El equipo de Silvio Berlusconi pretende dar por zanjada la sequía de títulos continentales que se prolonga desde 1994, ya que aunque la temporada siguiente (1994-95) volvió a plantarse en la final cayó derrotado por la mínima ante el Ajax de Amsterdam, gracias a un gol del hoy barcelonista Patrick Kluivert.

El miércoles, un Milán muy distinto al de aquellas fechas, se plantará en Old Trafford dispuesto a reclamar el puesto estelar que disfrutó en la máxima competición continental y que muy bien conoce quien ahora se sienta en el banquillo como entrenador, Carlo Ancelotti, pupilo del venerado Arrigo Sacchi.

Alessandro Costacurta, de 37 años, y Paolo Maldini, de 34, son los únicos jugadores del equipo que disputó aquella final del 94 que siguen en la alineación del Milán, cuya veteranía no les impide defender su titularidad con la misma garra con que aburren a los delanteros rivales.

El equipo italiano, que zanjó como líder las dos fases de grupos de la "Champions" y se deshizo en cuartos del Ajax de Amsterdam y en semifinales de su vecino Inter, es un clásico de Europa, así como uno de los clubes más potentes económicamente por su propietario y actual primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.

Precisamente, por decisión de Berlusconi, el equipo ha vuelto a tirar de talonario para cambiar su concepción de juego, apostando por el buen gusto. Así, llegaron con la carta de libertad Rivaldo (Barcelona) y el danés Jon Dahl Tomasson (Feyenoord) y, con dinero, los ex interistas Andrea Pirlo y Clarence Seedorf (ex madridista) y el ex Lazio Alessandro Nesta (objetivo en el pasado del Real Madrid).

La presencia de estos jugadores, junto con el cambio de mentalidad del técnico, Carlo Ancelotti, que en su etapa de jugador tanto amargó la vida europea al Real Madrid, ha sido decisiva para ver esta campaña un Milán distinto.

Un Milán que empezó de forma arrolladora, en especial en Europa, y también en el campeonato italiano, en el que finalmente ha sido tercero por detrás de Juve e Inter, y que ha contado esta temporada con un extraordinario momento goleador de su "matador" del área Filippo Inzaghi, pese a sufrir una fascitis plantal.

Aunque los aplausos se volvieron críticas y se llegó a cuestionar el juego por ser demasiado abierto y alegre, con una defensa que sufría demasiado pese a contar con nombres como los de Alexandro Nesta y Paolo Maldini, el equipo volvió a enderezar el rumbo aunque Rivaldo está bastante lejos de aquel que todos conocimos.

Pero los nombres se presentan como un aval para el Milán ya que, además de los citados, nadie debe dejar de lado al portugués Rui Costa, el holandés Clarence Seedorf o el ucraniano Andriy Shevchenko, recuperado ya de una larga lesión y objetivo de muchos clubes.

Igual que hace tres años en París con dos equipos españoles, Real Madrid y Valencia, en este caso la final italiana está servida en Old Trafford, con el morbo de un emparejamiento, en el que estará en cuestión la hegemonía Milán-Turín y en el que algunos esperan mucho más que un partido con el más "puro realismo italiano".