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Xavi Hernández, el guardián de las esencias

Xavi Hernández comenzó siendo un aspirante, pasó a ser una realidad, se convirtió en crack, fue considerado el 'guardián de las esencias' y ya camina, cabalga, hacia la eternidad. Nadie como Xavi para explicar el tránsito de este Barcelona desde la descomposición a comienzos de este siglo hasta la excelencia jamás vista en un terreno de juego. Nadie como él, protagonista directo en todo el camino.

Protagonista de la mayor historia contada en azulgrana. Son 17 años en el primer equipo. "En el poster", como le dijo Iniesta, en la foto de familia que comenzó y acaba compartiendo con Luis Enrique, compañero en 1998 y entrenador en 2015 de un tipo que sin ser el mejor de la clase sí es el más grande. Difícil de entender, imposible de explicar. Simple de comprender.

Xavi es un tipo corriente que vestido de futbolista deja de serlo. Habla sin tapujos y sin necesidad de quedar bien por obligación con la misma naturalidad que acaricia el balón, lo mima y se convierte en su mejor amigo. "A la pelota hay que quererla, y pocos la han querido como Xavi", descubrió no hace mucho Guardiola, quien también pasó de compartir vestuario a dirigirle y al mando de quien no solo recuperó la autoestima, sino que se catapultó a la eternidad.

Al de Terrassa, quien a sus 35 años ha decidido pensar tanto o más en su familia que en él mismo para marcharse a Qatar, le puso los galones de sopetón Louis van Gaal, un entrenador denostado por muchos ámbitos del barcelonismo y a quien algún día debería hacérsele mayor justicia. El holandés fue quien le dio taquilla en el primer equipo y quien hoy, desde Manchester, contempla orgulloso aquel legado impensable.

No ha sido, sin embargo, la carrera de Xavi un camino de rosas en el Camp Nou. Campeón de Liga en 1999, sufrió la travesía del desierto del club azulgrana en los siguientes cinco años, que comenzaron con la huida de Figo al Real Madrid, desembocaron en una crisis gigantesca con la presidencia de Joan Gaspart y desplazaron al Barça, incluso, de los puestos de Champions.

Fueron años en los que Xavi Hernández aprendió a leer entre líneas y a permanecer ajeno a discursos tan tremendistas como aprovechados, y faltos de rigor que le condenaban a ojos de la opinión pública. Aunque hoy parezca mentira, su pausa con el balón, su visión de juego, su calma, su pase y su capacidad de cambiar el ritmo de un partido fue hace una docena de años criticado y de manera inmisericorde.

Van Gaal, Serra Ferrer, Rexach, Antic y Rijkaard. La llegada del entrenador holandés en el verano de 2003, junto a Laporta en la presidencia y Ronaldinho en el terreno de juego cambió las cosas. Y cambió a Xavi. El renacimiento del Barcelona lo llevó en volandas y primero a la vera de Deco y después, con el mando ya indiscutible, dejó claro la razón de su éxito.

Ahí mucho tuvo que ver Luis Aragonés, mirándole a los ojos para hacerle entender que ningún italiano, argentino, brasileño, francés o alemán tenía mejor fútbol que él. Y Xavi, casi sin darse cuenta, pasó de ser el mejor de los secundarios al protagonista por excelencia en el fútbol de autor del Barça y de España.

Xavi se marchará del Barça con una colección de títulos alucinante. El mayor de los coleccionistas y el más grande de los futbolistas que dignificaron una idea en el Camp Nou. Y en primera persona advirtió no hace demasiados días del peligro que se cierne sobre el club. "Siempre hemos ganado con una idea. Y hay que mantenerla".

La idea es él. Porque Xavi no es 'del Barcelona' sino que es 'el Barcelona' y si los 766 partidos que ha jugado en el primer equipo no fueran suficiente argumento, pararse a mirar los mejores momentos del club en las dos últimas décadas descubriría que nadie como él para explicar la historia futbolística de este club.