Calleri pegó el golpe de nocaut

A base de potencia y entrega, el argentino venía buscando su primer título en el circuito, y lo consiguió ante un compatriota en México; casi fue doblete con Mariana Díaz Oliva entre las chicas

BUENOS AIRES -- El tenis latinoamericano sigue aportando buenas noticias. Más allá de que algunas figuras no atraviesan por su mejor etapa, siempre aparecen nombres que dejan bien parado el orgullo general. Por eso, qué mejor caso que el del Abierto de México, con una final netamente argentina, en la que Agustín Calleri se dio el gustazo de obtener su primer título de ATP.

Así, por quinta vez consecutiva (no se incluye 1999, ya que no hubo certámenes en la región), por lo menos un varón latino logró un certamen en algún país cercano, incluyendo los campeonatos disputados en Argentina, Brasil, Chile, México y Colombia.

Concretamente, son los sudamericanos los que continúan haciendo de las suyas. Y es tan importante el nivel alcanzado que cada vez son más los que se suman a la larga lista de campeones y finalistas. Por eso, ni el brasileño Gustavo Kuerten, ni los chilenos Marcelo Ríos y Fernando González, ni los argentinos David Nalbandian, Gastón Gaudio y Juan Chela, ni el ecuatoriano Nicolás Lapentti fueron en esta oportunidad los que acapararon la mayor atención. Ellos siete y el top-ten español Carlos Moyá, quien venía de festejar en Buenos Aires, habían sido los cabezas de serie.

Pero se destaparon dos fuertes pegadores de la Armada argentina que no venían jugando en su plenitud, Calleri y Mariano Zabaleta. Fueron ellos los encargados de despachar a casi todos los principales enemigos. Calleri, el merecido campeón, eliminó a Gaudio y a Ríos, en tanto que Zabaleta dejó en el camino a Nalbandian y a Kuerten. Esto potencia un presente lleno de variantes de peso a la hora de salir a una cancha, aún más si se trata del lento polvo de ladrillo.

UNA POTENCIA EN FIRME CRECIMIENTO
Y es indudable que Argentina no sólo se mantiene como la superpotencia latinoamericana, sino que continúa en firme escalada. A las semifinales de la Copa Davis del año pasado y los cuartos de final de esta temporada, ahora se agrega un dato que pinta de cuerpo entero un presente sensacional: tiene ocho jugadores entre los 45 mejores del mundo.

Entre ellos ya suman un título (Calleri en Acapulco) y dos finales (Guillermo Coria en Buenos Aires y Zabaleta en México), más otros cuatro accesos a semifinales, dos de ellos en canchas rápidas.

Por eso mismo, si uno agrega que hay un top-ten (Nalbandian, cuartofinalista del Abierto de Australia) y dos más entre los 20 primeros (Guillermo Cañas y Gaudio) se trata de un momento único, sólo superado por los poderosos Estados Unidos y España. Es más: si ampliamos el abanico encontramos a nueve varones entre los top 100.

Y si también ponemos en la balanza dos aspectos fundamentales todo esto cobra mayor dimensión: la gran diferencia económica entre aquellos países y éste y el consiguiente trabajo profesional y a largo plazo hecho en las bases.

Este panorama no dejar de sorprender cada día más a propios y extraños. Sin ir más lejos, Guillermo Vilas y José Luis Clerc coinciden permanentemente en que el sólido crecimiento del tenis argentino se debió al trabajo individual y no a la labor en las escuelas, como ocurrió y sigue pasando en otros países. Sólo en los últimos cinco años se vieron algunas etapas de mayor apoyo de la Asociación Argentina de Tenis a los juveniles, aunque este presente no es la consecuencia directa de esa tarea.

Para ser más claros, únicamente Nalbandian y Coria contaron con la ayuda para viajar y foguearse en su momento, algo que ni por asomo pudieron disfrutar los mayorcitos, llámense Cañas, Gaudio, Chela, Zabaleta, Calleri, Franco Squillari y Mariano Puerta, y mucho menos sus antecesores. Tampoco José Acasuso, de la generación más pequeña. Por todo esto, si bien ya es una sana costumbre ver a argentinos levantando trofeos y derrotando a grandes figuras, asombra la forma en que llegaron.

Un sustento clave resultaron los entrenadores. Ellos, que constantemente son cambiados como una remera más por sus pollos y compatriotas (algo inexplicable), cumplen una labor muy seria buscando mejorar siempre. Esa es una pata fundamental de la gran mesa que hoy tiene servido el tenis argentino. Se trata de casi diez coaches, no todos necesariamente ex grandes jugadores, que aportan desde sus lugares, tantas veces oscuros y faltos de reconocimiento.

Por ahí, por el hambre de triunfos y por la actitud de no conformarse, pasa la razón principal de esta Argentina que cada vez se abre más camino. No por casualidad ya varios hablan de la clara posibilidad de poder ganar por primera vez en la historia la famosa Copa Davis. El hecho de ver al colega amigo que puede, eso lleva a que cada uno trate de imitarlo. Así, la cadena es constante.

CUANDO PEGA, NOQUEA
Calleri, a los 26 años, pudo demostrarle al resto y sobre todo a sí mismo que era capaz de sumarse a los compatriotas que consiguieron títulos en el circuito mayor. Su potencia descomunal, en especial con el saque y el drive, le permitió ser un rival muy peligroso para cualquiera. Pero su irregularidad fue su gran adversario, ya que normalmente alternaba sets al nivel de un top-ten con otros en los que se desdibujaba y no encontraba la brújula. Era una cuestión de falta de convicción, traducida en una absoluta carencia de solidez.

El ejemplo más contundente fue la definición de Buenos Aires del año pasado, cuando tuvo contra las cuerdas a Nicolás Massú, lo traicionaron los nervios para liquidarlo y al final le dio la chance al chileno de lograr su primer título grande. Le costó demasiado tiempo perdonarse semejante chance desperdiciada, pero de a poco y con sus habituales altibajos fue encontrando la luz.

Esta vez, Calleri se convenció de que podía dar el golpe de nocaut. Conducido por Mariano Monachesi, buscó no sólo pegar con su fuerza habitual, sino también mantener la calma en los puntos decisivos. Allí estuvo la clave. Ya había desaprovechado dos match-points contra Massú y por eso ante Zabaleta, si bien se le escaparon tres posibilidades para cerrarlo, siguió decidido y no se desesperó.

Por eso esta victoria tiene un sabor muy especial, ya que entendió que al tenis se gana jugando y pensando bien. Se trata de una combinación exacta de ambas cosas. No alcanza con una sola. De lo contrario, ya habría celebrado anteriormente.

Después de haber jugado 14 torneos seguidos sin llegar a una semifinal, Calleri vivió la semana más excitante de su carrera. Con un servicio demoledor, una derecha invertida que hizo estragos y en especial en la final con un revés paralelo que dejó sin respuestas a su rival, apuntó y pegó como mejor sabe hacerlo.

Martilló contra el flojo revés de Zabaleta y evitó que éste dominara los intercambios con su incisivo drive con top-spin. El ganador, con disparos más potentes, aniquiló a un Zabaleta (pupilo de Alejandro Gattiker) que venía de festejar su 25º cumpleaños con un emotivo triunfo sobre Kuerten y le impidió obtener su segunda copa.

Fue parejo y la balanza se inclinó para Calleri porque tuvo más convicción a la hora de jugar los puntos más importantes. Por eso ganó. Por eso, también, este otro evidente producto del esfuerzo individual marcó una huella crucial en su lucha por despegar definitivamente. Es lógico, como ya se vio antes, que sigue dependiendo de él mismo. Tiene potencial para ir por más. Eso sí: deberá mantener esta postura positiva para sortear más obstáculos.

UNA COMPATRIOTA ESTUVO CERCA
Pudo haberse dado un doblete argentino en Acapulco. La que se quedó a un paso del festejo fue Mariana Díaz Oliva, también de 26 años. En la vereda opuesta a Calleri, ya que su fuerte no es precisamente la potencia, esta aguerrida y sacrificada chica sumó cuatro victorias en su trayecto hasta la gran final. La mayor experiencia y categoría de la sudafricana Amanda Coetzer le impidió quedarse con su segunda copa de la WTA, aunque acumuló puntos en su intención de lograr un lugar en el equipo argentino de la Copa Fed.

En un momento en el que las alegrías de las mujeres, por supuesto mucho más salteadas que las de los varones, se las llevan Paola Suárez y Clarisa Fernández, ahora Díaz Oliva volvió a ubicarse en el lote de las 100 mejores del ranking. Lo suyo pasa por una entrega magnífica, por tratar de resolver con el mayor criterio e inteligencia, buscando reemplazar su falta de pimienta en los tiros con gran decisión. No pudo contra Coetzer, ex top-ten y que arrastra más de 500 triunfos, pero recuperó el rumbo.

Eso, tanto para ella como para Calleri, es lo primordial. Ver que pueden seguir luchando con argumentos cada vez más convincentes les da más ganas. Y lo esencial: les otorga un crédito firme con vistas al futuro. Porque está claro que una cosa es saber que uno puede y otra muy distinta es demostrarlo en la cancha.

GUSTAVO GOITÍA es periodista especializado en tenis desde 1989. Se desempeñó como redactor en el diario La Nación, la revista VIVA de Clarín y el diario deportivo Olé, todos de Buenos Aires, y además fue comentarista en el canal TyC Sports. Actualmente es redactor del diario Clarín y columnista de ESPNdeportes.com.

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domingo, 02 de marzo