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Los Lakers carecen de una identidad

Dwight Howard no ve alegría ni identidad en los Lakers Harry How/Getty Images

LOS ANGELES -- Cada vez que Los Angeles Lakers y los Clippers se junto, hay una jugada para recordar. Una jugada también a veces dice la historia acerca de donde estos equipos están parados y como se llevan entre ellos.

Lamar Odom, entonces un Laker, empujó a Blake Griffin quien estaba tratando de esforzarse al máximo para quedarse con un rebote en un juego en el 2011 que los Clippers claramente iban a ganar. Odom pensó que era demasiado. Griffin pensó que nada es demasiado cuando estás intentando cambiar la cultura de una de las franquicias más perdedoras de la liga. A partir de allí, se reavivó la rivalidad.

Desde que estoy cubriendo esta serie, han sido los Lakers los que buscan probar algo. Los cuatro juegos ante los Lakers en cada temporada sirven para probar algo, para mostrar que el rótulo de hermano pequeño quiere cambiar.

Pero la victoria de los Clippers por 107-102 ante los Lakers el viernes dejó un sabor distinto. Fueron los Lakers los que necesitaban probar algo. A ellos mismos, al resto de la liga y a una ciudad que aún quiere creer que las cosas volverán a ser como siempre han sido.

Y cuando Kobe Bryant le robó la bola a Chris Paul a mediados del primer cuarto, había una sola cosa por hacer: volcarla con violencia.

"Honestamente salté y repentinamente me encontré con esa explosividad que me sorprendió", admitió Bryant.

No de la manera en que Griffin o DeAndre Jordan lo hacen seis o siete veces por partido. Y nada como solía hacerlo Bryant hace una década. Pero luego de llamar a su equipo "viejo y lento" a principio de semana, Bryant quería enciar un mensaje.

"Creo que Kobe estaba buscando una manera de motivarnos", declaró el alero de los Lakers, Antawn Jamison. "Básicamente estaba diciendo, 'No pueden estar cansados ni lesionarse. He estado haciendo esto hace 17 y he jugado a pesar de todo, y además sigo liderando a la liga en puntos así que pónganse los pantalones'".
Si se hubiesen alzado con el triunfo, el resto de esta columna sería acerca de como esa jugada, esas palabras inspiraron a los Lakers.

Sin embargo, fue más una muestra de un problema constante para los Lakers. Apenas jugadas y destellos del equipo que pueden ser luego de que consiguieron a Steve Nash y Dwight Howard vía intercambio. En su mayoría lo que vemos son momentos letárgicos y falta de identidad.

No hay química en los Lakers.

Fuera de esa jugada de Bryant, no puedo pensar en ninguna otra que causó una reacción similar en el resto del equipo. Bueno, en realidad, dejando de lado el baile de Robert Sacre, el duodécimo hombre.

Los Clippers juegan con una alegría que sólo puede ser creada orgánicamente, y luego de un largo período.

Los Clippers creen en ellos mismos y tienen una identidad.

Los Lakers todavía la siguen buscando, y mientras más tiempo pase, más presión habrá por conseguirla.

"Miren la diferencia entre su equipo y el nuestro", enfatizó Howard. "Juegan juntos. Reparten la bola. Todos están emocionados cuando algo bueno sucede. Tenemos que ser así para ser un gran equipo".

El pequeño hermano ha aprendido una cosa o dos.

Lo que es difícil de procesar es que este equipo de los Lakers sabía ante qué se enfrentaba en estos Clippers, que hace poco tiempo habían ganado 17 partidos en fila.

"Todo el mundo sabe que ellos son contendientes", dijo Jamison. "Nosotros estamos jugando de manera mediocre. Ahora se viene Oklahoma City, San Antonio y Houston, y tenemos que probar algo considerando que probablemente nos enfrentemos a uno de ellos en la primera ronda de los playoffs. Tenemos que mostrar que todavía podemos competir".

¿Competir?

Si escuchaban eso de la boca de un Laker a principio de la temporada, se hubiesen reído. Pero allí es donde están ahora, dos juegos por debajo de .500, mirando hacia arriba a los Clippers.

Sí, Bryant ha estado jugando en un nivel superlativo, pero ahora ni su juego ni sus palabras, han sido suficientes.