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Se reinventa y redobla la apuesta

Federer pone más presión desde la devolución Getty Images

BUENOS AIRES -- Más ofensivo y desafiante. Más audaz y agresivo. Así es la versión de Roger Federer con 34 años recién cumplidos. Se reinventa y busca otro desafío: él redobla la apuesta y quiere, en el US Open, ganar su ansiado 18º título de Grand Slam, para aumentar el récord histórico y dar una fuerte muestra de estar más vivo que nunca. Su séptimo título en Cincinnati, con triunfos sobre Andy Murray en semifinales y, en especial, ante Novak Djokovic en la final, le permitieron volver al Nº2 del mundo y se lo vio atacando más, poniéndole una presión extra al rival de turno.

Ahora la apuesta es ver si le da el mismo resultado en las batallas más grandes, al mejor de cinco sets. Por eso, cuando muchos lo dan como máximo favorito, sin dudas su gran "enemigo" es el serbio, el indiscutido líder del ranking ATP, el más regular del circuito. En Nueva York, el suizo ampliará la marca tope que ostenta de Majors jugados seguidos al llegar a 64 (la serie la empezó en Australia 2000). Al margen de eso, su deseo -y el de sus millones de fans- va mucho más allá. "Me siento fresco para el US Open", dijo estos días. Y esto se relaciona con lo que vivió en 2014, cuando quiso ir a jugar el Abierto de Canadá, donde fue finalista en Toronto y después ganó Cincinnati, pero llegó más desgastado al último de los cuatro Grand Slam de la temporada. Por eso, este año no participó en Montreal para cuidar su físico y volvió a consagrarse en Ohio, donde logró la 87ª copa de su carrera. Sin dudas que, a su edad, dosificar las energías juega un papel clave.

El récordman del tenis, toda una leyenda viva, ya suma cinco títulos este año, algo que no lograba desde 2012 (se adjudicó seis). Es más: hay que remontarse a 2007 para encontrar otra cosecha con cinco a esta altura del calendario. Por eso su ilusión en aumento, potenciada en ese estilo más lanzado, ideado con el aporte fundamental de Stefan Edberg. Si bien hace 12 meses el suizo venía mostrando un patrón de juego más ofensivo, se nota ahora aún más la mano del sueco en su equipo de trabajo, liderado por Severin Luthi (capitán de Suiza en la Copa Davis y gran amigo de Roger). Es que este estilo más audaz incluye devoluciones sorpresivas de segundos saques y haciendo el casi en desuso "chip and charge" (devolver y tomar rápido la red), que tuvo justo a Edberg como uno de sus mejores exponentes.

Federer tuvo pasajes en su carrera, en sus años dorados, en los que, siempre apoyado en el saque y la derecha, era muy agresivo desde la primera o segunda pelota y atacaba más seguido. Eso fue lo que vio de pequeño, y tanto le gustó de su ahora coach y de Boris Becker, y lo que también le permitió brillar a Pete Sampras. Pero un circuito con superficies más equilibradas en cuanto a la velocidad y la aparición de Rafael Nadal como su gran rival, al que después se le sumaron Djokovic y Murray, lo llevaron al suizo a optar por jugar de a poco más retrasado, a quedarse a tener intercambios más extensos desde la base. Muchos fans se preguntan qué habría pasado si hubiese mantenido un poco más su esencia, pero eso ya es parte del pasado y hoy vuelve a ser noticia por sus subidas y definiciones adelante, alentado a volear más justo por Edberg, toda una referencia en ese golpe.

Desde que ganó su primer Grand Slam, en Wimbledon 2003, este es el período más largo que lleva el suizo sin gritar campeón en un Major, ya que no lo hace desde Londres en 2012. En estos tres años, sólo allí, en su aliado césped de La Catedral, donde cosechó su mayor cantidad de títulos en un "grande", con siete, volvió a jugar una final importante. Eso se dio en 2014 y 2015 y ambas las perdió con Djokovic, quien va por su 10º Grand Slam. El US Open le trae gratos recuerdos a Federer ya que es el segundo Major que más ganó (cinco veces y seguidas), pero no lo obtiene desde 2008. Y, en Nueva York, ya tendrá un exigente inicio contra Leonardo Mayer, quien figura 33º y justo se quedó un lugar afuera de la preclasificación. El año pasado, en su debut en Shanghai, el helvético levantó cinco match points ante el argentino y luego festejó el título. Esta vez no quiere sufrir tanto, pero sí terminar el torneo de la misma manera.

En caso de abrirse paso, su gran desafío es poder vencer a los grandes en luchas al mejor de cinco sets, en canchas duras que lo favorecen, como las de Flushing Meadows, pero que no suelen ser tan rápidas como sus aliadas de Cincinnati. Y le sienta bien que lo hagan jugar varias veces de noche, pero evitar el desgaste extra que pueden provocarle el calor y la humedad neoyorquinos. Por eso, Federer es consciente de que necesita acortar más los puntos, como lo hizo en la citada escala en Ohio, tal como se planteó en varios ámbitos desde fines de 2012, en busca de que recuperara una versión que tomara más riesgos. Es cierto, dirá más de uno, que así es cansador, subir bastante a la red, atacar más seguido, pero aún peor es quedarse en la base a jugar puntos largos y tediosos, donde en general se lo va forzando al helvético con tiros altos sobre su revés. Y esto se complica mucho más frente a Murray, su potencial rival en semi del US Open, y Djokovic, con el que sólo podría cruzarse en la gran final.

Ahora el helvético, que se considera "mejor jugador que hace 10 años", está agrediendo mucho más a sus adversarios con su potente drive desde las primeras pelotas y pega el revés con más top spin y no tanto slice, para lastimar más, abriendo la cancha, quitándoles puntos de apoyo cómodos al de enfrente, variando ángulos y en general jugando pelotas bajas, siempre molestas. Sin dudas, su nueva táctica, la de atacar los segundos servicios rivales, sorprendió a la mayoría. Inclusive, eso no les gustaría a algunos jugadores y hay quienes consideran que parece "sobrar" al rival, pero esa no es la intención de Federer, ni mucho menos. El propio suizo aclaró tras coronarse en Cincinnati: "No voy a jugar como los demás quieran que juegue. Es un poco una locura, para ser honesto, pero me está funcionando. Lo hice en una práctica, más como una broma, intenté y no me resulta tan difícil. Para mí fue divertido. La clave es entender bien cuándo puedo hacerlo y cuándo no debería. No es que yo lo haga en todos los segundos saques, sino en algunos puntos". Y su explicación tuvo un remate que ratifica aún más su meta: "Es bueno crear un poco de confusión en la cabeza del adversario".

Eso, al fin de cuentas, es clave, porque, como al variar los saques, inquieta al oponente y no lo hace previsible. "Si no te quiebran el servicio, puedes intentar lo que quieras con la devolución", agregó el suizo. El mismo hombre que tiene el récord de permanencia como Nº1 también mostró su gusto personal: "Jugar más al ataque me divierte más. Yo no sé cuánto tiempo más jugaré, pero espero sean muchos años más", afirmó. Y eso contagia a sus seguidores, como pasó en Cincinnati. Así es y se muestra Federer, siendo innovador, ayudado por una raqueta de aro mayor, lo que le sirve para ser más agresivo con el revés, tal como admitió esta semana. Por eso, el desafío supremo será ver cómo podrá funcionarle este estilo en el US Open.

Cruces diferentes deberá ir sorteando Federer en Nueva York, donde es uno de los tres hombres con más títulos, ya que logró cinco, como Sampras y Jimmy Connors. Su sueño, y el de muchos fanáticos, es poder levantar el esperado 18º Grand Slam, seguramente con Djokovic del otro lado de la red. Este año se enfrentaron cinco veces y el serbio venía de ganar tres finales seguidas, hasta que el desquite del suizo se dio en la última parada importante antes de aterrizar en el Abierto de Estados Unidos. Claro, suele ser otra historia resistir batallas al mejor de cinco sets, pero quién le quita la ilusión. Pese a que estos años la mayoría sostenía, y también se lo hizo desde este espacio, que sus mayores posibilidades en los Majors las tenía en Wimbledon, ahora va por otra hazaña en el US Open. Y tiene motivos para creer que puede.