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La irreverencia de Green, bendito problema de Steve Kerr

Ezra Shaw/Getty Images

El que no habla de Golden State Warriors es porque no quiere. Que si la sensacional temporada que está llevando a cabo Stephen Curry, el elenco de triples con el que deja boquiabierto a todo mortal, el que anotó desde los 32 pies para darle la ventaja a los suyos durante el fin de semana ante Oklahoma City Thunder, sus rutinas previas a los partidos, la brillante temporada de un plantel que va directo hacia su segundo campeonato al hilo. Los temas de conversación son tantos que el desliz de Draymond Green apenas sirve para romper la monotonía de perfección que rodea a los Warriors.

No es la primera ocasión en la que al alero se le escapan un par de improperios mientras muestra su incapacidad para modular el tono de voz. De hecho, una de las claves del buen ambiente de los Warriors reside en la manera en la que los jugadores se retan entre ellos. La genialidad no es gratuita como tampoco lo es la excelencia, y entre todos se ayudan para hacer mejores a sus compañeros.

Uno de los episodios sucedió en el encuentro ante Los Angeles Clippers que se disputó en Oakland el cuatro de noviembre. Curry se tuvo que sentar en los primeros compases de la cita tras acumular dos faltas personales tempraneras y el encuentro pasó por varias fases incómodas para los locales antes de certificar la victoria. La intensidad que los jugadores que estaban sentados en la banca imprimieron a los titulares para apretarles las tuercas no se llevo a cabo con conversaciones dulces y pausadas precisamente. Green fue uno de los más toscos, como siempre, y la grandeza del grupo residió en no tomarse las cosas a título personal.

Las comparaciones están siendo inevitables entre los Warriors actuales y los Chicago Bulls de la temporada 1995-96 en la que lograron el récord de 72-10 al que aspiran los de la bahía de San Francisco. Si el inolvidable conjunto de Illinois marcó la pauta con 44 victorias consecutivas como local entre aquella campaña y la anterior, los vigente campeones de la NBA llevan un ritmo acelerado de 42 triunfos en casa. Si los Bulls llegaron a 33 juegos en la carretera sin caer, los Warriors ya llevan 34. Si los Michael Jordan y compañía alcanzaron 141 triunfos entre las temporadas 1995-96 y 97-98, los californianos buscan batir esa marca, para lo que necesitarían 22 triunfos más. Suma y sigue, porque los Warriors podrían erigirse como la única franquicia junto a los Bulls en llegar a las 65 victorias en dos campañas seguidas.

Y en términos individuales, las comparaciones en cuanto a números entre Curry y Jordan son constantes. Resaltan muchas diferencias entre ambos, sin embargo, sus números como líderes en sus mejores temporadas son comparables. Con la salvedad de la constancia que colocó a Jordan como uno de los mejores de la historia, lugar al que va encaminado Curry y la eficiencia desde el perímetro que tiene el armador de los Warriors, entre otras. El pupilo de Steve Kerr rompió el récord de más triples en una sola temporada y está llevando a los suyos a batir la marca de más anotaciones perimetrales en una campaña por cualquier equipo. Le restan 186 (7.75 por juego).

Si los Bulls de aquella época son comparables a los Warriors de ahora, si Curry puede ser introducido en la misma conversación que un Jordan, Green podría ser lo más parecido a Dennis Rodman que tiene en sus filas Golden State.

Al alero le quedan muchos tintes de pelo, apariciones en películas, nocturnidad y alevosía para llegar a la altura del cinco veces campeón de la NBA. Su carácter dentro del grupo dista mucho del que tienen otros líderes como el propio Curry, Klay Thompson, Andrew Bogut, Harrison Barnes o Andre Iguodala. Su temperamento, su pérdida de las formas como lo demostró recientemente con su entrenador o su irreverencia ocasional le han colgado el cartel de caballo desbocado de los Warriors. Poco importa cuando gracias a su versatilidad sobre la duela está siendo uno de los complementos perfectos para que los Warriors mantengan el ritmo para formar parte de la historia de la NBA.

Bendito problema de Steven Kerr.