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Clippers caen ante más de un rival

LOS ÁNGELES -- El altísimo nivel demostrado por los Golden State Warriors quizás hubiera sido suficiente para derrotar a Los Ángeles Clippers bajo circunstancias normales, pero sumado a todo lo que sucedió en las últimas horas, lo convirtió en una batalla imposible de ganar.

Los angelinos se mostraron claramente afectados por las declaraciones del propietario Donald Sterling, por las repercusiones a lo largo y ancho de Estados Unidos y lo que les deparará el futuro. Chris Paul, Blake Griffin y compañía estuvieron en cancha, pero sus mentes estaban en otro lado.

Sus sentimientos y el corazón de cada uno de los integrantes de la franquicia estaban heridos, y eso generó una reacción en cadena que les impidió ser un rival parejo para unos Warriors incontenibles.

Antes que nada hay que aclarar que los de Mark Jackson fueron justos ganadores. Hicieron sus ajustes (incluido un cambio en el quinteto inicial), se contagiaron de la energía del Oracle Arena y disfrutaron de un performance histórico de Stephen Curry, quien poco a poco va escribiendo una leyenda que tiene destino en Springfield, Massachussetts. Sin embargo, los Clippers estaban ausentes. O mejor dicho, compensaron demasiado al jugar con las revoluciones demasiado altas, y eso los perjudicó a la hora de las pérdidas, la selección de tiros y los pases arriesgados.

Hubo demasiados lapsos de concentración y la carga eléctrica del ambiente afectó a todos. Los referís tampoco pudieron abstraerse y acabaron siendo protagonistas negativos nuevamente, como en virtualmente cada uno de los cuatro juegos de la serie. La NBA tiene que ponerle un alto a esto, pues está contaminando el producto en la cancha (Klay Thompson fue expulsado prematuramente), pero eso será tema para otra ocasión.

Los Clippers ofrecieron una actuación digna, recortando el déficit a un dígito promediando el último cuarto, en un partido en el que tenían la excusa predeterminada para perder por 50. El pulso les tembló, las piernas no resistieron y el rival, que también juega, no perdonó.

Ahora toca volver al sur de California, a dormir cada uno en su cama y a comer comida casera, con la tranquilidad de contar con el factor cancha y la preocupación de que el tema Sterling no desaparecerá de la noche a la mañana.

Doc Rivers, como siempre, se hizo cargo de la derrota y repitió que se cree capaz de llegarle a sus jugadores al corazón y hacerlos reaccionar, pero confesó que el regreso a Los Ángeles será agridulce, ya que dejó de ser su hogar.

"Vamos a casa y normalmente sería nuestro santuario, pero ya ni sé si eso es así", comentó en conferencia de prensa.