En Unquillo la fiesta no para

En este pequeño pueblo de Córdoba, tal vez el único lugar del país donde la gente va y viene con una sonrisa dibujada en la cara, siguen de festejo en festejo a través de los raquetazos de David Nalbandian

CÓRDOBA -- Las calles de Unquillo siguen convulsionadas. Tal vez sea el único lugar del país donde la gente va y viene con una sonrisa dibujada en la cara. No es para menos, vienen de festejo en festejo a través de los raquetazos de David Nalbandian, que lo depositaron en la final de Wimbledon, el torneo más importante del mundo.

Mucha gente, otra vez, en el living de la familia más solicitada de la ciudad. Esta vez los padres de David, Alda y Norberto, que no miran juntos los partidos de su hijo, seleccionaron y limitaron el ingreso de los periodistas, familiares, amigos, vecinos, chusmas y curiosos.

El viernes, la casa estaba desbordada. Hasta por las ventanas le entraron a los Nalbandian y alguno se animó a más y le "saqueó" la heladera. Hoy hubo recaudos, pero el festejo fue más grande que los anteriores.

La avenida San Martín al 3500 estaba cortada. Empezaron los fuegos artificiales, las bombas de estruendo. El cuarteto comenzó a sonar y hasta se armó el baile en la cuadra. Sin embargo, los padres de Nalbandian y uno de sus hermanos, Darío, casi no pisaron la calle.

De los familiares directos del tenista, Javier, quien fue un tiempo su coach, estuvo en Buenos Aires con algunos juveniles que dirige -entre ellos José Terrera- en el club Sirio Libanés donde se juega la séptima etapa del Circuito Top Serv.

Javier imagina la final ante el australiano Lleyton Hewitt, pero no quiere jugarse: "Puede pasar cualquier cosa. Puede que David se inhiba y no pueda desplegar todo su tenis o puede que se destape porque no tiene nada que perder. Lo que puedo asegurar es que no le tendrá miedo al compromiso", le dijo su hermano mayor a DYN.

También pasan por la puerta de la casa de los Nalbandian aquellas vecinas con ganas de chusmear lo que pasa en la casa más famosa de la ciudad. Las señoras de tenis, cero. Es más, alguna de ellas más de una vez debe haberse quejado porque "el David" dale y dale con la raqueta y la pelotita dándole contra la pared que dejó adornada con lunares negros.

Cuando cae la noche y el frío se hace más intenso, el movimiento de gente en lo de los Nalbandian baja abruptamente. Cada uno se fue para su casa, siempre con la sonrisa a cuestas, porque mañana, como canta el "Nano" Serrat, puede ser un gran día. Otro más...

-DYN

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