Hay otro Maradona de colección

Una compañía privada de correos argentina emitió una estampilla con la imagen de Diego Maradona, en la ocasión de su cumpleaños 42

BUENOS AIRES -- Una compañía privada de correos de Argentina emitió el miércoles un sello con la imagen de Diego Maradona al cumplir 42 años el más importante futbolista de la historia de su país.

El sello, de 34 por 44 milímetros, que tiene un valor de 1,30 pesos (27 centavos de dólar) y una tirada de 300.000 ejemplares, ha sido anunciado por la empresa Oca como un "homenaje al mejor jugador del siglo".

Virtuoso y contestatario, genial en los campos de juego y transgresor en todos los sitios, protector de los marginales y crítico implacable de los poderosos, Maradona generó en casi medio siglo de vida pública, en la misma medida, alegrías, tristezas, admiración, idolatría, odio, indignación y morbo.

Pero pasados cinco años de su retirada y sin que nadie pueda afirmar que ha superado su adicción a las drogas, su nombre, sinónimo de lo máximo en el fútbol argentino, sigue siendo coreado por las multitudes en los estadios, su palabra es requerida cotidianamente por la prensa y cada uno de sus pasos son seguidos con atención en el mundo.

Diego nació el 30 de octubre de 1960 en las afueras de Buenos Aires, se crió junto a sus siete hermanos en una casa precaria de Villa Fiorito, donde sus padres, "Chitoro" y "Tota", paraban la olla cotidiana con un gran esfuerzo, y a los seis años ya era el centro de atracción de los campeonatos infantiles en los que participaba.

Fue varias veces campeón con un equipo de niños llamado "Los Cebollitas" y millares de aficionados lo ovacionaban cuando hacía piruetas con el balón durante el descanso de los partidos del Argentinos Juniors, equipo con el que debutó en la Primera División en 1976, días antes de cumplir los 16 años.

A partir de allí su vida comenzó a transcurrir a otra velocidad y el vértigo se comió al adolescente. En un abrir y cerrar de ojos su nombre pasó de algún pequeño recuadro perdido en las páginas de los periódicos a las portadas. Un año después debutaba en la selección absoluta que dirigía César Menotti antes de jugar en las juveniles.

En 1978 era el máximo goleador de los torneos argentinos y quedó fuera del Mundial que se celebró en su país días antes de la competición y en 1979, año en el que los periodistas le consideraron el mejor deportista del país, ganó el Mundial sub'19 en Japón con una selección en la que brillaban, entre otros, Juan Barbas, Ramón Díaz, Gabriel Calderón y Juan Simón.

En 1981 fue campeón con el Boca Juniors, en 1982 lo fichó el Barcelona y jugó el Mundial de España, y en 1984 se incorporó al Nápoles de Italia, equipo con el que ganó las Ligas italianas de 1986-87 y 1989-90.

Antes de ello, fue campeón con Argentina en México'86, torneo en el que alcanzó definitivamente el reconocimiento mundial por su sensacional actuación.

"Estoy subido a un Fórmula Uno", decía Maradona en aquellos momentos, en los que vivía al límite, atrapado por la droga que había comenzado a consumir en Barcelona, donde cumplió un ciclo "nefasto" en su carrera, según sus propias palabras.

Tras el Mundial de 1990 en Italia, en el que Argentina perdió la final 1-0 ante Alemania, comenzó la caída libre de Diego, quien un año más tarde, en su última etapa en el Nápoles, fue suspendido 15 meses por un positivo en un control antidopaje tras un encuentro con el Bari.

Meses después, la policía argentina le detuvo en un apartamento de Buenos Aires del que salió obnubilado por las drogas, hecho que se convirtió en la primera prueba pública de su relación con los estupefacientes, hasta ese momento negada por su entorno.

Trabajó fugazmente como entrenador y jugó en el Sevilla español y el Newell's Old Boys argentino antes de formar parte de la selección que compitió en el Mundial de Estados Unidos'94, en el que fue suspendido por otro positivo tras un partido ante Nigeria. En el Boca Juniors colgó las botas en 1997.

En enero de 2000 tuvo que disminuir la velocidad con la que vivió cuando su corazón estuvo a punto de parar sus motores para siempre.

Vive en La Habana lejos de su familia y del ruido y sus médicos le recomiendan que permanezca alejado de Argentina.

Fue un jugador extraordinario, uno de los mejores de la historia, razón por la cual la afición argentina le idolatra y sus incondicionales hinchas rechazan toda crítica o acusación sobre hechos que haya protagonizado lejos de un campo de juego y sin un balón en los pies.

-EFE

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