El encuentro, en el que no estarán en juego los puestos de vanguardia de la clasificación, es uno de los "clásicos" de mayor predicamento del fútbol de este país iniciado en los primeros años del siglo pasado con una rivalidad entre barrios a los que estos equipos representan.

Pese a que en un principio iban a ser 690 los policías designados para esta operación, la Policía Federal decidió reforzarla con otros 310 agentes de esa fuerza.

"Con esto estamos garantizando lo mejor posible la llegada y partida del estadio de todos los simpatizantes", aseguró el presidente del club Huracán, Marcelo Buenaga.

Desde la muerte del aficionado Ulises Fernández, en diciembre de 1997, este encuentro es considerado "de alto riesgo" por la policía y el gobierno de la ciudad, ante la posibilidad latente de que se produzcan incidentes.

Tras el asesinato del hincha de Huracán, se produjo hace unas semanas el robo de una bandera de la sede del club San Lorenzo, la cual habría sido quemada por un grupo de hinchas violentos de Huracán según algunas versiones de prensa.

San Lorenzo de Almagro no tiene expectativas de ascender en la clasificación del Apertura sino que reserva todas sus fuerzas para jugar el miércoles próximo con el Bolívar boliviano el partido de vuelta de las semifinales de la Copa Sudamericana, tras haber perdido el de ida en La Paz por 2-1.