Todavía orgullosos por la histórica actuación que tuvieron en el Mundial ´99, cuando se metieron entre los mejores ocho del mundo, los argentinos saben que para repetir aquella performance hay que ganar el mismo partido que tanto festejaron cuatro años atrás. Es por eso que, además de ser el partido clave, para los europeos tendrá el inigualable sabor de la revancha.

Si bien Australia (actual campeón del mundo), Rumania, Georgia y Namibia también integran la Zona A, el técnico argentino Marcelo Loffreda sabe de la importancia del choque frente a los irlandeses. Y es por eso que prepara todo para superar a dicho rival que, casualmente, fue el último rival del 2002 (le ganaron a Los Pumas por 16 a 7). El objetivo, claro está, es bien complicado.

Para este 2003 Loffreda ya tiene planificada la actividad del seleccionado argentino. En marzo habrá una semana de trabajos de supervivencia en Puerto Belgrano, una base de la Prefectura Argentina muy cercana a la ciudad de Bahía Blanca. Eso servirá para desarrollar valores físicos y psicológicos del plantel con vistas a una temporada donde habrá que superar muchas adversidades deportivas.

Recién en junio comenzará la competencia fuerte, cuando se realicen un par de test matches ante Francia en Buenos Aires y, de inmediato, una gira de dos partidos por Sudáfrica. Luego habrá descanso en Julio, en tanto que Agosto será el mes en que inicirán el tramo final de su preparación mundialista.

Porque a partir del campeonato Panamericano que se jugará en Buenos Aires (un cuadrangular con Estados Unidos, Canadá y Uruguay como rivales) quedarán concentrados hasta el partido inaugural del Mundial, programado para el 10 de Octubre en Sydney ante los defensores del título.

En términos de competencia, el diseño parece ser apropiado. Sin embargo, hay otros dos items en los que Loffreda deberá trabajar intensamente. En primer lugar, el nivel de juego del equipo. Y en segundo término, la motivación de los jugadores.

El modelo 2002 de Los Pumas no tuvo un gran nivel de juego. Es cierto que, como destacó repetidamente el técnico, hubo importantes progresos en los aspectos defensivos del juego. Pero la propuesta ofensiva no resultó muy clara y mucho menos productiva. Con excepción del partido ante Italia, un rival que claramente está debajo de Los Pumas, en los otros cinco choques apenas se marcaron seis tries.

Si bien los fanáticos todavía recuerdan con gratitud el brillante cierre de la temporada 2001 (victorias como visitantes ante Gales y Escocia, y una derrota ajustadísima frente a los All Blacks en River), ese gran aliado del equipo que es el público ha empezado a transmitir su descontento con las últimas performances.

La asistencia al duelo ante los Wallabies (el estadio estuvo al 60%), los silbidos al término de ese partido y los bajos ratings televisivos de los partidos jugados posteriormente en Europa, son datos que los directivos de la Unión Argentina de Rugby (UAR) deben analizar.

El último aspecto a tener en cuenta es el estado anímico de un plantel que tuvo un durísimo 2002. El entrenador Loffreda --una persona altamente responsable y que vive intensamente su rol de entrenador- deberá manejar muy bien los tiempos y las exigencias de un plantel que este año empezó a mostrar algunos jugadores mentalmente agotados por la exigente agenda profesional.

¿Cuánto tiempo antes del Mundial debe concentrarse el plantel? ¿Cuál es la frecuencia de entrenamiento que mejor resiste la mentalidad argentina? ¿Hay que buscar alojamientos céntricos o debe mantenerse la tendencia de instalarse en lugares alejados de toda distracción social? ¿Cuánto pesa en la cabeza de los jugadores las permanentes negociaciones económicas con los dirigentes?

Las experiencias de los Mundiales anteriores y las vivencias de los últimos viajes con el plantel saben que el factor anímico es muy importante. Porque no es cuestión de tener un gran equipo, de haber hecho una buena preparación y de contar con la estrategia necesaria.