El partido se disputó en la Bombonera ante más de 20 mil espectadores y el momento culminante, el de mayor impacto emocional y sonoro, tuvo lugar a los 23 minutos del segundo tiempo, cuando el carismático mellizo Guillermo Barros Schelotto, quien reaparecía después de prolongada inactividad por lesión, anotó un precioso segundo gol, típico de su sello.

El veloz delantero, pedido por largos minutos por su hinchada, recibió un exacto pase de a la postre la gran figura de la cancha, el juvenil conductor Carlos Tévez, hizo una endiablada diagonal de derecha a izquierda y sacó un zurdazo bajo, milimétrico, que dejó sin ninguna chance al arquero Gastón Sessa, pese a que llegó a rozar la pelota antes que se incrustara al lado de su palo derecho. Vélez, al igual que en todo el desarrollo, no tuvo ninguna respuesta adecuada para dar vuelta el resultado y por el contario continuó sumido en la absoluta inoperancia.

Apenas un remate apenas alto de Lucas Valdemarín a los 38 minutos y una espléndida atajada de Roberto Abbondanzieri en el descuento despabilaron a un Vélez cuyo entrenador Carlos Ischia equivocó de movida el planteo, al poner a tres delanteros tan netos en su naturaleza como hipotéticos en la práctica, asignándole a uno de ellos, Darío Husain, la misión de generar juego desde muy atrás juntándose con Jonas Gutiérrez que siempre resultó imposible.

Boca asumió el rol protagónico desde el comienzo, y tuvo unos primeros 20 minutos arrolladores en los que no sólo se puso en ventaja sino que pudo haber concretado diferencias definitorias en el marcador. A los 9 minutos, un error del defensor Emiliano Dudar permitió a Clemente Rodríguez -bien en su complicada tarea de remplazar a Sebastián Battaglia- tomar control del balón y habilitar a Tévez, quien batió a Sessa con fino remate de zurda desde un ángulo bastante incómodo. Cuatro minutos antes, el palo derecho había devuelto un seco derechazo de Marcelo Delgado.

De los 20 al final de la primera parte, Boca estuvo deslucido, errático, dividió la pelota y dejó crecer a Vélez. Pero tuvo la fortuna de que Vélez no hizo casi nada por aprovechar la "oferta" y entonces el espectáculo, instalado muy lejos de las áreas, entró inexorablemente en el terreno de la mediocridad. La única situación clara de Vélez, y lo fue en todo el partido, sobrevino a los 37 minutos, mediante un cabezazo de Gutiérrez libre de marcas que se fue apenas alto.

La hibridez e impericia de Vélez y la irregularidad de Boca hicieron que el segundo tiempo careciera de vuelo, aunque siempre fue el conjunto local el que se mantuvo cuanto menos un escalón arriba dentro de ese chato nivel, ya sea por las electrizantes apariciones de Tévez o por el bullicioso y prometedor ingreso del mellizo. Un resultado fundamental para Boca, que le permite seguir soñando con alcanzar la cima, pero a la vez con la asignatura pendiente de corregir algunos errores de funcionamiento - un ejemplo: Matías Donnet no funciona como volante por izquierda- y la "maldición" de no poder solucionar la anemia de gol de sus por ahora apáticos artilleros Bracamonte y Sosa.

SINTESIS DEL PARTIDO: