Ya no alcanza sólo con abarcar el saneamiento económico, la renovación dirigencial y el armado de un plantel que esté a la altura de las necesidades de un club que atraviesa por un estado de emergencia extrema. Ese plan deberá ser mucho más amplio. Porque este caótico presente amerita decisiones firmes, rápidas y contundentes.
Cuando desde esta columna, hace un tiempo, empezamos a alertar acerca de la idea de la Promoción, sonaba como un pensamiento apocalíptico. Hoy esa sombra ya forma parte de la desconcertante realidad. Y cada vez son más los flancos donde la urgencia demanda pericia.
La llegada de Leonardo Astrada generó un inexplicable aire de renovación. Inexplicable no por la persona que se hizo cargo de la conducción del equipo, sino porque, con una visión fría del asunto, este plantel no tiene demasiado para ilusionar. Sin embargo, el domingo más de cuarenta mil personas colmaron el Monumental. Pero cuando el pitazo inicial de Pablo Lunati hizo rodar la pelota, la mediocridad volvió a poner todo en su incómodo lugar. No se puede hacer nada sin calidad técnica. Y River comete errores típicos de las categorías formativas.
Cada entrenador que se hace cargo revuelve infructuosamente para buscar laterales, marcadores centrales, volantes de los llamados carrileros, arqueros, pero la cantera no produce futbolistas con el fuego sagrado que históricamente los distinguió. Todo lo que se encuentra en más de lo mismo. La única diferencia es que, por ser de la casa, cuentan con una mayor tolerancia de parte del hincha.
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| Fabbiani, el más insultado, en un River en caída libre (Fotobaires.com) |
En este caótico mundo Millonario de hoy, cada una de las líneas refleja claramente la actualidad de River. Si siempre en el fútbol, para graficar una realidad errática, se utilizó el concepto de "van camino a ser Racing" (por las malas gestiones que llevaron al club de Avellaneda al borde de la quiebra), hoy ya se abrió una idea superadora de esa visión. Tristemente superadora. Porque ser comparado con River (que quede claro, en lo institucional, en lo económico y en lo todo lo referido a la organización) es utilizado como una manera peyorativa de exacerbar lo malo.
Al momento de hacerse cargo, Astrada les confió a sus íntimos y hasta expresó públicamente que no se podía utilizar un estilo de juego 100 por ciento River. "Tenemos que armarnos del fondo hacia adelante, cuidar el cero de nuestro arco". Es decir, resignó sus convicciones, porque él es un técnico que siempre quiere ir al frente.
Tras la derrota con Independiente se fue desencantado. Fueron muchos los errores que cometió el equipo. Los cuales, por si hacía falta reafirmarlo, desnudaron carencias cualitativas y cuantitativas del plantel. Para decirlo sin rodeos: River fue un desastre. Apenas se puede rescatar la intención de atacar por las bandas y el no haber bajado los brazos tras el primer gol de Independiente, el resto fue más de lo mismo. La diferencia es que el hincha está perdiendo la paciencia. Y ya no se puede hablar de confabulaciones políticas.
La gente se enoja porque River no sale del fondo de la tabla, porque tiene que soportar jugadores que, en condiciones normales, nunca podrían haberse puesto la camiseta del Millo y porque no hay respuestas. Fabbiani pasó de héroe a villano y no soporta ese nuevo lugar en el cual lo colocaron. Entonces respondió a los silbidos haciendo un gesto a la gente. En el vestuario, algunos dirigentes discutieron con Cabral y Barrado. Durante la semana Ortega tuvo una de sus "recaídas". Nada está en su lugar y River se hunde...
