalmente, para el final de sus carreras.

Algunos de ellos hablaban de inversiones que habían salido mal, o de lesiones muy graves que habían sufrido y estaban preocupados por cuánto tiempo les quedaba en el fútbol. Hablaban de no estar seguros de dónde iban a jugar después. No tenían un plan para cómo o dónde sería su próxima temporada, así que empecé a pensar que necesitaba ponerme en una situación en la que, si iba a retirarme, fuera yo quien tomara la decisión, en lugar de que el fútbol me retirara a mí.

Utilicé un asesor financiero para crear un panorama basado en cuánto dinero gastaba, cuánto dinero necesitaba e hice inversiones que me sostuvieran a mí y a mi familia después de retirarme. Esto me ayudó a tener una idea de cuál sería la situación financiera después de jugar, lo que me permitió enfocarme en la seguridad a corto, mediano y largo plazo, pero también a planificar para situaciones inesperadas que pudieran surgir.

Habiendo jugado en la Premier League durante más de una década, gané un salario muy bueno, pero, aunque los jugadores generalmente apuntan a retirarse alrededor de los 35 años, yo tenía 28 años cuando me di cuenta de que el tiempo se me estaba agotando. Tenía un pase planeado a West Ham bajo la dirección de Sam Allardyce, pero me dijeron que, con 28 años, era demasiado viejo para el club. Eso me sorprendió, pero el fútbol es un deporte duro y despiadado, y los clubes toman decisiones comerciales como esa que los aficionados a menudo no ven.

Cuando venció mi contrato con QPR en 2018, tenía 31 años, era el capitán del club y había jugado durante la totalidad de mi última temporada. Me ofrecieron un contrato de pago por juego que valía un 95 por ciento menos que el contrato que acababa de vencer, así que tuve que irme por una cuestión de principios más que nada. Quedé atónito.

A los 31 años, hubo interés de equipos de Inglaterra, pero en esa situación, los clubes te hacen esperar. No quieren comprometerse con un salario para un jugador en sus 30 cuando tienen jugadores más jóvenes en el equipo, así que ahí es cuando empiezas a entrenar por tu cuenta, esperando una llamada.

Algunos jugadores se retiran después del último partido de la temporada, pero hay más que se retiran en julio, agosto o septiembre, cuando se dan cuenta de que no van a conseguir otro club. En julio crees que vas a estar bien. Estás bien, y luego ya no estás bien porque es septiembre y nadie te ha llamado. Sólo estuve sin contrato una vez en mi carrera, en 2018, y fue durante tres meses. Intentaba mantenerme en forma, pero te preguntas: "¿Para quién me mantengo en forma? ¿Dónde voy a estar? ¿Qué estoy tratando de lograr?"

"Sé que muchos exjugadores no tienen la misma suerte que tuve yo. Tras retirarse, muchos futbolistas sufren problemas financieros, sus matrimonios se derrumban y tienen dificultades para encontrar una nueva carrera. Lo que sucede después de jugar depende de la persona, pero puedo entender por qué hay desafíos psicológicos." Nedum Onuoha

Terminé mudándome a Estados Unidos y disfruté de mi tiempo en Salt Lake. Tenía la opción de un contrato de dos años, o un contrato de seis meses con Los Angeles FC, pero a los 31 años, optas por la seguridad del contrato más largo. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 llegó durante el segundo año y eso fue difícil, sobre todo para mi familia, así que decidí regresar al Reino Unido y mirar hacia el futuro.

¿Extraño jugar? Estoy feliz de no tener que hacer los entrenamientos de pretemporada, pero siento la frustración de saber que aún puedo hacerlo, sé que aún puedo hacerlo, y sí, extraño la sensación de estar involucrado en un partido importante. Pero esas ocasiones representan menos del uno por ciento de tu tiempo como jugador. El resto es viajar, estar atrapado en hoteles y entrenar en condiciones difíciles. Cuando no ganas los partidos, puede ser horrendo y llueven críticas de todos lados.

No extraño ser futbolista. Ahora me da satisfacción ver los partidos y estar involucrado en los grandes encuentros mientras trabajo en los medios de comunicación. La temporada pasada, trabajé en la final de la FA Cup y en la final de la Champions League, y nunca viviré ninguna de esas experiencias si vuelvo a jugar.

Sé que muchos exjugadores no tienen la misma suerte que tuve yo. Tras retirarse, muchos futbolistas sufren problemas financieros, sus matrimonios se derrumban y tienen dificultades para encontrar una nueva carrera. Lo que sucede después de jugar depende de la persona, pero puedo entender por qué hay desafíos psicológicos. Has sido el principal responsable económico desde que dejaste la escuela, pero eso cambia para todos menos para los que jugaron en el más alto nivel.

¿Cómo manejas ese cambio de dinámica cuando empiezan las discusiones porque esas cosas bonitas que solías tener de repente son mucho más caras?

También se habla de exjugadores y sus parejas que pasan más tiempo juntos, pero en realidad no se conocen porque sus vidas sólo transcurrieron en una burbuja futbolística. El exjugador también tiene que adaptarse a una vida en la que ya no le importas a nadie fuera de tu familia. Nunca tuvieron que reservar vacaciones o ir de compras, pero de repente, el mundo real está ahí y te das cuenta de que el resto de tu vida tiene que ser normal.

Muchos chicos se sienten desgraciados porque están perdidos sin el ambiente del equipo, pero para mí eso no fue un problema porque cuando me retiré, había gente jugando que había nacido después de mi debut.

Así que cuando decidí retirarme, estaba entusiasmado con el resto de mi vida. Ahora siento que ya hice lo del fútbol.


"Mis amigos me dicen que ahora podría estar viviendo la vida de Gary Neville si me hubiera quedado en Old Trafford... pero soy feliz siendo John O'Kane".

John O'Kane, de 48 años, fue producto de la famosa camada juvenil del '92 de Manchester United y llegó al primer equipo de Old Trafford antes de pasar a Everton después de seis partidos con United. El defensor se retiró a los 28 años, en 2003.

Recuerdo que me abuchearon cuando jugaba en Blackpool. Era el capitán del equipo y estábamos perdiendo. Los aficionados empezaron a abuchearme. Nunca me había pasado y me enojé.

Pensé: "No me merezco algo así", y reaccioné. Mi actitud fue: "¡Váyanse al diablo!". Había sido jugador de Manchester United -rechacé un contrato que me ofreció Sir Alex Ferguson cuando tenía 23 años porque quería un cambio- y cinco años después me estaban abucheando en Blackpool, así que empecé a demostrarles lo bueno que era.

Le hablaba al público y decía: "¿Es suficientemente bueno para ustedes?", pero al final me di cuenta de que ya no podía seguir así. Le dije al entrenador que había terminado y pedí la rescisión de mi contrato.

Blackpool me indemnizó y mi carrera terminó a los 29 años. Pero me sentí feliz: me liberé de la presión que viene acompañada del juego y lo sentí como una liberación, sentí que podía volver a respirar.

Había perdido interés en el fútbol. Estaba aburrido. Cuando era un chico formándome en United, amaba mi rutina de entrenamiento, jugar, estar en el club y ver cómo jugaba el primer equipo, pero el juego senior fue una historia completamente diferente – la misma rutina monótona todos los días. Se convirtió en un trabajo, pero, aunque era un jugador bueno y técnico, en el fútbol muchas cosas suceden. Hay políticas dentro del juego – a los entrenadores les puedes gustar o no – y entré en un patrón en el que comencé a pasar de un club a otro, probablemente también como un elemento de auto sabotaje.

Cuando dejé de jugar en Blackpool, estaba deprimido, pero en ese entonces no era algo que uno podía admitir abiertamente. No amaba lo que hacía, no estaba 100% enfocado en el juego y cuando algo no funciona, no te puedes preparar para los partidos de la manera adecuada. No te presionas para mejorar, y yo no quería hacer “sólo lo suficiente”. Necesitaba un cambio.

Pero una vez que me retiré, pensé, "¿Qué voy a hacer ahora?". Disfruté un poco de mi retiro, jugué mucho al golf y me sentí bien, pero también me comencé a aburrir. Y te das cuenta de que no tienes la preparación para hacer otra cosa.

En ese punto, comencé a jugar en Hyde United, un equipo part-time cerca de Manchester, y fueron los mejores tres años de mi carrera porque no estaba la presión que existe en el juego profesional. Me encantó la sensación de libertad al entrenar una o dos veces a la semana y jugar el fin de semana.

"En el fútbol, que es una profesión dura, tuve que reprimir muchos sentimientos, en especial en cuanto a la ansiedad y el nerviosismo, y eso explica por qué me alejé siendo tan joven. Ahora hace alrededor de 20 años que trabajo en esto y nunca he sido tan feliz." John O'Kane

También tengo que agregar que me diagnosticaron con autismo cuando dejé de jugar. Siempre supe que estaba en el espectro porque gran parte de mi ansiedad se convertía en tics, y había momentos en los que jugaba en los que sentía que mi cabeza iba a explotar.

Mi diagnostico me ayudó a entender por qué mi carrera tomó el rumbo que tomó: me aburría, quería hacer otra cosa. Fui parte de la clase'92 de United -- solía compartir la habitación con David Beckham durante los partidos de visitantes, y Sir Alex quería que me quedase en el club. Mis amigos me dicen que hoy podría tener la vida de Gary Neville si me hubiese quedado en Old Trafford y me hubiese adueñado de la posición de lateral derecho en vez de dejársela a él, pero estoy feliz de ser John O'Kane. Y ahora estoy más feliz que cuando era un futbolista porque mi retiro del juego me llevó a la carrera que tengo ahora, y a trabajar con niños con necesidades especiales.

Una amiga de mi ex esposa trabajaba como asistente social y me preguntó si estaba interesado en ayudar a chicos con autismo o con otros desafíos. Me terminaron dando al niño más difícil de manejar, y a pesar de no contar con las certificaciones reales, me encantó. Algo adentro mío hizo clic y sentí que pertenecía a ese ambiente. No se trata de dar algo a cambio: fue una cuestión personal para mí, porque yo estoy adentro del espectro.

En el fútbol, que es una profesión dura, tuve que reprimir muchos sentimientos, en especial en cuanto a la ansiedad y el nerviosismo, y eso explica por qué me alejé siendo tan joven. Ahora hace alrededor de 20 años que trabajo en esto y nunca he sido tan feliz.

La gente me dice, "Oh, fuiste débil porque no pudiste llegar a la cima", pero no se dan cuenta de todo lo que tuve que atravesar, aparte del fútbol. Hay una parte de mi cabeza, que está hablando con la otra, ¿entiendes lo que digo? Son cosas que no entenderás si no estás en el espectro.

Obviamente, no gano nada ni remotamente cercano a lo que ganaba siendo futbolista, pero el dinero nunca ha sido mi motivación. Éramos los dos solos con mi madre cuando era chico – siempre vivimos el presente – mi única prioridad siempre ha sido que mis hijos estén alimentados, vestidos y sean amados. He tenido el dinero suficiente para sobrevivir, y no hay nada que sienta que necesito o que no tengo.

El dinero que viene de jugar al fútbol sólo genera una existencia falsa, por lo que no extraño estar involucrado en eso.


"Es duro cuando te das cuenta de que tu carrera está llegando a su fin. Sientes que estás perdiendo tu identidad. Aunque me cueste admitirlo, esa identidad se formó alrededor de lo que hacía adentro de la cancha”.

Karen Bardsley, 38, tuvo alrededor de 100 apariciones con Manchester City y disputó 81 partidos con las Leonesas de Inglaterra durante una carrera de 19 años que arrancó en los Estados Unidos con las Cal State Fullerton Titans en 2002. La arquera nacida en Los Ángeles ahora trabaja como directiva de proyecto en City, ayudando a desarrollar el equipo femenino tanto dentro como fuera de la cancha.

Sufrí algunas lesiones serias siendo muy joven, algunas fracturas en las piernas y siempre supe que tenía que pensar en algo que me interesara más allá del fútbol. Tenía 15, pero, aunque mi padre me dijo que no necesitaba correr el riesgo en una carrera deportiva, quería ver qué tan lejos podía llegar porque sabía que era buena en esto. De todas maneras, fui a la universidad y terminé graduándome en diseño gráfico para tener una opción por fuera del juego cuando así lo necesitara.

La educación, el camino hacia la universidad, es más accesible y está más normalizado en los Estados Unidos, donde nací y me crie, por lo que era el camino natural. Un buen ingreso eleva tu techo, pero una buena educación eleva tu piso y eso era clave para mí.

El fútbol femenino sigue siendo un deporte profesional relativamente joven, y nos han estado pagando monedas en términos relativos. Siempre hemos tenido que trabajar el doble por la mitad, ¿entienden lo que digo? Esto ha sido algo que siempre me ha preocupado. Siempre quise jugar tanto tiempo como sea posible, pero también me propuse prepararme financieramente de cara al futuro.

He sufrido lesiones a lo largo del camino, pero siempre sentí que, si podía sostener una carrera hasta los 30, iba a ser asombroso. Es por eso que hice un master en dirección deportiva cuando cumplí los 30: vi el folleto en el escritorio de mi agente y me pareció muy interesante, en especial porque el juego femenino estaba creciendo profesionalmente y podía llevar mi carrera hacia esa dirección una vez que me retirase.

Terminé mi especialización justo antes de la Copa Mundial 2019, y fue el momento justo porque me lesioné durante el torneo – un desgarro en el tendón de la corva – que para mí fue el comienzo del final. Lo sabía, pero no quería aceptarlo, y en ese momento fue cuando las cosas se comenzaron a complicar, entre aceptar que mi tiempo había llegado a su fin y retirarme efectivamente.

Me preguntaba, "¿Qué va a suceder conmigo?". Estoy aterrorizada, tengo este título en mi locker, pero es todo teoría – nada de esto es en la práctica. No tengo experiencia en el mundo real, por lo que me acerqué a Gavin Makel [director ejecutivo del equipo femenino de fútbol de Manchester City] y le pregunté: "¿Y ahora qué?". Por lo que trazamos un plan de acción, pensando en cómo serían los siguientes cinco años y me ayudó con diferentes oportunidades dentro del juego para ayudarme a hacer la transición hacia mi nueva carrera.

En ese punto todavía no me había retirado, pero estaba lidiando con el tema psicológicamente. Ya no me gustaba el fútbol, me estaba cuestionando por qué lo seguía haciendo. Mi cuerpo nunca se recuperó totalmente después de la lesión y eso me afectó, en especial durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19 durante el invierno 2020-21, cuando me sentí muy aislada.

Recuerdo esa Navidad en la que no nos permitieron regresar a casa, me tuve que quedar en Manchester sola. Por lo general voy a California a visitar a mis padres, por lo que ese fue un período duro para mí.

Terminé comprando un perro para tener alguien de quién ocuparme, porque llegó un punto en el que hasta dejé de cuidarme a mí misma. Fue muy difícil, un período muy oscuro, pero lo pude superar. Tuve apoyo por parte del club, un par de psicólogos con los que trabajé durante el aislamiento y algunos puntos de encuentros semanales con el equipo. Seguí entrenando cada vez que pude, pero no fue hasta mi préstamo a OL Reign en los Estados Unidos que me volví a enamorar con el juego.

Es duro cuando te das cuenta de que tu carrera está llegando a su fin. Sientes que estás perdiendo tu identidad. Aunque me cueste admitirlo, esa identidad se formó alrededor de lo que hacía en la cancha. No era, "Oh, eres una hija o una amiga", era más, "No, eres una arquera, ¿cómo te apartarás de eso?". Fue algo que me resultó realmente difícil.

Un factor crucial para mí fue conocer a mi pareja que me ayudó mucho en muchas etapas. Se convirtió en mi salvavidas, la persona con la que pude compartir mis pensamientos, mis sentimientos y mis planes -- "¿Qué te parece eso? ¿Cómo se siente?". Se convirtió en una parte integral de mi sistema de apoyo.

Cuando me retiré, literalmente de la noche a la mañana, enloquecí un poco y comencé a hacer las cosas que había pospuesto durante años. Una de las primeras cosas que hice fue surfear porque no tenía permitido debido a restricciones en mis contratos como jugadora. Terminé reservando una semana en un resort de surf en Gales y me pasé todo el tiempo surfeando y escalando.

También comencé a tomar clases de skateboard. Uno de mis objetivos de vida era lograr hacer un quarterpipe o un halfpipe. Soy de California, me encanta estar al aire libre, me encanta esa sensación de libertad, pero al ser una atleta profesional, necesito esa dosis de adrenalina. Hice yoga durante un tiempo y me gustó mucho la espiritualidad y la claridad mental, pero necesitaba algo más. Creo que me he hecho adicta al CrossFit [una actividad de fitness de alta intensidad] desde que me retiré. Tenemos una mini comunidad, todos queremos que al otro le vaya bien, hay un espíritu de equipo que también tenía cuando era jugadora. Me ayuda a llenar ese mini vacío.

¿Extraño el juego ahora que me retiré? Extraño los entrenamientos y la camaradería en el vestuario, pero no extraño el aspecto psicológico en cuanto a la presión que sientes de ser perfecta todo el tiempo. Estoy disfrutando de la vida después de haber sido jugadora.


"El día después de que me retiré, hubo algunas notas sobre mí en los periódicos. El día siguiente, nada... El juego había continuado.

Joe Thompson, de 34 años, con 220 apariciones en el nivel senior de la English Football League con Rochdale, Tranmere Rovers, Bury y Carlisle United. Al mediocampista le diagnosticaron un Linfoma de Hodgkin con esclerosis nodular, un raro tipo de cáncer, en dos ocasiones durante su carrera como futbolista, pero en ambas logró recuperarse y continuar con su carrera. Se retiró en 2019, a los 29 años.

Siempre digo que haber tenido cáncer dos veces ha sido una suerte en el fondo, porque me permitió ver cómo iba a ser mi vida después del fútbol.

Obviamente no ha sido lindo, por supuesto no ha sido ideal para mí o mi familia, pero me retiré a los 29 años después de haber empujado mi cuerpo hasta el límite. El tratamiento contra el cáncer me había afectado y no sólo me había hecho más susceptible a sufrir lesiones, sino que además me llevaba más tiempo poder recuperarme de las torceduras o los desgarros que son una consecuencia inevitable en la carrera de un futbolista.

Teniendo en cuenta todo, incluyendo el consejo de los doctores y especialistas, me di cuenta de que estaba en un momento clave en mi vida. Por lo que cerré un capítulo y pasé al siguiente.

Me había posicionado bien en cuanto al aspecto financiero, sobre todo después de superar el cáncer por segunda vez, por lo que no tenía una gran presión monetaria para tomar mi decisión. Pero sí recuerdo cómo me sentí cuando fui liberado por Tranmere Rovers una semana después de haber terminado mi tratamiento por primera vez. Me despidieron con tres líneas que básicamente decían, "Gracias por tus servicios". En ese momento tenía 24 años, pero eso encendió una luz dentro de mí y mi mayor deseo fue demostrarles que se habían equivocado.

El día que me cortaron, me puse mi ropa de entrenamiento y salí a correr. De todas maneras, me dio una advertencia temprana de lo rápido que todo puede llegar a su final. Por lo que me aseguré de estar preparado.

Cuando firmas tu primer contrato siendo adolescente, te sientes repleto de adrenalina y listo para arrancar tu carrera, pero no lo ves como un trabajo. Eso te sucede más adelante, después de haber visto el juego desde adentro. Desde chico, eras bueno jugando, te eligieron y después te fuiste a jugar para el club y ahora te encuentras jugando en el nivel profesional.

Cualquiera que esté jugando fútbol a nivel profesional debería sentirse orgulloso porque si miras las estadísticas, apenas menos del 2% de los futbolistas jóvenes logran tener una carrera en este deporte. Siempre recuerdo estar pensando que en algún momento iba a terminar, sin embargo, y quería retirarme a los 32. Pero después de tener cáncer dos veces, tienes otra perspectiva, y me aseguré de tener un plan para después que ahora también incluyen charlas motivadoras, basándome en mi experiencia como un atleta con cáncer, además de trabajar en los medios y con compañías de la industria de la salud.

Cuando llegó el momento de estar en una buena posición financiera para terminar, todavía tenía unos meses más por contrato con Rochdale, que en ese momento estaba en la League One, pero ya tenía todo en orden y comencé mis negociaciones con el club. Necesitaba sellar la cuestión y decir, "Miren, ya terminé con el fútbol".

Seguí despertando con dolor en las piernas los domingos durante un par de meses, sin embargo. Aunque ya no jugaba los sábados, mi cuerpo necesitó tiempo para ajustarse a esa nueva realidad.

Los jugadores pueden estar en una buena posición financiera cuando se retiran, pero las canchas de golf a las que puedas ir no serán suficientes. Recuerdo a mi agente diciéndome, "Bueno, ya no habrá más titulares", y en ese momento le pregunté que había querido decir con eso. Me dejó en claro que ya no se iba a tratar de mí y que el fútbol iba a continuar su camino. "El día después de que me retiré, hubo algunas notas sobre mí en los periódicos. El día siguiente, nada, ella tenía razón. El juego había continuado.

Lidiar con eso mentalmente, puede ser duro para los futbolistas, y puedes entender por qué los jugadores tienen dificultades para superarlo, porque pierden el sentido del propósito. Se tienen que reinventar como personas, porque en realidad no saben quiénes son. Eso tiene mucho que ver con el trabajo que hago ahora: ayudo a formar a los jugadores jóvenes y les pido que piensen en quiénes son además de ser futbolistas, porque tienen muchas habilidades que desconocen.

También dejas de tener ese desgaste físico, por lo que comienzas a entender la cuestión de la mente, el cuerpo y el alma, y además empiezas a lidiar con la pérdida del sentido de pertenencia. Ahora juego partidos con amigos -- algunos también son exjugadores – eso me ayuda a suplir mi vacío competitivo y mi necesidad de ser parte de un equipo.

Mi esposa sabe lo importante que es para mí. Me pregunta por qué estoy con el rodillo de espuma un martes por la tarde y le respondo que más tarde tengo partido con los muchachos. Quizá uno de seis contra seis, pero el elemento competitivo sigue estando.

No estar más en un equipo, en un ambiente en el que se trabaja en conjunto, es algo que a los jugadores les cuesta acostumbrarse. Te sientes aislado, solo, pero creo que el primer paso para superarlo es comunicarse y hablar del tema.

Los futbolistas han sido futbolistas desde los 10 años, cuando eran el mejor jugador entre los demás chicos. Pero cuando todo termina, no importa la edad que tengas, tendrás que aprender a lidiar con eso. Recuerdo que un día me levanté y pensé, "¿Por qué sigo desayunando esto?". Ya no lo necesitaba como un combustible para después aguantar en la cancha, pero seguía desayunando lo mismo. De modo que puedes entender por qué algunos exjugadores a veces pierden un poco el rumbo.

Cambia la dinámica, en especial en casa, por lo que te tienes que bajar de tu caballo, ayudar con los niños y colaborar un poco más. Pero es muy difícil escapar a los sentimientos de los sábados, cuando son las 3 p.m. y piensas que deberías estar allí. Naturalmente, recordarás esos momentos.

Es difícil adaptarse porque no te queda más opción que pasar a ser una persona normal, en vez de un futbolista.