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El largo camino de vuelta de Juan Martín del Potro a la cumbre del tenis

BUENOS AIRES -- Juan Martín del Potro ya era el gran protagonista de la temporada 2016 del tenis masculino antes del cierre magistral en Zagreb. Pero su remontada titánica del domingo, que impulsó a la Argentina a su primer título de la Copa Davis, hizo su año aún más monumental y emotivo, y despertó nuevos sueños para agitar las aguas en 2017.

La imagen de Del Potro de pie en la cancha con los brazos extendidos y la cabeza echada hacia atrás, absorbiendo todo el aliento y el amor de los cerca de 1500 fanáticos argentinos que atravesaron medio mundo para verlo, fue el tipo de momento que no estaba seguro que llegaría a vivir. Pero fue un cierre de campaña perfecto para uno de los hombres más populares, y desafortunados, de este deporte. Resulta difícil exagerar cuán difícil y desesperado resultó ser su camino de vuelta al tenis.

Del Potro tenía apenas 20 años cuando derrotó a Rafael Nadal en la semifinales y luego a Roger Federer en la final para ganar el Abierto de Estados Unidos en 2009 y cortar en cinco la seguidilla de títulos de Federer. Nunca nadie había superado a ambos en partidos consecutivos en un Grand Slam hasta entonces, y Del Potro parecía destinado a la grandeza. Ya medía 1,98 m., tenía excelentes golpes de drive y de revés, y era capaz de moverse como un hombre mucho más pequeño. Pero ya a partir del año siguiente, Del Potro tuvo que someterse a tres cirugías de muñeca y muchas veces dudó si volvería a jugar en el tour, y ni hablar de vivir un momento como el del domingo después de remontar un 0-2 por primera vez en su carrera para vencer a Marin Cilic y encender la remontada de Argentina el último día contra Croacia.

Federico Delbonis, especialista en polvo de ladrillo, completó la hazaña con un contundente triunfo sobre Ivo Karlovic, 20 lugares arriba de él en el ranking, y Del Potro se unió al equipo argentino cuando se abalanzó sobre Delbonis en la cancha para festejar la victoria, antes de levantar la ensaladera de plata.

Argentina finalmente logró ganar la Copa Davis en su quinta final, y Del Potro, quien había jugado dos de las finales anteriores, estaba tan emocionado que le resultaba difícil hablar.

"Gracias a los que no me dejaron retirar", dijo. "Estuve muy cerca de no volver a jugar nunca más, y bueno, acá estoy".

Del Potro, de 28 años, había jugado apenas 14 partidos entre 2014 y 2015 cuando emprendió su regreso en un pequeño torneo en Delray Beach, Florida, en febrero de este año. Había caído al puesto 1042 del ranking mundial, y los primeros reportes eran desalentadores. Del Potro todavía tenía su drive demoledor y un buen servicio. Pero su revés no era ni la sombra de lo que había sido, y nadie sabía cuándo -o si efectivamente- podría recuperarlo. Y él, menos.

"No sé si podré volver a las primeras posiciones", dijo en un momento. "Pero si no, igualmente voy a estar feliz de poder jugar al tenis".

Sin embargo, Del Potro hizo los ajustes necesarios -"Es un genio, [y] su corazón es enorme", dijo el domingo el capitán argentino de la Copa Davis, Daniel Orsanic- y su año realmente comenzó a despegar cuando sorprendió con su triunfo sobre Stan Wawrinka en la segunda ronda de Wimbledon. Pareció encontrar una buena estrategia en aquel entonces: usar el slice bajo de revés para complementar su potente drive con un cambio de ritmo.

De ahí pasó a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde Del Potro logró superar al favorito y entonces N°1 del mundo, Novak Djokovic, en la primera ronda, dejando al serbio con lágrimas en los ojos. Luego eliminó a Nadal en semifinales.

Y aunque Andy Murray consiguió detener a Del Potro en una final de cuatro horas para llevarse la medalla de oro, el argentino volvió a llenarse de ánimo. Jugando como invitado en el US Open unas semanas más tarde, Del Potro arrasó hasta los cuartos de final y rompió en llanto cuando los hinchas lo sorprendieron con cantos espontáneos de "Delpo" durante las primeras horas de la mañana, aunque Wawrinka estaba a punto de vengar su derrota de Wimbledon con un excelente servicio.

Del Potro alcanzó otro hito cuando ganó su primer título en 33 meses al superar a Jack Sock en el Abierto de Estocolmo, en octubre.

Luego, cuando le tocó enfrentar a Murray una vez más -esta vez el mes pasado en la semifinal de la Copa Davis en Glasgow- logró imponerse en cinco sets en cinco horas y siete minutos, el partido más largo para ambos, que cortó el reinado de Gran Bretaña como campeón de la Copa Davis.

Ese triunfo, al igual que la victoria del equipo argentino el domingo contra Croacia, fue el tipo de hazaña sin precedentes que se pronosticaba para Del Potro cuando era más joven. Gracias a su sinceridad sobre todas las dudas que tenía con respecto a su carrera y a sus lágrimas de agradecimiento intercaladas entre sus momentos más culminantes -su triunfo en el US Open 2009 y el domingo- sólo se ganó más cariño de sus colegas y seguidores.

Es fácil entender por qué. Siempre es fascinante ver a alguien cuya vida supera sus sueños.

Sin importar lo que ocurra de aquí en más, Juan Martín del Potro acaba de convertirse en uno de esos deportistas para siempre. Ya ha alcanzado dos veces la cumbre de su deporte. Y parte de lo que lo dignifica es el cambio de perspectiva y la gratitud que le ha brindado.

"Simplemente estoy feliz de estar jugando otra vez", dijo Del Potro el domingo, nuevamente entre lágrimas. "Este tipo de momentos era lo que extrañaba".