Aplaudan, la dignidad está a salvo

Un marco espectacular acompañó al equipo argentino en lo que fue la derrota contra Francia. El Luna Park no vivió la fiesta que esperaba pero reconoció el esfuerzo de un equipo que dejó todo

LA GRAN SORPRESA: Los jugadores franceses festejan bajo la mirada incredula de la selección argentina, que queda fuera del Mundial. (AP)
BUENOS AIRES -- El aplauso de la gente para rendir tributo a doce jugadores que llevaron ilusión y resurgimiento al voley, se confundió con el llanto de Hugo Conte al truncarse su sueño de retirarse campeón con la Selección Argentina.

Pintaba para fiesta. El público que agotó las localidades para ver el choque de cuartos de final contra Francia comenzaba a calentar el clima, mientras Minto, la mascota oficial del Mundial, hacía de las suyas corriendo por todo el rectángulo.

Todo el mundo de pie, salen los equipos. Con notable respeto se oyeron los primeros acordes de la Marsellesa y del himno nacional argentino. Los 12 héroes locales daban saltitos cortitos, palpitando una final.

El momento de calentamiento fue a puro golpe. Jorge Elgueta no midió fuerzas a la hora de rematar y su tiro impactó en el francés Frantz Granvorka. El pedido de disculpas del sanjuanino no tardó en llegar. Mientras se ataba los cordones fuera del campo, el armador Javier Weber recibió una "agresión" anónima. Y eso que el partido no había empezado.

CUANDO TODO ERA COLOR Y CALOR
Con la presentación del plantel aparecieron las primeras ovaciones de la noche. Por primera vez el grito a favor de Marcos Milinkovic no fue predominante en todas las gargantas. El púlbico recibió con el mismo entusiasmo a cada uno de sus compañeros, merecedores de un mismo reconocimiento, propio de doce jugadores que formaron una mística como conjunto.

Religiosamente a las 21.10 comenzó el partido y llegaron los primeros hostigamientos hacia los visitantes. Los franceses sintieron en carne propia el chiflido de la gente y los palos de los rivales. La hinchada de Rojas, la "22", volvió a hacerse presente en una de las cabeceras iniciando todos los cantitos. El equipo se contagiaba.

Ganar, gustar y golear, el lema de los jugadores de Carlos Getzelevich durante el primer set. Si hubieran estado en un partido de ping pong, el 8-1 parcial ante un Francia desconcertado los hubiera dejado match point. Pero se está hablando de voley y Argentina, hasta llegar a los 25 puntos, no daba resquicio para la recuperación.

Spajic hacía gestos después de cada bloqueo como cerrando la cortina. Conte se llevaba los primeros "Hugo, Hugooo" de la noche. "Bi-de-gain", el grito antes de cada saque de Jerónimo se repetía. El resultado del primer parcial (25-14) hacía esperar una noche menos sufrida que las anteriores. El equipo estaba enchufado y con hambre de gloria. Hasta hubo miradas duras entre Milinkovic y Elgueta luego de la recriminación de Marcos ante una mala recepción del Negro. Todos querían ganar y se exigían al máximo.

CRECIO FRANCIA, CAYO LA EXPECTATIVA
Los malabaristas que animaron el receso previo al segundo set describían el momento argentino. Todo era risa, todo era confianza. Punto a punto los equipos no se daban tregua y la gente se permitió una licencia: "Vamo´ Argentina, que vos sos el campeón..." La teoría del "paso a paso" futbolistico habrá pegado el grito en el cielo y sin quererlo habrá causado el efecto contrario a ese deseo de gloria.

Apareció Luc Marquet, relegado al banco de suplentes por el técnico Philippe Blain, y creció Francia. Los argentinos debían redoblar los esfuerzos para vencer la infranqueable defensa europea. Los hinchas empujaron con un "que grite la platea, la popular también", la intención estaba pero ya nada sería igual.

El partido estaba 1-1 luego que el "salvador" Marquet cerrara el ajustado 29-27 a favor con un bloqueo. El disc jockey, rápido de reflejos, confió en el "Color Esperanza" de Diego Torres para levantar el ánimo. Pero eran los franceses los que levantaban cada ataque argentino.

Dentro de la cancha, ni el cambio de Ferraro por Weber ni el amor propio de los jugadores podían remontar la clara superioridad de los visitantes. Minto se esmeraba por alegrar a un público que a esta altura, con el dos sets a uno en contra consumado, ya estaba más callado y temeroso. Un aroma a misión imposible.

NO TODO FUE COLOR DE ROSA
"Un médico a la derecha", más de uno comenzó a sentir sensaciones extrañas. "La canción de Quilmes es mufa", dijo otro recordando la mala suerte que tuvo el seleccionado argentino de fútbol en Corea-Japón, con el hit de la cerveza como himno. Para colmo, Capet, Antiga y Marquet agitaban los fantasmas.

Los franceses tomaron ventaja con un 7-4. La gente sirvió de despertador para el abrumado equipo argentino. Sin dudas, la localía más el empuje de la hinchada habían logrado que cada jugador alcanzara su máximo potencial.

Los de Getzelevich llegaron al 10-10 parcial y el "Olé, olé, olé, olé, olé, olé, olá" se hizo escuchar. Aquellos que pagaron muchos pesos por una platea no tuvieron problemas en sumarse al aliento de pie. Una morocha en el palco de prensa lagrimeaba. Las banderitas flameaban y a más de uno se le ponía la piel de gallina. "Es un sentimiento, no lo puedo parar...". El fervor volvió al Luna. Pero lamentablemente no alcanzó. Set, match y semifinales para Francia.

QUE UN ARBOL NO TAPE EL BOSQUE (GRACIAS HUGO):
Habrá que entender que el objetivo previo de alcanzar un lugar entre los ocho mejores equipos del mundo fue cumplido. Queda el sabor amargo por haberse creído que el impulso de las victorias ante Bulgaria e Italia llevarían al equipo a la gloria. Igual las hazañas no se olvidan.

Los jugadores taparon sus cabezas con toallas y Javier Weber caminó el perímetro de la cancha para agradecer cada muestra de afecto. Minto se acostó boca arriba buscando explicaciones. La derrota fue justa y la gente retribuyó el esfuerzo con aplausos. Los franceses abrazados celebraban y se sumaban al reconocimiento para los anfitriones.

Todos los flashes se dirigieron a Hugo Conte. El "Gladiador de mil batallas" se sentó en el banco de suplentes y no pudo contener las lágrimas. Él, con 39 años y consciente que su retiro de la Selección se acerca, fue quién levantó a cada uno de sus compañeros.

Extrañamente el exitismo nacional le dio paso al tributo pese a la derrota. De pie, el equipo argentino debe pensar en Grecia en busca del quinto puesto, sabiendo que dejó todo. Que un arbol no tape el bosque, la misión está cumplida.

NICOLÁS BAIER es redactor de ESPNdeportes.com.

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miércoles, 09 de octubre