Con el alma y las manos vacías

En la peor actuación de su carrera, el argentino Julio Pablo Chacón cayó derrotado por puntos, en decisión unánime, por el escocés Scott Harrison, y resignó la corona mundial de los plumas

BUENOS AIRES -- En lo que fue, por lejos, la peor actuación de su carrera, el argentino Julio Pablo Chacón cayó derrotado por puntos, en decisión unánime, por el escocés Scott Harrison, y resignó así el título de los plumas de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) en un combate celebrado esta tarde en la Arena Braehead de la ciudad de Glasgow.

Contrariamente a la confianza que había exhibido tanto antes de viajar a Escocia como en la conferencia de prensa en la que se presentó oficialmente la pelea, Chacón fue, de principio a fin, sólo una sombra errante y sin alma, ante un rival mediocre, pero que con los simples argumentos de una excelente preparación física y golpes lanzados en cantidad lo superó ampliamente.

Tras el primer campanazo quedó en claro que Harrison perseguiría a Chacón por todos lados, intentando conectarlo con algún golpe recto, sacando ventaja de su mayor altura y alcance de brazos.

El dominio del escocés fue claro en los primeros tres asaltos, aunque a esa altura todavía quedaba la esperanza de que Chacón estuviera "calentando motores", como suele hacer habitualmente, desperdiciando los primeros nueve o 12 minutos de sus peleas.

Sin embargo, esta vez no hubo lugar para la reacción del argentino, cuyo único argumento fue tratar de acertar con un gancho de izquierda al hígado, que por cierto nunca llegó a destino. Claro, la sistematización de este golpe lo transformó rápidamente en previsible y, por ende, ineficaz.

Harrison seguía lanzando abundantemente los rectos, que caían como una lluvia de lanzas sobre el rostro de su adversario, convirtiéndose en una barrera infranqueable que, además, pronto causaron un corte en el ojo derecho de Chacón.

Hacia la mitad del combate el dominio de Harrison era total y ya comenzaba a adivinarse que sólo un milagro podría salvar a Chacón.

Pero, como si algo faltara para que la noche de Glasgow fuera una verdadera pesadilla para el argentino, su estado físico volvió a dejar mucho que desear.

No había transcurrido ni la mitad del combate cuando Chacón comenzó a abrir la boca en busca del aire tan necesario. Pero, evidentemente, nunca consiguió afirmarse en este aspecto, luciendo lento e impreciso.

Por otro lado, Chacón tampoco inteligencia para cambiar de rumbo y así encontrar la distancia adecuada para que sus manos llegaran a destino.

En este aspecto, también puede culparse a su rincón - Ricardo Bracamonte y Alberto Andrada - ya que en ningún momento se vio reflejado un cambio de estrategia. En realidad, no se necesitaba un cambio de estrategia, sino "alguna estrategia", ya que no existió tal cosa, ante un rival tan rústico al que, por otra parte, ya conocían.

Así fueron pasando los asaltos, con Chacón sufriendo cada uno de ellos con una impotencia difícil de creer.

Chacón lució como un boxeador ordinario, que quizás sea lo peor que pueda decirse de alguien que posee semejante talento. Pero, claro, esto es como la historia de los argentinos, que alguna vez creímos vivir en un país rico, simplemente por contar con recursos naturales. Un día, nos dimos cuenta que rico es sólo aquel país capaz de explotar esos recursos. Y hoy, seguramente, Chacón se haya dado cuenta que el talento por sí mismo no hace rico a quien lo posee.

Sorpresivamente, a la hora de dar sus tarjetas, el inglés David Parris (117-112), el alemán Alex Zielke (117-111) y el español Manuel Olivera (117-111) fueron mucho más generosos con Chacón de lo que cualquiera hubiera imaginado. Según nuestra apreciación, con mucha suerte Chacón ganó una sola vuelta (la undécima).

El final del combate fue todo un símbolo. Harrison a la carga y Chacón prácticamente cayéndose solo, producto del agotamiento. Una nueva decepción para el boxeo argentino, una nueva decepción ofrecida por Chacón.

Aunque, quizás, nuestro pecado siga siendo creer que su talento lo convertía en una figura mundial, que nunca existió y, por lo visto, difícilmente alguna vez se materialice.

SEBASTIÁN CONTURSI es redactor especial de ESPNdeportes.com.

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sábado, 19 de octubre